Dentro de sus reconocimientos, la actriz británica ha recibido un Globo de Oro por su rol en "Gideon's Daughter".
Dentro de sus reconocimientos, la actriz británica ha recibido un Globo de Oro por su rol en "Gideon's Daughter".
/ JEAN-BAPTISTE LACROIX

“Me rehúso a estar enferma. ¡Estoy usando un Valentino, por el amor de Dios!”, dice una abrumada Emily tras abandonar una tensa reunión. Su notorio resfriado no le permitiría ir a una importante fiesta esa noche. Pero lo que más le molestaba era sentirse así, teniendo puesta una pieza de diseñador. En una de las escenas más simpática de “El diablo viste a la moda”, le otorga a su personaje una chispa y carisma que enriquecen esa y cada una de sus apariciones en pantalla. Aunque se suele destacar siempre a Anne Hathaway y Meryl Streep, es indudable que Emily, que entonces tenía 23 años, aprovechó una de sus primeras grandes oportunidades en el cine. Tanto así que Entertainment Weekly la nombró Best Female Scene-Stealer, literalmente, “Mejor robadora de escenas femenina”. Aunque a Blunt no le gusta volver a ver sus películas porque, literalmente, dice “destrozarlas”, eligió esta escena como su favorita en una de las películas que la puso en la vitrina del público mundial. Sus enormes ojos celestes, su voz profunda, su gran sentido del humor y, por supuesto, un talento impermeable, capaz de adaptarse a distintos géneros cinematográficos, han convertido a esta actriz británica nacida el 23 de febrero de 1983 en uno de los rostros más destacados del Hollywood de hoy.

El Oscar del 2007 fue ya una señal de que la industria le otorgaría el protagonismo que su gran talento como actriz merece. En la ceremonia de aquella noche, se presentó junto a su compañera de reparto, Anne Hathaway, para presentar el Premio a Mejor Diseño de Vestuario, recordando en vivo y a nivel mundial sus personajes en “El Diablo viste a la moda”. “¿Por qué no tiene su capuccino? ¿No le diste su capuccino?”, pregunta a Blunt una “nerviosa” Hathaway al ver entre el público a Meryl Streep, su jefa en el filme. “Eres una gran actriz”, le dice Blunt a Streep, mientras esta la mira con el gesto desconfiado típico de Miranda Priestly, la icónica editora de modas que interpretara en aquel recordado filme. Todo, por supuesto, fue un simpático sketch para animar la ceremonia de aquel año.

Emily Blunt ya podía decir que compartía escenas con Meryl Streep y presentaba un premio en el Oscar. De paso, hoy, Hathaway es una de sus mejores amigas, al lado de Amy Adams. Además de la propia Streep, sus otras actrices favoritas son Emma Thompson, Nicole Kidman y Cate Blanchett. A estas alturas, podría decirse que ha tomado pequeños ingredientes de las cuatro para encontrar su propio registro. Después de todo, ¿Qué otra actriz de su generación podría haber pasado de El diablo viste a la moda a Mary Poppins o The Quiet Place con tanta naturalidad?

La chica tartamuda

“Una tartamuda se enamoró de mi/ Yo era un cualquiera y ella era actriz/ Del cine tartamudo”, decía en son de broma una recordada canción de Instrucción Cívica, muy escuchada en los años 80. En el caso de Emily Blunt, digamos que la realidad superó a la ficción. Castigada por un serio problema de tartamudez en su niñez, los sueños de convertirse en actriz parecían lejanos. “Para mí la actuación fue una especie de invitación a hablar con fluidez por primera vez”, confesó la actriz el año pasado en Freeing Voices, Changing Lives Gala 2022, evento benéfico organizado por el Instituto Estadounidense para la Tartamudez en Nueva York del cual fue anfitriona. Fue en su niñez cuando, gracias a su interpretación de voces graciosas, sonidos como el trino de un ave o diversos acentos extranjeros, movida por su innato histrionismo, Blunt sentiría que por primera vez podía hablar fluidamente. “No diría que el tartamudeo es la razón por la que me he aventurado a actuar, pero fue bastante impactante la primera vez que pude hablar haciendo una voz tonta o un acento fingiendo ser otra persona”, sostuvo la actriz en una entrevista con la revista People.

Por eso, hasta hoy, da su testimonio para visibilizar un problema que puede afectar las relaciones sociales de los millones de afectados en el mundo y para cuyo tratamiento también recauda fondos con entusiasmo. “Los tartamudos son mis héroes… por eso estoy aquí”, dijo Blunt aquella noche. “Si no puedes expresarte, no puedes ser tú mismo. Y hay algo muy conmovedor en liberar a la gente de las garras de un impedimento del habla, porque es como una especie de impostor que vive en tu cuerpo”, le aseguró también a People la actriz que ha tenido el valor de compartir con sus seguidores que, aún hoy, en situaciones de mucho estrés, tartamudea. De hecho, ha dicho que el tartamudeo de Colin Firth en “El discurso del rey”, describe literalmente cómo hablaba ella de niña.

Po supuesto, la condición que la afectó en aquel entonces fue opacada por sus condiciones para la actuación. Su abuelo, su tío y un primo suyo son también tartamudos, por lo que ella sostiene que es una condición hereditaria. “Creo que es, muy a menudo, una discapacidad que a la gente la intimida porque provoca que se burlen de ella, por lo que siento que para crear conciencia sobre lo que realmente pasa, está bueno contar con este lugar que ofrece esta increíble organización. Para mí es muy importante estar aquí”, afirmó Blunt en la gala Freeing Voices, dejando claro su compromiso. Emily no olvida de dónde viene, ni adónde va.

Supercalifragilístico

Desde sus comienzos en el teatro, a principios de este siglo, Emily cosechó críticas positivas. No era solo la presencia de una mujer hermosa lo que destacaba en escena, sino el carácter que le imprimía a sus personajes. El 2003 debutó en la pantalla con dos telefilmes de época, como La reina de la guerra y Enrique VIII, en la que interpretaba a Catherine Howard, una de las esposas del polémico monarca británico. El 2004 tuvo uno de los personajes principales en My Summer of Love de Pavel Pawlikowski (director de la premiada Cold War), que le mereció una nominación al premio Bafta como Mejor Actriz revelació. Dos años más tarde ya estaba haciendo El diablo viste a la moda.

Al año siguiente, solo una breve aparición como una sexy joven que intima con Tom Hanks en Charie Wilson´s War, bastó para asombrar –aún más- a la audiencia, mostrando un filo cautivador. Luego llegaron, uno tras otro, los papeles que nos hablan, claramente, de una actriz que busca nuevos retos, a pesar de sus dificultades, y que lo último que quiere es ser encasillada. El drama de época (La reina Victoria, 2009); el terror (El hombre lobo, 2010); el puro entretenimiento (Los viajes der Gulliver, 2010); la comedia romántica (La pesca del salmón en Yemén, 2011); la ciencia ficción (Looper, 2012 o Al filo del mañana, 2014); la aventura (Into the Woods, 2014 o Las crónicas de Blanca Nieves, 2016); la acción policial (Sicario, 2015); el misterio (La chica del tren, 2016); la fantasía (El Regreso de Mary Poppins, 2018) o el horror posapocalíptico (Un lugar en silencio 1 y 2, 2018 y 2020, respectivamente).

Particularmente comentada fue su actuación en Mary Poppins pues, a pesar de que no utilizan Supercalifragilístico expialidoso, uno de los temas más representativos, si rescatan el carácter entrañable de la película original. Fue, además, nominada al Bafta por La chica del tren, a los premios MTV por El diablo viste a la moda y Un lugar en silencio, por la que también obtuvo el Screen Actors Guild. Ganó, además, el Globo de oro por la teleserie La hija de Gedeon (2005) y el Critics Choice Award por Al filo del mañana.

En el camino, rechazó un personaje que convirtió en icono del cine de superhéroes a Scarlett Johansson: Black Widow, en Iron Man 2. Le gusta Marvel, pero no está segura si ese mundo es para ella. “Hubiera sido increíble, pero no sé si los superhéroes son para mí. Están en el mundo, creo que están agotados, estamos inundados, y no solo en las películas, también en los programas de televisión”.

A pesar de eso, en realidad no pudo aparecer en el MCU porque tenía un compromiso para Los viajes de Gulliver. Poco antes, el 2007, su entonces novio, Michael Bublé, le dedicó el tema Everything: You’re a falling star, you’re the get away car/ You’re the line in the sand when I go too far/ You’re the swimming pool, on an August day/ And you’re the perfect thing to say (Eres una estrella fugaz, eres el coche de escape/ Eres la línea en la arena cuando voy demasiado lejos/ Eres la piscina, en un día de agosto/ Y eres la cosa perfecta para decir), le cantó, enamorado. El romance, sin embargo, no prosperó. Bublé está casado, desde el 2011, con la actriz argentina Luisana Lopilato –recordada por Rebelde Way- y Blunt hizo lo propio el 2010 con John Krasinsky, su coprotagonista y director en Un lugar en silencio, con quien tiene dos hijos pequeños. Su hermana es Felicity Blunt, reconocida agente literaria que está casada con otro actor que apareció en El diablo viste a la moda: su amigo Stanley Tucci.

El 2021 estrenó Jungle Cruise, otra incursión en el cine de aventuras, de la mano del director catalán Jaume Collet-Serra, el mismo de La huérfana. El 2022 pudimos verla en The English, miniserie de Prime Video en la que personificaba a una mujer en busca de venganza. Su actuación le mereció una nominación al Screen Actors Guild de este año.

Este 2023 también formará parte del elenco de Oppenheimer, el nuevo proyecto de Christopher Nolan, un biopic de J. Robert Oppenheimer, científico clave en el desarrollo de la bomba atómica y el Proyecto Manhattan. Compartirá cartel aquí con otros nombres de lujo: Cillian Murphy, Florence Pugh, Matt Damon, Kenneth Brannagh, Gary Oldman o Casey Affleck.

Curiosamente, Blunt ha estado en tres películas sobre personajes que intentan cambiar el futuro: Destino oculto (2011), Looper (2012) y Al filo del mañana (2014), aunque pocos imaginan que quiera cambiar en realidad lo que le ha deparado la vida. Tiene fobia a las alturas, a las cucarachas y a los guantes, sabe tocar el violín y es una buena cantante. Es inteligente, talentosa y tiene un gran sentido del humor. A estas alturas, uno solo puede preguntarse, ¿Qué hace mal Emily Blunt?

“Tengo ojos astutos. Cuando estaba en la escuela, siempre decían: ‘Emily nunca puede ser elegida Premio Anual porque nunca sabes lo que está pensando”, ha contado sobre su juventud. Lo mismo puede decirse de muchos de sus enigmáticos personajes. Aquellos que aprendió a interpretar mirando al mundo desde el solitario universo de quien no podía ni quería hablar. Hoy, no hay “un lugar en silencio” para ella.

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