“Yo sólo leo una novela en pantalla cuando no la tengo en físico”, dice Alonso Cueto, quien reconoce su preferencia por la lectura en papel. “Mi relación siempre ha sido con los libros físicos. Desde chico tenía una relación estrecha, no sólo con las páginas, sino también con el objeto físico del libro, con la portada, con el texto de atrás. Incluso, cuando habían pasajes memorables, pasajes que para mí eran entrañables, podía recordar durante mucho tiempo si estaban a la derecha, a la izquierda, arriba o al final de una página”, asegura el autor de “Grandes Miradas”.
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Por su parte, Gustavo Rodríguez resalta que la experiencia de lectura en papel es mucho más rica, pero entiende que hay momentos en los que la lectura digital saca ventajas. “Yo siempre he sido reticente a leer en pantallas, pero pasa el tiempo y aparecen contextos como la pandemia o simplemente viajes largos en los que uno se da cuenta que leer en pantalla trae beneficios”, comenta.
Ambos escritores fueron convocados para contar sus experiencias en relación a leer en pantalla versus la lectura en papel. Aquí, cinco aspectos comentados por ellos a tener en cuenta.
El peso y el espacio
“Como soy parte de una generación bisagra, he aprendido ha asegurarme y cuando viajo llevo un libro delgado impreso y aparte llevo mi cargamento de libros dentro de mi iPad”, asegura Rodríguez quien resalta que no es práctico viajar con varios libros en el equipaje.
Por su parte, Alonso Cueto también destaca que el espacio que ocupan los libros se ha vuelto un tema que resolver en muchos lados. “Las universidades están digitalizando sus bibliotecas, porque los tiempos hacen que cada vez haya menos espacio. La biblioteca de un lector tiene sentido porque el lector le da un sentido. Ahí están los libros que te reflejan, que reflejan tu vida, que te dicen quién eres. Pero para tener una biblioteca nutrida hay que tener un espacio generoso”, sostiene el autor.
Las ediciones
“Mi relación es muy especial y, a la vez, muy espacial con los libros. Me acuerdo, cuando, hace muchos años, Mario Vargas Llosa me enseñó, en la biblioteca de su casa, la primera edición de “Madame Bovary” del año 1857. Eso me emocionó, sentía que ese era el objeto que habían tocado los primeros lectores”, recuerda Cueto refiriéndose a las diferentes publicaciones que se pueden hacer de un mismo libro y cómo las primeras cobran una mayor relevancia para los lectores.
Rodríguez confiesa que antes pensaba que los libros y sus ediciones diferentes podían verse amenazadas por los libros digitales. “Pero creo que nos gana el hecho de ser primates, creo que nos esperan todavía siglos de disfrute sensorial al leer libros físicos”, indica. “Además los libros digitales me permiten acceder a clásicos que he ido perdiendo entre mudanzas”, agrega.
El placer de leer
“Crecí con una experiencia de lectura multisensorial. Sentir el peso del libro en tus manos, sentir el peso en tu barriga cuando lo dejas. El olor a libro nuevo, el sonido al pasar las páginas. Todo eso completa la experiencia de lectura para mí. En el caso de la lectura digital no encuentro eso. Por eso, tal vez, he destinado la lectura por placer a las páginas de papel y la lectura por trabajo o por información a las pantallas”, comenta Gustavo Rodríguez.
Cueto camina en la misma vereda. “La lectura se empieza a disfrutar antes de leer. Desde que se tiene el libro en las manos, desde que le empiezas a quitar el plástico. Todo es una experiencia que está ligada también a la lectura. Recuerdo que tenía un amigo que decía que no podía esperar a que publiquen el libro que tanto quería leer porque quería meterle diente. Creo que eso explica la idea que se puede tener del libro como objeto”, señala
Abrir el libro
En este punto no hay mucha discusión y Alonso Cueto lo explica así: “Sentir el lomo, las páginas, la portada y la textura de un libro impreso nunca se igualará a darle clic a un link de internet”.
La inmediatez
“Un beneficio importante de las publicaciones digitales es que te permite acceder al contenido mucho más rápido y fácil”, reconoce Gustavo Rodríguez. “Sobre todo ahora, en época de pandemia, cuando mis librerías favoritas estuvieron cerradas, era necesario leer en digital. Tengo en mi iPad la aplicación de Amazon y allí voy comprando los libros que me interesan”, asevera.
Por su parte, Cueto coincide en que la facilidad de acceso que proporciona el internet es un gran beneficio. “Puedes acceder a temas de coyuntura mucho más rápido, no tienes que esperar a que el libro llegue a tu país o tu ciudad. Puedes acceder a tesis y ensayos que desconocías”, señala y concuerda con Rodríguez, además, en que ya sea frente al papel o frente a una pantalla de miles de pixeles, lo más importante de leer es dejarse llevar, cautivarse con una buena historia y adentrarse en mundos nuevos y desconocidos.
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