Por la noche, cuando el mayor del Ejército Carlos Enrique Freyre se dispone a escribir en su puesto asignado en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), algunos piensan que está medio loco. Otros hasta se ríen. Sin embargo, el oficial no se amilana y escribe múltiples historias. Algunas de ellas se convirtieron en libros. El militar ha publicado ya “El Fantasmocopio”, “Desde el valle de las Esmeraldas” y “El semental”.
Esta vez, el autor nacido en 1974 visitó “El Comercio” con una nueva obra bajo el brazo. Se trata de “El último otoño antes de ti” (Estruendomudo, 2015), una novela romántica. En la historia, un adulto mayor de la alta sociedad se cruza en la vida de una adolescente. Primero bruscamente (obligándola a casarse con ella), pero luego simplemente dejándose llevar por el destino.
La extensión del libro es de 200 páginas, por lo que puede leerse en menos de una semana. Conversamos con Freyre sobre su más reciente publicación.
-Acabas de publicar “El último otoño antes de ti”, una novela romántica, una verdadera historia de amor. ¿De dónde surgió la idea que motivó el libro?
Si bien tengo una disciplina personal al escribir, el chispazo se dio cuando leía una noticia en “El Comercio”. Encontré una noticia sobre una niña que se escapó de un matrimonio obligado con un adulto en Medio Oriente. Y al año siguiente, cuando la menor fue liberada (tras ser detenida), decidió quedarse con el hombre de 80 años. Ella tenía 14. Esa fue la chispa que inició el tema. Luego fui alimentando la trama con parte de nuestra historia republicana en el siglo XX, que es el momento en el que nuestro país se convierte en país, en el que el peruano comienza a sentirse como tal, a través de una serie de esfuerzos del Estado y de la propia sociedad.
-¿Cuántas chances de éxito tiene un hombre que intenta el amor a los 69 años de edad?
Pocas. El mensaje de la novela es el valor del hombre y de la mujer a cualquier edad, la capacidad para intentar la vida nuevamente. Y esto es lo que sucede en el libro. Se presenta una oportunidad que quizás en la mentalidad del ciudadano latinoamericano de entonces no se daría. En cambio, el protagonista decide intentarlo.
-En la novela hay algunos personajes que sí existieron en la historia oficial del Perú…
Así es, por ejemplo Luis Alberto Sánchez, que me parece un peruano fascinante. Yo tengo un tema personal con él porque cuando fui joven leí “Cuadernos de bitácora”, donde él relataba la gran documentación de la nación peruana. Además, leí “El Perú, nuevo retrato de un país adolescente”. Quien conocía mejor al país entonces era Luis Alberto Sánchez. También aparece el ex presidente Manuel Prado, quien tomó la decisión de iniciar la guerra con Ecuador en 1941. Estos personajes se suman en la novela como si hubieran tomado parte de la vida del protagonista.
-¿Y los Freyre que aparecen?
(Risas). Mi bisabuelo fue lo que hoy llamamos congresista. Mi idea (al incluirlo) era nutrir un poco más la historia.
-¿Qué hace que la protagonista (Leonor) primero rechace a José María (un hombre muy mayor a ella) y luego más bien tenga ganas de ir tras él?
En principio está el miedo a lo desconocido. Luego creo que ella cae en esta regla de la vida que dice “La curiosidad mató al gato”, porque comienza a indagar quién es este hombre con el que la quisieron casar a la fuerza y comienza a enamorarse, porque la sociedad de esa época sí creía en los ‘mesías’, en esos tipos que podían solucionar las cosas moviendo un dedo. Claro, ahora que el país está más institucionalizado, eso se vuelve más complicado.
-Hay una serie de personajes muy distintos y curiosos en el libro. Por ejemplo, está el Lord Behr o Margarita de Palo. ¿Cómo así fueron apareciendo a lo largo del proceso creativo que usted completó?
Hay una regla que tengo y es “nunca converses conmigo”, porque tiendo siempre a rescatar las historias que escucho. Por ejemplo, ayer hablaba con una señorita que me decía que le llamaba mucho la atención el olor a humo. Y su esposo resultó ser bombero. Cosas así me generan curiosidad. Estos personajes surgen de mis muchos viajes al interior del país. Conozco gente que no está directamente relacionada a la historia, pero igual termina alimentando mi obra.
-¿Aún hay matrimonios a la fuerza en el Perú?
El Perú es un país tan complejo geográfica y culturalmente que nada te puede sorprender. Creo que un matrimonio forzado podría ser lo menos sorprendente posible. Es más, te pongo un ejemplo: en Lima, el quinceañero de la hija del hogar es una fiesta especial para presentarla ante la sociedad. Sin embargo, en la frontera con Ecuador los padres esperan que una hija cumpla 15 años para vender mucha cerveza y hacer dinero. En el Perú ocurren cosas bastante disímiles.
-Otras grandes temáticas son la homosexualidad, que en aquella época era algo escandaloso y hoy se acepta con mayor naturalidad…
El personaje se acomoda a una sociedad a la que no pertenece con el objetivo de lograr las cosas que se propuso en la vida: tener éxito, fama y fortuna. Entonces se le presenta esta oportunidad en la vida y no la desaprovecha. Eso sí, tiene mucho cuidado de no trasladar esta situación al Perú porque es un país mucho más cerrado y, además, (el protagonista) tenía chances de ser el próximo presidente. Tenía un futuro lleno de posibilidades.
-He tenido la oportunidad de entrevistar escritores que son además abogados, políticos o profesores, pero nunca conversé con un militar que escribe. ¿Cuál es su orden habitual de escritura?
Escribo con la misma disciplina que tengo para ser soldado. En “El pez en el agua” leí que las personas son lo que quieren ser. Yo decidí hacer esto. Sé que hay riesgos y complicaciones pero he tratado de equilibrar y balancear las cosas de manera que pueda cumplir con todo de manera competente. Ser militar aquí en Perú es bastante competente porque estamos en un país que sigue en desarrollo.
-¿Qué efecto le gustaría tenga su novela en el público?
Las personas se encariñan con los libros y yo tenía una espina personal: me gustaría que la gente visite Moquegua. Es más, mi novela “El semental” ocurre en esta ciudad y hay gente que me contó que luego de leerla decidieron viajar a conocer las calles donde se desarrolló la historia. No busco ser un best-seller, sino solo lograr historias entretenidas y que la gente disfrute.