“COCAINA CRUDA. Compro por kilos, al contado. Dirigirse a Filipinas No. 546 - Droguería.” (Visto en El Comercio, avisos, 12 de febrero de 1917)
La historia de la cocaína está muy ligada al Perú, pero también a Estados Unidos. Productor principal y legal de la sustancia a fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, Perú pasó a unirse a la cruzada de lucha en contra del alcaloide en parte por las presiones internacionales, pero sobre todo aquellas originadas de la nación del norte. Antes de eso, la historia era otra: no solo se cultivó en Perú como hoja de coca, se procesó aquí para exportar como cocaína propiamente dicha.
De estas épocas hay múltiples registros: los avisos de compra y venta del producto (como el que abre este artículo), los avisos parisinos de la bebida alcohólica a base de cocaína Vin Mariani, los estudios de emprendedores locales para fabricar con efectividad la sustancia, los múltiples negocios que la dueña de Coca-Cola llevó a cabo con el Perú, cuando su receta original todavía tenía cocaína y era vendida como remedio antes que refresco.
Todo eso y más se narra al detalle en “Hecho en el Perú: ensayos históricos de la cocaína” (Fondo editorial PUCP, 2023), recopilación de textos del académico Paul Gootenberg (Washington DC, 1954) donde visita época tras época desde el descubrimiento de la droga, pasando por su auge como mercancía farmacéutica, luego a su consumo recreacional y la prohibición que dio paso al tráfico ilícito, donde se mantiene en la actualidad. Formado por la Universidad de Chicago, Gootenberg es un historiador económico que en los años 90 se interesó por la historia de las drogas en América Latina y la llamada “Diosa Blanca del Perú” (como la revista Time llamó a la cocaína en 1949) tiene un sitio especial en su producción académica.
―Leyendo tu libro, es claro de que la relación entre Perú y la cocaína es muy compleja. ¿Por qué es así?
Primero, una de las cosas más complejas es que las relaciones entre el Perú como estado y el fenómeno de la cocaína son casi desconocidas. Hay un tipo de perspectivas superficiales de la prensa de hoy, pero no es algo muy grande en la conciencia del país. Lo que era completamente desconocido es que hay un pasado muy largo, un siglo o más, de historia en el Perú con la cocaína. Entonces, se hace más complejo en parte porque no es muy estudiado ni reconocido como parte de la historia de las regiones, de las dinámicas políticas de la economía.
―Hablando de lo desconocido, al inicio de tu libro mencionas que el Perú elige mirar a otro lado cuando se trata de hoja de coca o cocaína. Literalmente dices de que “se encuentra fuera del mapa mental del país”. ¿Por qué el Perú mira a otro lado?
Una manera de pensar en eso es la comparación con Bolivia, donde la coca, por ejemplo, está en el mapa cultural o nacional. Ahí han tenido una historia cambiante, no siempre fue tan positiva como lo es hoy. Pero lo más importante para Bolivia es que las zonas geográficas de la coca forman parte del circuito del capital de La Paz, y siempre ha sido así. Entonces tenía un impacto en las élites económicas, en las ciudades; no ha habido una segregación mental entre coca y Bolivia. Pero en el caso de Perú, si la coca es asociada con algo, es con la población indígena. Y la población indígena está muy afuera del capital, hay mucha más centralización del país. Al sur del país son gente pobre y hay un factor, obviamente, de racismo; era la “mancha india del país”. Entonces el acto de usar coca per sé fue una cosa muy ajena del capital, muy tradicional o “barbárica” a ojos de las élites. Ese es parte del problema. Entonces Perú nunca experimentó, como Colombia en los años 80 y 90, un impacto nacional del problema de la cocaína. Siempre fue una cosa marginal, olvidada. En Colombia tenían violencia, grupos criminales muy importantes en las ciudades, en la clase política del país [vinculados a la droga]. Ahora hay casi una industria total en Colombia dedicada a buscar soluciones alternativas al problema de la cocaína. Pero en el Perú [lo común] ha sido más bien el olvido hasta de sus propios orígenes.
―Siguiendo con tu libro, en la historia había varias pistas de que la cocaína no era precisamente inofensiva. Pero eso no detuvo a que muchos países la importen desde aquí.
En la [primera] mitad de su historia, la cocaína era una cosa legal. Cuando fue descubierta a mediados de siglo XIX fue considerada como un milagro químico, una droga medicinal, experimental. Después, en los años 1880, tuvo un boom por su uso en cirugías; fue muy importante. Décadas después cambió la imagen y el impacto de la cocaína, cuando los médicos descubrieron que había algunos problemas con su aplicación; descubrieron que podrían usar otras drogas menos nocivas de la misma clase. Ya en 1900 se empezó a difundir el uso de cocaína como droga recreativa, y esto ha hecho más problemática la droga.
―Estados Unidos tiene un rol en todo esto. Pasaron de ser un gran importador de cocaína a su mayor enemigo.
Sí, pero ese es un patrón general en la historia de las drogas. Estados Unidos es el país que ha tenido el mayor consumo de drogas del mundo, incluyendo alcohol, y a la vez [ha ejercido] olas de represión o actitudes puritanas, protestantes, tratando de eliminar o reprimir las drogas. Ha sido parte de esta relación con el Perú y la coca. A principios del siglo XIX, Estados Unidos fue uno de los centros de interés en la coca. No de cocaína, pero la coca como aditivo, una cura herbal, y había mucho entusiasmo con la coca entre una clase de médicos informales. Este fue el origen de Coca-Cola en los Estados Unidos, que fue una copia de la bebida europea Vin Mariani. No tenía alcohol y muy rápidamente ya era una de las bebidas más importantes. Coca-Cola tenía coca y cocaína, porque no fue decocainizada; fue muy similar a las bebidas energizantes de hoy que usan cafeína, guaraná o cosas así. Entonces había una ola muy positiva, relaciones comerciales con el Perú sobre coca y otras drogas así. Después de 1900 hubo un cambio muy rápido en la actitud oficial de los Estados Unidos: la coca era vista como algo negativo, la cocaína era asociada con grupos raciales y los Estados Unidos se convirtió en país más importante para la criminalización global de la cocaína, que he empezó más o menos en 1914 pero no se logró hasta 1950.
―Me parece interesante que Coca-Cola tuvo una relación muy estrecha, no solo con el gobierno del Perú, sino con el de Estados Unidos. Hubo un lobby muy fuerte para que ellos no perdieran la Mercancía N° 5, el saborizante de Coca-Cola hecho con la hoja de coca.
Sí. Todavía existe esta ruta desde el Perú hasta Nueva Jersey y Coca-Cola, pero está muy encubierta en mito. Pero sí servía bien a los intereses de los grupos antinarcóticos de los Estados Unidos, porque Coca-Cola y otras compañías aliadas estaban haciendo cosas con la refinación de la Mercancía N° 5, que fluía de la coca sin cocaína [muy aparte de que en un principio la bebida sí tenía cocaína]. Esta coca es especial, viene mayormente del norte del Perú, Otuzco.
―Cuando la cocaína era legal, ¿Perú tenía alguna clase de poder? ¿Estábamos, más bien, en una relación de subordinación hacia Estados Unidos u otras potencias?
Lo que Perú tuvo, desde 1888 y por casi 25 años, fue un monopolio en un producto especial. Con este monopolio tenía una influencia en el mercado medicinal de la cocaína muy fuerte, producían toda la cocaína bruta o cocaína cruda, que fue un sulfato de coca, una pasta muy similar al PBC de hoy. Crearon este producto y fue exportado desde el Perú, mayormente desde Huánuco, donde el poder económico más grande fue del caudillo político Augusto Durand, dueño de la fábrica más grande de cocaína, “Éxito”. Entonces [el Perú] sí tenía influencia, pero como pasó con muchas otras mercancías, otros poderes económicos mundiales tomaron los ingredientes y técnicas. Hacia 1910, la mayoría de la cocaína del mundo fue de Holanda, no del Perú; entonces la industria peruana cayó en una depresión de muchos años.
―Y allí entra el rol del farmacéutico francoperuano Alfredo Bignon, que intentó crear una industria de la cocaína en Perú, pero al final los otros fueron demasiado fuertes.
Sí, él fue como una figura olvidada. Hizo una serie de experimentos importantes en los años 1880 para ver los impactos de la coca y la cocaína, pero lo más importante fue su método para procesar la droga en el Perú, y este fue adoptado por otros empresarios en el país y así empezó la industria de la cocaína moderna en el Perú. Aunque fue [iniciada] mayormente por alemanes.
―Como mencionas, hay personas olvidadas en esta historia y me llama la atención el método de Arnaldo Kitz, que usaba querosene y barriles. Parece hasta una profecía de cómo se trabaja la cocaína hoy.
Sí. Porque era una cosa muy sencilla, podía ser usada más tarde por los narcotraficantes. Entonces se adaptó a las condiciones de la selva, muy lejos de las ciudades, y con materias primas muy sencillas como sigue siendo hoy. Había un tipo de relación entre esos desarrollos del siglo XIX, cuando la cocaína era considerada una cosa moderna, legítima y progresista, y los desarrollos después de 1950, cuando derivó en criminalidad.
― ¿Notas algún parecido entre el auge actual del fentanilo con el inicio del tráfico de cocaína?
Sí, porque es una droga que viene de la medicina científica. Tiene muchos usos, es una droga muy efectiva para una serie de cirugías y otras cosas. Pero ha escapado muy rápidamente de eso y ahora es un reemplazo para la heroína tradicional de la calle. Entonces es una sustitución que viene precisamente de la medicina y sí hay este tipo de paralelo.
― Considerando toda la historia, ¿Cómo crees que va a evolucionar la relación de Perú con la cocaína?
Bueno, yo soy historiador y no experto en drogas actuales, pero puedo decir una cosa: La actitud de ignorar el problema no ha servido para nada en el Perú. La cocaína sigue activa prácticamente en el VRAEM, el Perú produce una tercera parte de la cocaína del mundo, hay problemas sociales asociados a eso. Lo que está pasando ahora es que ha cambiado el panorama panamericano de la droga. Casi todos los expertos en Estados Unidos dicen la misma cosa: la guerra en contra de las drogas es un fracaso. Más aún, la guerra en contra de la cocaína no ha hecho nada; hay más cocaína en el mundo hoy día que en cualquier punto en toda la historia. Las Naciones Unidas estiman que entre Colombia, Perú, Bolivia y probablemente ahora Venezuela, están exportando más de 2.000 toneladas de la cocaína. En Colombia están buscando otros tipos de soluciones, contactos sociales con los cocaleros. En Bolivia tienen esto con la coca. El Perú es el único que no tiene un plan o un ideario de lo que quiere hacer. Las autoridades en el Perú podrían, por lo menos, ver lo que está pasando en Colombia y Bolivia. Hacer algunos pactos conjuntos con estos países para buscar un tipo de solución sin los Estados Unidos, que en este momento no quiere ni puede ser involucrado en el programa de la cocaína, en parte porque hay menos cocaína llegando allá. La mayoría de la cocaína de hoy va a Brasil y a Europa.
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