Como si la pandemia no fuera mal suficiente, el reciente proceso electoral peruano parece habernos colocado en una situación límite. Altas dosis de ansiedad, propagación del miedo, conductas irascibles, amistades y vínculos familiares resquebrajados. Y aunque pueda decirse que se trate de una atmósfera típica de escenarios políticos, es indudable que este último nos ha golpeado con particular inquina: sea por el polarizado enfrentamiento, por la agitación de las redes sociales cargadas de noticias falsas, o por la propia emergencia sanitaria que aún nos mantiene en una UCI física y anímica.
LEE TAMBIÉN: Elecciones 2021: ¿Cómo curar las heridas de un Perú dividido?
Pero tenemos que buscar maneras de salir de ese entrampamiento. Es necesario retomar el diálogo, aprender a escuchar sin alteraciones, aceptar la opinión distinta. En suma, encauzar un proceso de reconciliación que no es nuevo, pero sí viene siendo postergado demasiado tiempo. Por ese motivo, convocamos a tres psicoanalistas –Matilde Caplansky, Marie Saba y Saúl Peña– para que respondan a tres preguntas y nos ofrezcan así algunas claves de cara a resolver los problemas pendientes y curar heridas abiertas. En coincidencia con el bicentenario de la independencia, hoy se abre para los peruanos y peruanas una oportunidad de enmienda que no deberíamos desaprovechar.
1. ¿Es posible pensar en una reconciliación en un país tan dividido, o se trata de un escenario utópico?
Para Saúl Peña, la reconciliación existe como potencial, pero es un proceso complejo y difícil, y no necesariamente utópico. “Es necesaria la responsabilidad, y manifestaciones auténticas restitutivas y creativas para lograr lo más conveniente y efectivo para nuestro país, contando con las personas con ética y sentido de realidad”.
Su colega Matilde Caplansky agrega que, tras este proceso electoral, probablemente haya un tiempo bastante largo de enfrentamiento, pero que será más necesario que nunca continuar buscando el consenso y la posibilidad de unirnos. “Si citamos a Eduardo Galeano, podríamos decir que la utopía está allí, en nuestro imaginario colectivo, como la situación que siempre se nos escapa cuando tratamos de cogerla, pero que tenemos que seguir caminando porque no nos queda otra cosa. El país va a continuar”, afirma.
Por su parte, Marie Saba afirma que la reconciliación no es solo posible, sino indispensable. “Estas elecciones nos toman frágiles y con miedo –apunta–, ya no soportamos más pérdidas ni nuevos lutos. Estamos dentro de una crisis que parece exacerbar un pensamiento binario, dicotómico, donde el mundo queda dividido en bueno o malo, rojo o naranja. Se recurre a filosofía de guerra porque paradójicamente no hay conflicto, todo está muy claro: solo dos opciones, o ganamos o perdemos, ellos están equivocados, nosotros en lo correcto, los eliminamos o nos eliminan. Miedos primarios que nos llevan a idealizar o denigrar”.
Y continúa: “La reconciliación comienza cuando el pensamiento puede ser crítico: los buenos quizá no son perfectos y el ‘enemigo’ se humaniza. Cuando vemos los distintos matices, cuando hay espacio para la duda (¿será que también tiene buenas intenciones?, ¿será que podrá convocar gente buena?). No, la reconciliación no es una utopía”.
2. ¿Por qué la polarización política desencadena un brote tan violento de racismo y clasismo?
En opinión de Peña, el potencial de la polarización que experimentamos, así como la oleada de racismo y clasismo de la que hemos sido testigos en las últimas semanas, no son un rasgo especialmente exclusivo de los peruanos. Sin embargo, sostiene que a las manifestaciones discriminatorias se les añade “una finalidad de naturaleza interesada en la conveniencia económica y de lograr un poder espurio”.
“Creo que hemos tenido la condición absolutamente paradojal de tener a dos candidatos a la Presidencia con profundos rechazos de la población –dice Matilde Caplansky–. Ambos suscitaron el mismo sentimiento de rechazo (por razones más o menos válidas), pero de forma muy visceral. Ahora bien, creo que lo visceral no es solo de los peruanos, sino de lo humano, por eso a lo largo de la historia hemos visto polarizaciones claramente radicales. La denominación de ‘cholo tal por cual’ o ‘blanco tal por cual’ está en la punta de la lengua, y eso no favorece el pensamiento ni la discusión ni la posibilidad de consensos”.
En esa línea, Saba agrega que la polarización parece hacer evidente varios “ismos”, y a la vez los desencadena, los alimenta y los hace crecer. “Dentro de una dicotomía política masiva se rechaza y denigra todo lo que venga del ‘otro’: no solo este es ‘malo’, también lo son sus particularidades y características. Y la raza es un flanco débil en países como el nuestro donde el racismo es evidente”, apunta Saba, quien a la par resalta que la identificación con el candidato o la candidata es un factor clave para conseguir partidarios, lo que también ha jugado un rol crucial en la campaña. “El uso de las diferencias y similitudes raciales es una vía tan efectiva como miserable para aumentar la identificación, y por ende, los votos”, señala.
3. ¿Cuál podría ser un primer paso sencillo para el complejo proceso de curación de las heridas que ha dejado la campaña?
“No creo que sea un paso sencillo porque no es solamente un proceso de curación de heridas que se han incrementado en la campaña, sino existentes ya a un nivel no solamente consciente, sino inconsciente”, responde Saúl Peña.
Marie Saba, en tanto, propone como primer paso que líderes de opinión de distintos espacios se junten para dar un mensaje conciliador. “Se debe reconocer que esta elección ha sido, en plena pandemia, una epidemia de la que no hemos salido y las heridas siguen abiertas: se pueden cerrar o nos pueden matar. Este mensaje nos debería dejar claro que estamos en el mismo barco, y seguiremos enfrentando enemigos invisibles”, afirma.
“Si tuviera que resumir el mensaje conciliador en una palabra sería reconocimiento –añade Saba–: yo te reconozco y tú me reconoces como una persona con características distintas, pero con los mismos derechos y respeto por las reglas. Podemos pensar diferente y estar en conflicto, pero eso no nos convierte en enemigos. No nos es difícil encontrar y difundir las muchas historias que nos representan como una sociedad solidaria, generosa, creativa. Existe unión, confianza y orgullo entre peruanos. Eso que se hace evidente en el deporte y la gastronomía, por ejemplo, lo podemos extender a otros ámbitos”.
Caplansky, por su parte, coincide en la importancia de una conjunción de personajes representativos que ayuden a pavimentar el camino reconciliatorio. “Yo pienso que sí podemos, después de un tiempo prudente, llegar a pacificarnos –afirma–. Digo en un tiempo prudente porque, en este momento, las cosas están muy enconadas, y eso me apena enormemente. Pero ¿por qué no pensar en el modelo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación? ¿Por qué no pensar en grupos de estudio de 10 o 12 personas, periodistas, psicólogos, políticos, que empiecen a pensar el país en distintos temas que nos conciernen, en tres o cuatro tópicos que sean absolutamente imprescindibles de resolver? Necesitamos a personas que, desde la sociedad civil, puedan empezar a hilar fino sobre temas muy puntuales que son de gravedad y de urgencia. Después de un periodo de sanación podríamos llegar a la paz con buena voluntad y mucho esfuerzo”.
TE PUEDE INTERESAR
- Augusto Higa: “Al inicio, la escritura siempre tuvo un valor psiquiátrico para mí” | ENTREVISTA
- Radu Jude: “Creo que el trabajo del cineasta no es difícil; al contrario, es un trabajo privilegiado”
- Renato Cisneros: lecciones y recursos para asumir nuestro voto, tras la resaca electoral
- La Lá presenta “Mito”, su nuevo disco: “No pueden quitarnos la esperanza de vivir una vida buena y digna”
- Dolor y espanto: artista Edilberto Jiménez hace el más certero retrato del paso del COVID-19 por el Perú