“Más que libro, esta es una ventana. ¿Y para qué sirve una ventana? Para ver lo que pasa del otro lado”. Con esas palabras de presentación, firmadas al alimón por ambos autores, arranca Cuarenta cuentos de cuarentena. Es un inicio sugerente, despierta la curiosidad, enciende un fuego. El proyecto nació, como muchas cosas en estos meses, casi por instinto de supervivencia (creativa, en este caso). Rómulo (40) y Daniel (39) trabajan en Publicidad, el primero como director audiovisual y el segundo como director creativo. En ese medio se conocieron hace 5 años y se hicieron amigos rápidamente.
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“Cuando empecé este proyecto la única persona que cruzó por mi cabeza fue Sacro –dice Rómulo, en cariñosa referencia a su compañero creativo-. Fue, sin duda, un gran acierto. Nos gusta escribir, somos padres separados, estamos hartos de las moralejas tontonas y queremos un mundo más libre para Rami y Tiago, nuestros hijos. Los ingredientes estaban puestos, tocaba armar la causa”. Cuando Daniel escuchó la idea, redobló la apuesta y propuso que las historias para los personajes que dibujaba su amigo fueran cuentos sobre la cuarentena. “Así empezó todo, así que más que ponernos de acuerdo, fue como un plan que armamos para pasarla mejor en el encierro. O, si lo contamos en códigos infantiles, fue como si un amiguito me invitara a jugar ¿Cómo decirle que no?”.
Rómulo comenzó a dibujar “criaturas” en el 2016, en un momento en el que no se sentía, precisamente, el hombre más feliz del mundo. En ese momento, el recordado sociólogo Gonzalo Portocarrero, a quien considera su segundo padre, le dijo “Muchacho, ahí hay arte”. “Yo no le hice caso –dice Rómulo-. Ver mis dibujos ilustrando nuestros cuentos para niños es una constatación de que las lágrimas pueden esconder hermosos colores. La sola posibilidad de que, de algún modo, él esté viendo esto, me llena el corazón. Este libro está dedicado a él”.
El autor cuenta que la gran mayoría de ideas surgieron de conversaciones con Rami, su hijo de 8 años. Preguntas simples como “Papá, ¿Por qué ese presidente dice que debemos tomar lejía?” o “¿Por qué si todos estamos encerrados, los jardineros siguen cuidando el parque?” o “Papá, ¿Entonces los murciélagos tienen la culpa de todo esto? fueron el germen de los cuentos. “Me resultaba muy fácil encontrar un tema relevante detrás de cada pregunta aparentemente simple de Rami”, cuenta. Ahí comenzó el brainstorming con Daniel, vía mensajes de voz. “Las ideas de uno o de otro se iban puliendo y mejorando –cuenta él-. Una gran cantidad de estos cuentos fueron inspirados, como dice Rómulo, en nuestras propias experiencias como padres. Otras son de amigos y amigas, o inspiradas en lo que veíamos en las noticias, o pura invención”.
Para Rómulo, uno de lo momentos más íntimos y de mayor conexión con su hijo es la lectura antes de dormir, pues es un convencido de que, en ese espacio, se pueden sembrar grandes cosas. Cuando esta aventura empezó, lo único que tenía claro era que quería hacer cuentos que le gustaría leerle a Rami, historias que toquen temas relevantes y necesarios para nuestra sociedad y que suelen estar lejos de la literatura infantil. “Los adultos solemos cometer el error de ver a los niños solo con ternura y no con la seriedad que ellos se merecen. Temas como el racismo o la violencia de género no deben ser ocultados, sino por el contrario, enfrentados”, nos dice.
Encierro creativo
Iniciaron el trabajo en marzo, a pocos días de iniciada la cuarentena, y lo terminaron en noviembre, cuando entró en imprenta. Las circunstancias se fueron dando. Cuenta Daniel que, en un momento, percibieron que la cuarentena no era la protagonista, sino el contexto que les permitía hablar de un montón de cosas que suceden en el Perú a nivel social: la discriminación, los prejuicios, el bullying, la desigualdad, el machismo, la igualdad de género, la salud mental, etc. “Creo que, en el fondo, no los pensamos como cuentos para niños, sino para gente como nosotros, padres con hijos pequeños, con una forma de pensar similar, a quienes les preocupan las mismas cosas que a nosotros, y que quieren que sus hijos vivan en un lugar mejor”, nos dice. “Los niños –acota Rómulo- son futuros ciudadanos. Si queremos construir una sociedad más justa, libre y empática, no hay tiempo que perder, el tiempo de hacerlo es hoy. Postergarlo es no querer verlo y no querer verlo es no querer cambiarlo”.
Ser padres ha sido una influencia decisiva en el desarrollo del libro. Para Rómulo, su trabajo parte de la premisa de que el niño que está a su lado, aparte de ser su hijo, es una persona independiente y merece todo su respeto. “En ese sentido, mi responsabilidad como padre y como escritor es hacerlo reír, enseñarle a llorar y encender la vela de la conversación. La cara de un niño conversando con un adulto de tú a tú es una de la cosas más bonitas del mundo”. Para Daniel, tener un hijo de 4 años fue un inmejorable focus group in house. “Estoy feliz de poder leerle uno de estos cuentos cada noche. Él sabe que varios cuentos son inspirados en él, y sin embargo, sus favoritos son otros. Este niño me está enseñando el valor de la humildad”, nos cuenta. “Creo que la magia está en abordar temas muy complejos, pero de manera simple y lúdica. Por eso digo que, más que cuentos infantiles, lo que hicimos fue procesar temas pesados, para explicarlos como pequeñas fábulas, contados desde la perspectiva de los niños. Fue un ejercicio muy rico y desafiante, y creo que el objetivo final, por un lado, es hacer partícipes a los niños de la realidad de su país, y por otro, tender puentes para empezar a conversar con ellos de algunos temas difíciles de abordar. Me gusta pensar que los cuentos son pretextos para conversar”.
El color es posible
“El solo hecho de que haya sido creado en medio de la peor crisis de los últimos años es la constatación de que, efectivamente, en medio de un entorno gris, el color es posible”, dice Franco. “Lo que más me queda es la sensación de que este es un libro necesario para nuestra sociedad. Es un libro que abre una ventana a la conversación y a una nueva forma de entender los cuentos para niños”. “Además, la recepción está siendo increíble, tanto de padres como de niños –agrega Sacroisky-. Siento que se está cumpliendo eso que tanto deseábamos mientras lo hacíamos: que sea placentero de leer tanto para grandes como para chicos, y que abra diálogos entre ambos. O, como dice en el prólogo, que abra ventanas”.
Divertidos y entrañables personajes como Batboy, Lichi jardinera, el búho de madera, Enrico Rey, Mumo, la momia verde, Pepe y su cola o Mara Morena, no solo nos contarán sus historias, sino que dejarán muchas lecciones para aprender.
Fue muy intenso crear Cuentos de cuarentena mientras contemplaban en televisión imágenes dignas de un filme apocalíptico de esos que tanto le gustan a Hollywood. Por un lado, estaba el impactante éxodo de gente que salió de Lima para volver caminando a sus provincias, en algunos casos, recorriendo cientos de kilómetros. Esta noticia inspiró el cuento “Pedro Caminante”. Eso convivía en las pantallas con otras imágenes más positivas, como el hecho de ver la naturaleza regenerándose, por ejemplo o la casi ausencia de smog y contaminación. Aunque también mencionan lo ocurrido en la Plaza de Acho, cuando un grupo de personas no estuvo de acuerdo con habilitar ese recinto para albergar a los más necesitados en medio de la emergencia. “Eso no tiene que ver con que si te gustan las corridas o no, tiene que ver con la nula capacidad de ponerse en los pies de los demás. Una locura”, agrega Rómulo.
Para él, lo mejor que los más pequeños pueden rescatar de estos tiempos, pensando hacia el futuro, es haber sido testigos de cómo otra forma de vivir es posible. Niños y adultos lo vieron. “Por lo menos en mi caso, no hay vuelta atrás, un nuevo camino se ha abierto y ni Rami ni yo pensamos cerrarlo”. Daniel, por su parte, no lo ve muy distinto. Lo mejor que los más pequeños pueden rescatar, nos dice, es la sensibilidad, la creatividad, la curiosidad, la empatía, la humanidad… todo eso que el mundo adulto nos va arrancando a mordiscones. “Mi sensación es que el mundo que viene, o entra en un lugar más luminoso, o en el oscurantismo total. Sólo me queda agarrar la manito de mi hijo y dejar que él me guíe hacia lo bueno”.
Dibujos y letras
@fauvsto es el perfil de Instagram que contiene los dibujos de Rómulo Franco y @postdedicados es el perfil de Daniel Sacroisky.
Cuarenta cuentos de cuarentena (Rómulo Franco y Daniel Sacroisky)
Editorial pesopluma
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