Dice que la Biblioteca Nacional del Perú ha sido elitista. Y que volver masiva su convocatoria será la diferencia que caracterizará a su gestión. El nombramiento de Gonzalo Alegría Varona como nuevo Director de la BNP es inminente, y tras su próxima publicación en El Peruano, liderará una gestión con muchos frentes abiertos, especialmente tras las críticas de la opinión pública al ministro de Cultura Ciro Gálvez, por sus declaraciones excluyentes, difusas, desestructuradas. En medio de la incertidumbre y de un desfile de nombramientos cuestionados, Alegría es una excepción: es economista con especialidad en finanzas, sociólogo y profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid y actualmente en el Centrum de la Universidad Católica.
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Su perfil parecería más cerca de las oficinas del Ministerio de Economía, pero también muestra un diplomado en Gestión y Financiación de Bibliotecas de la Universidad de Michigan así como su experiencia en el desarrollo y evaluación de programas de tecnologías de información y comunicación para el desarrollo. Sabe que la opinión pública está pendiente de los nuevos nombramientos del estado y por ello el hijo menor del icónico Ciro Alegría nos repetirá sus logros académicos. “Mucha gente empieza a preguntarme que hago en la Biblioteca Nacional si no soy bibliotecario”, señala el técnico y político de 58 años y como respuesta, señala sus diplomas y su biblioteca personal repartida en su casa, el el distrito de Santiago de Surco, parecida a un museo dedicado a la memoria del autor de “La Serpiente de Oro”. Lleva la cuenta: más de seis mil libros, especialmente volúmenes técnicos.
Sobre la mesa, advertimos un sombrero. “El mío es chiclayano”, nos dice, cuando advertimos la coincidencia con el socorrido símbolo del presidente chotano. “¿Sabías que mi padre hablaba como habla Pedro Castillo?”, comenta Alegría y nos explica que el acento chotano y el de Huamachuco son muy parecidos. “Cuando vi a Pedro Castillo con su sombrero, me emocioné. Yo lo uso porque soy alérgico al sol, aunque cuando salía del Centrum con él, muchos se burlaban en tiempos de la segunda vuelta diciéndome que era mi forma de apoyarlo”, recuerda.
“En parte, mi apoyo a Pedro Castillo es sentimental. Me recuerda a Benito Castro en ‘El mundo es Ancho y Ajeno’, quien asume el protagonismo de la novela tras la muerte de Rosendo Maqui. Igual que Castillo, solo pedía modernización, solidaridad, cambios estructurales en el país. Y no lo logró. Esperemos que el Perú haya cambiado y que ahora podamos conseguir oportunidades para todos”, dice. “Mucha gente demócrata, que creía en la igualdad de oportunidades, apoyó a Castillo para que no ganara el otro bando. Entre ellos estoy yo”, afirma.
–¿Qué piensa cuando el Ministro de Cultura Ciro Gálvez dice “Existe dos clases de peruanos, los hispanos peruanos y los peruanos originarios”?
Creo que la afirmación del Ministro es cierta, en tanto que aún en el Perú mantenemos la dolorosa realidad del racismo virreinal, ahora más soterrada y disfraza de clasismo. Aquello que he escuchado tanto en Lima de que “Cholo con plata ya no es cholo”, es tan ofensivo como cierto. Me duele que en la campaña electoral mucha gente dijera que “Pedro Castillo no sabía hablar” simplemente porque su dejo no era limeño y su origen era humilde. Somos una sociedad clasista, con círculos pitucos, cerrados y bastante ciegos. En democracia, debemos abrirnos a un cambio real e integrador, o la injusticia institucionalizada podría terminar en una nueva ola de violencia social innecesaria. Mientras Ecuador y Chile, con gobiernos liberales, se encuentran jaqueados por movilizaciones populares que reivindican la igualdad de oportunidades reales, Perú y Bolivia tienen gobiernos capaces de lograr una reconciliación nacional que, lamentablemente, algunos grupos dirigentes tradicionales peruanos no saben aprovechar debidamente.
–¿Pero el argumento del ministro no contribuye a una mayor división?
No creo que constatar una triste realidad sea polarizarla, al contrario. Un buen diagnóstico del duro problema, es la única forma realista de articular soluciones verdaderas, viables y sólidas. Confío nos permitan articularlas desde el Ministerio de las Culturas.
–¿El Ministro de Cultura le planteó algún encargo específico al momento de nombrarlo?
El Ministro de Cultura es una persona para mí simbólica de aquellos dos órdenes conviviendo en el Perú: el orden de la civilización andina, basado en una organicidad social basada en el ayllu, y la solidaridad intrínseca, y la civilización occidental que habla de individualismo y de competitividad. Esa es dinámica que se ha mantenido hasta en las estructuras jurídicas. Un ejemplo es el caso de los ronderos, un tema ahora tan de moda. Los ronderos son una forma de policía cívica reconocida en la legislación desde tiempos del virreinato. Pero las grandes ciudades tienen la lógica occidental, y no se puede aplicar en ellas el modelo de los ronderos. La idea de hacer ronderos en Lima suena a “chapa tu choro”. Somos un país con una doble civilización, y eso la biblioteca no lo va a poder conciliar. Pero lo que si puede hacer es promover la conciencia en la gente para lograr un sincretismo cultural de verdad. Más allá de las diferencias, la estructura de un país debe ser un marco regulador único.
–Señala que la Biblioteca Nacional ha sido elitista. ¿Qué le lleva a afirmar eso de la gestión anterior?
No es tanto de la gestión anterior, viene de tiempo atrás. Ser director de la Biblioteca Nacional no es un premio literario, artístico o intelectual. Y eso es lo que hace que muchos bibliotecómanos se quejen. En mi caso, ocurre el milagro de que sí he estudiado y tengo experiencia en gestión de bibliotecas. Soy el único miembro de la Unesco para Bibliotecas y bases de datos en el Perú. Pienso que hay que cambiar la actitud de la biblioteca pública en el contacto con la gente. Debemos recuperar el entusiasmo de la gente para que la BNP pueda ser una institución formativa para todos, no solo para una élite. Duele decirlo, pero así es.
–En la gestión de Ezio Neyra se destacan logros como la instalación de la Biblioteca en Cutervo, por ejemplo. Eso no es un trabajo dirigido para una élite...
Y también la biblioteca del Rímac, sí. Conste que se trata de reformas de bibliotecas, espacios que te dan las municipalidades. Forma parte del Sistema Nacional de Bibliotecas. En este momento, en el Perú tenemos apuntadas poco más de 4,300 en todos los distritos del país. Bibliotecas que normalmente han desarrollado las municipalidades. Lo que hace la BNP es renovarlas, ponerles más stock de libros, o crear nuevas en los locales municipales. Con los poquísimos recursos que tiene la Biblioteca, 34 millones para este año, difícilmente podríamos construir nuevos locales. Yo diría que la gestión anterior ha sido válida dentro de lo que fue su filosofía todos estos años. No tengo nada contra Ezio Neyra ni de sus directores anteriores. Lo que queremos hacer es un cambio legítimo, que entusiasme a la población y que los lleve a la biblioteca pública.
–¿Cómo piensa fortalecer el Sistema Nacional de Bibliotecas?
Allí está el tema. Nosotros creemos que hay que cambiar por completo la filosofía. Actualmente, la filosofía de la BNP es agotarse en muchos esfuerzos pequeños. La forma de cambiar esto es a partir de cuatro ejes: Queremos convertir la sede de San Borja en una biblioteca peruanista, especializada en todas las humanidades. También seguiría allí la hemeroteca. Y vamos a convertirla en un centro de investigación sobre el país. En segundo lugar, toda la colección científica y técnica, será llevada a la biblioteca de la Av. Abancay. Queremos crear allí la Biblioteca Nacional Universitaria y Técnica.
–¿Piensa que la Biblioteca Pública de la Av. Abancay ha perdido su perfil?
Sin duda. Con todo respeto, es solo un cascarón.
–¿Cuáles serán los otros dos ejes de su política?
El más importante: crear las bibliotecas interculturales. Haremos una Biblioteca Nacional Quechua, una Biblioteca Nacional Aimara y una Biblioteca Nacional Amazónica. Estamos en un Ministerio que quiere llamarse “De las Culturas”, y para ello debemos lograr que esas identidades fuertes sean reivindicadas. Ya existe una excelente biblioteca municipal en Cusco, y lo que queremos hacer es potenciarla con toda la bibliografía en quechua o sobre la cultura quechua, además de proveerle personal. En Puno es más difícil, pues su biblioteca tiene ciertas disfuncionalidades. Pero la Biblioteca Amazónica, de origen jesuita, es un centro de investigación muy importante. Todo eso hay que ponerlo en valor.
–¿Y cómo se les puede poner en valor?
Por ejemplo, las lenguas que estamos perdiendo pueden acogerse al programa Roseta de la Unesco. También queremos llegar a acuerdos con Google para que las ediciones en quechua o aimara puedan leerse en Google Books. Queremos también que ambas lenguas entren al Google Translator. Sería una herramienta muy buena para motivar a la gente a tener páginas web en quechua y en aimara.
–¿Cómo emprendería esas gestiones con Google?
Con acuerdos, ciertamente. Google tiene fundaciones para ayudar estas iniciativas. Esto es un tema de buena fe, ir a solicitar apoyo tecnológico. Para ellos el costo de darnos ese apoyo estructural es casi mínimo. El tema es nuestro: que la gente que habla quechua y aimara genere el contenido.
–¿Cuál sería el cuarto eje?
Por último, las bibliotecas regionales. La idea es crear dos grandes bibliotecas más, en Trujillo y en Arequipa. Espacios amplios dedicados a estas dos áreas, la peruanista y la universitaria y técnica, como una forma de reforzar la presencia de la Biblioteca Nacional en el país.
–¿Qué piensa de la seguridad actual de la Biblioteca?
Mi objetivo es que no se pierda nada de valor. Es vergonzoso que en esta administración saliente, sé que no es culpa de Ezio Neyra, seguramente ni se había enterado, pero es vergonzoso que el día que dejó el cargo, ya se querían robar cuatro computadoras con datos importantes sobre las colecciones. Intentaron sacarlas desde el cuarto piso, por la puerta de atrás. Afortunadamente, la propia gente de la BNP denunció el robo cuando las máquinas ya estaban casi en la calle y se salvaron los equipos. Eso se debe a que el sistema de control de la Biblioteca Nacional del Perú es parte de la propia biblioteca. Hay una endogamia allí que ha enfermado el sistema. Hay que traer vigilantes de fuera, rotativos, que se responsabilicen.
–Uno de los grandes problemas que enfrenta una nueva gestión de un director de la Biblioteca Nacional es su relación con el sindicato. ¿Cómo relacionarse con empleados que desconfían de su director por el hecho de no ser bibliotecólogo?
Así es. Entiendo que son intelectuales preparados, que aman los libros. Pero que tienen sueldos bajos y enfrentan maltratos, viendo siempre pasar un desfile de gente que no entiende cómo es la gestión de una biblioteca. Eso genera una desazón lógica. Confío que, cuando ellos se den cuenta de que sé gestionar una biblioteca y que los entiendo y apoyo, la situación cambie. Lo que hay que hacer es incorporar la Ley Servir para homologar los sueldos. Confío que esa propuesta ayudará mucho. No pienso contratar más personal. Me voy a quedar con los que hay, pero eso sí, lo vamos a distribuir. Tenemos un programa de expansión y no debemos gastar más. Debemos lograr que, de forma voluntaria, parte de la gente pueda también irse a Arequipa, a Trujillo o a Iquitos. O colaborar a distancia. El problema real es que la biblioteca tiene una planilla muy elevada para tener solo dos locales. Estamos hablando de 227 personas.
–El problema es que difícilmente el funcionario público aceptará un cambio de este tipo.
En el fondo, de lo que se trata es ser eficiente en la gestión del gasto. Intentar hacer mucho con poco. En el Perú tenemos la idea de la eficacia, no la eficiencia. La eficacia es alcanzar el objetivo que me he propuesto en un año, a cualquier costo. En el sector público lo que se busca es gastar tu línea de presupuesto asignada. pero en el mundo entero, el sector público está evolucionando no solo pensando en gastar, sino en qué calidad de vida le das al ciudadano, qué prestaciones realmente has logrado y cuál es la satisfacción del ciudadano respecto a tu gestión.
–El 28 de agosto es el Bicentenario de la Biblioteca Nacional. ¿Si bien los tiempos no son para fiestas, qué se ha planeado para conmemorar la fecha?
Esto ya lo ha dejado planeado la gestión de Ezio Neyra y yo espero que ese día tengamos el privilegio de que nos acompañe, junto con otros directores anteriores de la Biblioteca. Debe ser una celebración para todos. Pero lo que queremos dar es este mensaje: proponer un enfoque más popular para la BNP.
–Usted es el último hijo de Ciro Alegría. Su padre falleció cuando usted tenía solo 6 años. ¿Qué recuerda de él?
Tengo recuerdos vagos. Mi madre, en broma, me decía que yo había heredado de él todas las taras y solo una virtud. Tengo sus mismas úlceras, su asma alérgica, sus problemas de piel. Pero compartimos también la virtud de la memoria. Recuerdo cuando jugábamos, cuando me enseñó a cantar la canción de los balseros, que aparece en su libro “La serpiente de oro”. Me decía: cuando pase el cóndor, tú tienes que correr y ponerte a su sombra, porque te trae suerte. Ser hijo de Ciro Alegría me ha traído suerte, en el sentido que me ha permitido entender mejor al Perú.
–Postuló a la alcaldía de Lima en el 2010. ¿Es un recuerdo agridulce su relación con Acción popular?
Dulce por el trabajo con las bases y por mi enorme amor por Belaunde, que fue mi padrino de bautizo. Acción Popular tuvo gente valiosísima, como Valentín Paniagua, muy amigo de mi hermano Ciro. Mi hermano nunca militó en ningún partido político porque consideraba la política como algo nefasto.
–¿Y usted, cómo la considera?
Yo me he apuntado un montón de veces, la gente podría pensar que suelo cambiar de camisetas. Pero me apunto porque creo que cuando una organización quiere ayudar al país, debes involucrarte. Yo no me he quemado políticamente. No he sido candidato miles de veces. Si vienen y me dicen para ayudar a hacer un plan de gobierno, como me lo pidió George Forsyth, lo hago. Creo que si alguien te pide ayuda para solucionar los problemas del país, es un deber patriótico participar.
–El 2013 se alejó del partido. ¿Por qué?
He mantenido una buena relación con el partido. En el Instituto Violeta Correa, donde se forman los cuadros y las bases, sigo colaborando como profesor. Y lo haría con cualquier otro partido. Con el partido de Acuña también he colaborado. La idea es que los peruanos le tuvieran menos miedo a la política. Si los buenos, los que quieren un país digno, se retiran de ella, son cómplices de que todo salga mal luego.
–¿Cómo evalúa la participación de Acción Popular en el Congreso recientemente?
Siempre en Acción Popular hubo dos corrientes: La izquierda y la derecha. La izquierda fue la de Alva Orlandini, magnífica persona, y la derecha encabezada por Ulloa Elías. El partido representa las contradicciones internas del país. El problema es cuando gana una de las facciones. Los partidos serios y responsables suelen agruparse con el ganador, y allí es donde falló el partido, pues siguen manteniendo rencillas internas pese a que ya tenían un candidato único. Eso pasó en mi campaña municipal, en la que hubo gente que me serruchaba.
–¿Acción Popular tuvo un papel golpista en el congreso el año pasado?
No, para nada. Lo que hizo Merino fue fiel reflejo de lo que le permitía hacer la ley. Otra cosa es decir si era conveniente. Y a mí me parece que en ese momento no lo era. Merino tuvo un asesor que lo llevó al error: Ricardo Burga. Hubiera sido mejor dejarle acabar el mandato al presidente Vizcarra.
–En el carnaval de la política peruana, usted eligió el disfraz de Hulk. ¿Cómo así se le ocurrió?
(Ríe) La gente tiene que entender que existe el marketing político. El efectismo permite romper el silencio o las barreras a tu alrededor. Yo empecé la campaña municipal denunciando que había sobreprecio en las obras de Luis Castañeda con OAS y Odebrecht, y decirlo era entonces un pecado mortal que me llevó a desaparecer de los medios. El tiempo ha puesto las cosas en su sitio. Pero entonces, en la desesperación de verme desaparecido, me acordé de Antanas Mockus, quien cuando nadie lo quería para alcalde de Bogotá, les mostró a todos el trasero. Yo no quise llegar a tanto, pero al final pensé en hacer algo efectista. Había que salvar Lima por las buenas o por las malas. Los sectores A y B necesitaban un Bruce Banner, un científico que les convenciera de que había que hacer las cosas bien. Pero los sectores C, D y E en Lima, como en el resto del Perú, está desesperado. Y lo que quieren es un Hulk, alguien que reviente cuando hay demasiadas injusticias. Es parte de la bipolaridad de la política peruana. Sacrificando un poco mi imagen de intelectual, hice esa parodia. Pero no fue algo exagerado. ¡La gente habla de eso como si todo el día estuviera disfrazado de Hulk! Solo fueron dos sketch en televisión, y no me arrepiento de haberlos hecho. Sigo pensando que en el Perú falta un Hulk: Por un lado más técnicos y por otro, fuerza para golpear la mesa y hacer las cosas.
–Esperemos que tenga músculo para la gestión de la Biblioteca Nacional...
Yo espero contar con apoyo de todos los que aman la cultura en el Perú. Y muy especialmente de la gente de la propia BNP. Que sepan que los voy a tratar con el respeto y el cariño que merecen. Lo que quiero, ante todo, es formar un equipo.
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En esta nota, publicada originalmente el 14/08/2021 a las 8:00 am. se aseguró por error que Gonzalo Alegría ya había sido nombrado Director de la Biblioteca Nacional del Perú.
Se actualizó el 14/08/2021 a las 2:15 pm. con la información correcta. Si bien el nombramiento de Alegría es inminente, este aún no ha sido publicado en el diario oficial El Peruano.
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