Antes de que se produjera la recién estrenada película "Dawn of the Planet of the Apes", la franquicia de los monos que dominan el planeta ya era larga: se remonta a 1968, con la primera película, protagonizada por Charlton Heston. Pero antes del cine, hubo un libro.
Hoy en día pocos han oído hablar de Pierre Boulle. Él fue el autor francés a quien se le ocurrió la brillante idea de unos humanos que viajan en el tiempo y se topan con una civilización de simios. Esa fue la historia de su novela de 1963 "Planete des Singes" ("Planeta de simios").
Pero eso no es todo. Pierre Boulle también fue la pluma detrás de otro clásico del cine, nada menos que el "Puente sobre el río Kwai". Un libro, a decir verdad, muy, muy británico, que cuenta la historia de un coronel y su concepto del deber y el honor.
¿Cómo es posible que lo haya escrito un francés? ¿Y cómo fue que este francés pasó de una aventura de guerra al mundo de la ciencia ficción para obtener su segundo triunfo en Hollywood?
Pierre Boulle murió en París en 1944. Su carrera literaria se había extendido por 40 años y había quedado plasmada en más de 30 novelas y colecciones de cuentos.
Pero fue su fascinante vida antes de abocarse a la tinta y el papel lo que dio forma a su imaginación literaria.
Atrapado en Indochina
Desde mediados de los años 30 trabajó en una plantación de caucho para una compañía británica en Malasia. Y en la Segunda Guerra Mundial sirvió como agente encubierto para el Special Operations Executive (SOE), una organización de espionaje y sabotaje británica contra las potencias del Eje en la Europa ocupada por los nazis.
Cuando escribió "El puente sobre el río Kwai" habló de un mundo que conocía bien.
"Pierre Boulle era profundamente anglófilo", le dice a la BBC Jean Loriot, presidente de la Asociación de Amigos de Pierre Boulle.
"En el Lejano Oriente trabajó con ingleses. Se había impregnado de la cultura inglesa. Admiraba mucho a los ingleses. Cuando empezó a escribir, hizo que muchos de sus héroes fueran ingleses".
"El puente sobre el río Kwai" fue la tercera novela de Boulle. Los títulos de las primeras dos -"William Conrad" y "The Malay Spell"- rinden homenaje a sus dos inspiraciones literarias: Joseph Conrad y Somerset Maugham.
Para su tercer libro, Boulle quería explorar la psicología del ultracorrecto coronel Nicholson (interpretado por Alec Guiness en la película), pero también plantear preguntas acerca de la relatividad de los sistemas de valores de los japoneses y los británicos.
Las palabras de apertura son: "¿Será posible que la brecha insalvable que algunos creen que separa las almas de occidentales y orientales no sea más que un espejismo?... Tal vez la necesidad de 'salvar el honor' era, en esta guerra, tan vital, tan imperativa, tanto para los británicos como para los japoneses".
Años después, Boulle escribió una corta autobiografía llamada "Las fuentes del Kwai" en la cual describió su propia experiencia de guerra.
En Singapur, en 1941, se enlistó en Francia Libre (el gobierno francés en el exilio, fundado por Charles de Gaulle) y fue asignado a lo que se conoció como la Fuerza 136. Se trató de la primera operación del SEO británico en el sudeste asiático.
En un lugar llamado "El convento" se lo sometió a un curso de entrenamiento en el cual "caballeros muy serios nos enseñaron el arte de volar un puente, colocar explosivos al lado de un barco, descarrilar un tren, así como despachar al otro mundo -tan silenciosamente como fuera posible- a un guardia nocturno".
Después de varias misiones en Birmania y China, Boulle -ahora bajo el nombre clave inglés de Peter John Rule- recibió órdenes de dirigirse por río a Hanoi, en la Indochina controlada por el régimen de Vichy.
Con la ayuda de habitantes locales, construyó una balsa de bambú y flotó río abajo. En un lugar llamado Laichau fue avistado y llevado frente al comandante local francés. Boulle tuvo el impulso de sincerarse: le dijo al comandante que era de Francia Libre, con instrucciones de hacer contacto con oficiales de Vichy que simpatizaran con la causa.
Desafortunadamente, el comandante no era uno de ellos. Boulle fue sentenciado a trabajos forzados de por vida. Se pasó los siguientes dos años en una cárcel de Hanoi, antes de escapar, hacia el final de la guerra.
"La experiencia fue fundamental para Boullet", dice Loriot. "Cuando llegó a Indochina pensó que estaba en el lado de los buenos. Pero un francés lo arrestó y le dijo: 'no, no es así'".
"Lo hizo reflexionar sobre la relatividad del bien y del mal, que es el tema de todas sus obras. Lo que es bueno sólo es bueno en cierto contexto. No necesariamente en forma universal".
También es importante notar que "El puente sobre el río Kwai" termina diferente a la película. En el libro, el puente no es dinamitado. Sobrevive como un monumento a la tenacidad del coronel Nicholson. Fueron los estadounidenses en Hollywood quienes insistieron en un final más dramático y gratificante.
Los simios también cambiaron
Boulle no hizo mucho escándalo por el cambio a su historia. Era entonces un escritor joven, contento de recibir las regalías. Años después pasó lo mismo con "El planeta de los simios".
En el libro original de Boulle la historia es contada por una pareja de viaje de luna de miel por el espacio, que encuentra una botella con un manuscrito. Está escrito por un periodista francés que cuenta sus aventuras en un planeta gobernado por monos, donde los humanos son los animales tontos.
Al final del recuento, el periodista regresa al aeropuerto de Orly, en París, donde se encuentra con que los empleados... son simios. Y hay un giro inesperado cuando descubrimos que la pareja de luna de miel son también chimpancés.
Precisamente el momento que no está contenido en el libro es, posiblemente, el más memorable de la película: el descubrimiento, al final, de la Estatua de la Libertad medio enterrada.
En la película, esto comunica el hecho asombroso de que los viajeros se adelantaron en el tiempo y que están de regreso en la Tierra; una Tierra devastada por la guerra nuclear, en la que los simios han emergido como la especie dominante.
En el libro de Boulle, los eventos ocurren no en la Tierra, sino en un planeta distante (de hecho, la versión de 2001 de la película, dirigida por Tim Burton, se acercaba más a la trama del libro).
"Es una gran diferencia. En el film, hay un sentido de responsabilidad humana. Es el hombre el que ha llevado a la destrucción del planeta", dice, en conversación con la BBC, Clement Pieyre, quien catalogó los manuscritos de Boulle en la Biblioteca Nacional de Francia.
"Pero el libro es más una reflexión sobre cómo todas las civilizaciones están condenadas a desaparecer. No ha habido error humano. Simplemente, el regreso al salvajismo va a ocurrir de todas maneras. Todo muere", añade.
El trabajo de Boulle se divide claramente en dos géneros: las historias de guerra y las de ciencia ficción.
"Creo que el vínculo entre los dos tipos es que en cada una, Boulle pone a sus héroes en situaciones incómodas y ve cómo se las arreglan. Los lleva a los extremos", dice Pieyre.
Boulle escribe en un francés simple y sus libros se hacen más fáciles de leer gracias a una fluidez narrativa poderosa (algo que no es común entre los escritores franceses modernos).
Boulle era un ingeniero. Según Loriot, hay una "lógica implacable en sus historias".
"De hecho, escribía la última página primero y después trabajaba hacia atrás para construir el camino hacia esa conclusión".
Pasada la guerra, Boulle tuvo una "epifanía", según Loriot, y dedicó el resto de su vida a escribir. Fue a París, donde vivió con sus amadas hermana y sobrina. Loriot es el viudo de la sobrina de Boulle.
En el fondo de un baúl
Cuando el escritor murió, Loirot y su esposa tomaron posesión de un baúl lleno de manuscritos de Boulle. Entre ellos hay un documento cuya existencia se dio a conocer recientemente: la versión original del guión de Boullé para una secuela a la película de 1968.
La película protagonizada por Charlton Heston fue tan exitosa, que la Twentieth Century Fox pidió una segunda parte inmediatamente.
Boulle se aplicó a la tarea (incorporando la Estatua de la Libertad que aparece al final del primer film, irónicamente), pero su guión resultó inutilizable.
"Había consenso general de que Boulle era un escritor increíblemente imaginativo, pero no entendía el cine", dice Pieyre.
Hoy Boulle está casi olvidado, incluso en su Francia natal. Toda la vida fue una persona retraída, que rehuía el mundo literario. Nunca se casó.
"Creo que parte del problema es que los franceses no saben cómo catalogarlo. Algunos piensan que era demasiado 'Hollywood' por las dos películas. Pero no. Estaba arraigado en Francia", dice Pieyre.
Loriot le ha dedicado los últimos 20 años de su vida a perpetuar la memoria de un hombre a quien quiso mucho.
"En su lecho de muerte, sus últimas palabras para mí y mi esposa fueron: 'Espero que no me olviden'", recuerda Loriot.
El hombre detrás de dos grandes filmes de todos los tiempos -y mucho más- ciertamente merece esto y más.