Boris Johnson ha ordenado un nuevo confinamiento para los ciudadanos ingleses hasta diciembre. Al escritor británico-pakistaní Hanif Kureishi no se estresa el encierro, pues como escritor es su estado permanente. Sin embargo, está atento a la preocupación a su alrededor, sus tres hijos en casa, la gente preocupada por un confinamiento seguido de otro, esperando que vendrá uno nuevo después de Navidad. El autor de “El Buda de los suburbios” comparte, como todos, la pregunta que nos angustia ¿Alguna vez va a terminar esto? A esta ansiedad se suma una nueva caída de su equipo, el Manchester United, al que más de un comentarista ha comparado con “El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr Hyde”, la novela de Stevenson: su equipo puede triunfar en la Champions pero en la Premier League van en puesto decimoquinto.
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“¿Hay explicación racional para entender este caso de doble personalidad?”, le preguntamos a través del zoom. “Oh, dios. Estaba tratando de no pensar en eso en todo el día”, exclama contrariado. “Mi esperanza es que toda nuestra conversación fuera sobre literatura, sin mencionar nada sobre el horror y la angustia que nosotros, como familia, tenemos que sufrir”, dice con resignado humor. “Nosotros apoyamos al Manchester desde hace muchos años, mucho antes que arrastrara esta trágica circunstancia. No tengo explicación para el colapso del club, excepto su incapacidad para recuperarse de la ausencia de Alex Ferguson”, señala, refiriéndose al mítico entrenador que lo dirigió de 1986 a 2013. Con él en el banquillo, el Manchester United obtuvo trece campeonatos de liga y dos títulos europeos, más títulos que en toda la historia de los Diablos Rojos.
Aprovechando su interés en la cultura pop, quería comenzar esta entrevista por la pena que ha generado en todo el mundo la muerte de un actor como Sean Connery. ¿Cómo se ha sentido en Inglaterra la pérdida del actor?
Cuando era un niño en los años sesenta no me perdía ninguna de las películas de James Bond. Nos abrió a un mundo que no existía antes de esos filmes, un glamour no visto anteriormente: los autos, el alcohol, el sexo, las mujeres, la diversión. Para nosotros, esta visión de un mundo diferente la representó Sean Connery. Tanto así que no nos importaba regresar caminando a nuestras casas, en plena lluvia, después de ver una de sus películas. Tengo el orgullo de haberlo conocido. Habremos coincidido tres o cuatro veces. Lo encontré siempre carismático y bello. Todos los que lo han conocido pueden decir lo mismo. Connery impactaba por su carisma y su belleza.
Aquellas películas clásicas de James Bond creaban la ilusión de una Inglaterra que, en el mundo de posguerra, aún conservaba un papel geopolítico como potencia. Era la imagen de un país que seguía siendo de blancos, protestantes y adictos al té. ¿Es Bond un fantasma de una Inglaterra que nunca quiso aceptar los cambios que atravesaba?
Definitivamente. Inglaterra cambió mucho después de la guerra, fueron tiempos bastante oscuros y difíciles, marcados por el fin del imperio. Muchos ingleses tomaron a mal esa pérdida. De allí se dieron dos cosas fundamentales: la influencia de las masas inmigrantes durante los años sesenta y setenta, y el florecimiento de la cultura popular. Yo me siento parte de ambas cosas. Primero, por la inmigración de mi padre a Inglaterra y segundo porque estuve muy involucrado con la música entonces. Vivíamos esperando y disfrutando de la música. Inglaterra ha cambiado mucho y sigue cambiando. A causa de la pandemia y el Brexit, siento que vivimos en una crisis perpetua. Mucha gente tiene una imagen soñada de Inglaterra, pero vivir su realidad es muy diferente. La gente no está contenta, encuentra muy difícil el hecho de vivir aquí.
Hablando de cine, “Nada de nada” su más reciente novela, cuenta la historia de un reputado director que, al llegar a la vejez, ha empezado a perderlo todo, empezando por su vida conyugal. ¿Esta novela sobre la decadencia tiene que ver con la desaparición de ese mundo de los 60?
En ese libro me interesé por la vejez, cómo uno envejece y lo va perdiendo todo en la vida: el estatus, el lugar, las posesiones, los amigos que van falleciendo. Cómo no ligarlo a lo que sucede hoy en Inglaterra, un país que se está cayendo a pedazos. Me interesa analizar esta decadencia, cómo se llega al final. Sin embargo, quería proponer un nuevo enfoque: de repente, esa decadencia podía convertirse en algo bello, uno puede aprender a disfrutar de su propia inercia. También tenemos la capacidad de imaginar otros futuros. Así como hubo una Revolución Industrial, hoy Inglaterra ya no es tan grande. Más bien es un lugar un poco más tranquilo. Así, uno puede imaginar otras maneras de vivir aquí. Cuando escribo, me gusta relacionar al individuo con el mundo, con la política, con los problemas sociales. Ese es mi enfoque cuando trato de escribir.
Recuerdo al cineasta espiando con sus audífonos la intimidad que desarrollan su esposa y un crítico de cine que vive con ellos. Es una escena muy de Hitchcock… ¿Cuánto de cine negro hay en su novela “Nada de nada”?
Escribí este libro mirando mucho cine negro, y estaba buscando la manera de interpretarlo. El cine noir, los filmes de suspenso americanos, leyendo las traducciones del francés de las novelas Georges Simenon. Todo ese material me inspiró a escribir una novela corta y oscura, que sea literaria y al mismo tiempo popular. Definitivamente tenía en la cabeza a Hitchcock, sentado en un cuarto, encerrado mirando por la ventana, escuchando por un audífono. Siento que este encierro es algo que nos sucede a todos, especialmente cuando uno está envejeciendo.
Una de las características de sus novelas son sus notables inicios. Pienso, por ejemplo, en “Este es el día más triste, porque me marcho y no volveré” de su novela “Intimidad", o "Mi nombre es Karim Amir y soy Inglés de los pies a la cabeza, casi”, como inicia “El buda de los suburbios”. En esa línea inicial parece concentrarse el ADN de la novela. ¿Cómo se plantea las primeras líneas de sus novela?
Me parece una muy buena idea empezar una película, un cuento o una novela anunciando su presencia. Atrayendo la atención de los lectores desde el inicio y tratar de mantenerlos hasta el final. Para eso hay que tratar de comenzar con fuerza. Es algo que veo también en los libros que disfruto, como “The Catcher in the Rye” (“El guardián entre el centeno”) de J. D. Salinger. Cuando escribo un libro, generalmente espero terminarlo para volver al inicio y escribir un comienzo poderoso y cautivante para el lector. Se trata de convencerlo de que deje de hacer otras cosas, o que abandone otras lecturas, y que se sienta atraído a este libro. El comienzo de una novela marca el tono, el estilo, la voz del resto de la historia. Es algo que enfatizo mucho a mis estudiantes.
Del instituto de Bromley donde usted estudió salieron también artistas como David Bowie, Billy Idol o Siouxsie and The Banshees. Eran tiempos en que un disco podía significar una revolución. ¿Cree que hoy vivimos una involución?
Ha habido mucha creatividad en Inglaterra y estas explosiones lideradas por Bowie, por Eric Clapton, por los Rolling Stones y el punk en los ochentas con Siouxsie and The Banshees provienen siempre de los suburbios de Londres, y en el caso de los Beatles, de los suburbios de Liverpool. Lo interesante de estos estallidos fue lo estimulante que resultaba que la gente encuentre la oportunidad de trabajar juntos.
El gran grito del movimiento punk tenía que ver con la idea de No futuro. ¿Hoy cómo advierte la indignación juvenil?
Tengo tres hijos que están entre los 20 y 30 años. Ellos están preocupados por las cosas que suceden en el mundo. Veo en ellos sentimientos muy cargados sobre el cambio climático, por ejemplo, pues son muy conscientes de que sus hijos van a sufrir las consecuencias de lo que actualmente estamos haciendo. También están muy identificados con el ‘Black Lives Matter’, sienten que el futuro que debemos crear debe ser multirracial. Actualmente hay una cultura que nos permite expresarnos, y debe seguir así, sin restricciones de género, raza, ninguna. No creen que el capitalismo pueda llevarlos al futuro, pero no encuentran aún una ideología en la cual creer, en la que no haya inequidad. Hoy en día se ve mucha más inequidad que la que yo viví en los años sesenta. Yo me pregunto cómo será el futuro que les espera a mis hijos, y lo veo muy oscuro.
Mientras realizamos esta entrevista, el gobierno de Trump parece llega a su término. ¿Cree que los demócratas podrán desmantelar la polarización y cultura de odio que parece institucionalizada en Estados Unidos?
Soy la persona equivocada para contestar a esa pregunta. Ya me equivoque bastante cuando pronostiqué si Inglaterra iba o no a apoyar al Brexit, así que tengo claro que no sirvo para predecir el futuro. No soy Nostradamus. Pero pienso que más interesante que preguntarse si Trump vuelve o no a salir elegido es entender cómo se creó un personaje como él. Y qué es lo que quería la gente cuando lo eligió. ¿Cuál es la causa del éxito actual de los partidos populistas? ¿Cómo es posible que Trump pueda salir elegido después de un presidente como Obama? ¿Cuáles son las fuerzas que hacen emerger a Trump como líder? ¿quienes lo apoyan? Ese es el meollo del asunto. Esas son las preguntas que los escritores, periodistas, artistas e intelectuales tienen que hacerse. Tenemos una responsabilidad como parte de la población que crea a lideres como él. Los vemos como monstruos enloquecidos y no sabemos cómo aparecen en nuestras vidas, como logran salir exitosos. Tenemos que contestar estas preguntas porque somos igualmente responsables al elegirlos y permitir que estas fuerzas lleguen al poder.
MÁS INFORMACIÓN
La conferencia de Hanif Kureishi, así como todos las demás charlas del Hay Festival pueden verse en la página web del evento hasta el 16 de noviembre.
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