Lo primero que hizo cuando se despertó en la mañana fue correr las cortinas. Desde que estudiaba en el colegio, en Inglaterra, Sally Bowen quería visitar Lima, pues le parecía lejana y exótica. Pensaba que era un lugar lleno de color, vibrante y todas aquellas cosas que uno piensa cuando se imagina viviendo en un lugar situado frente al mar. Sin embargo, al mirar por la ventana se decepcionó: todo era gris.
Corrían los últimos años de la década de 70 y Bowen había llegado tras perseguir su instinto aventurero luego de terminar de estudiar Literatura Española. Aprovechó, además, que su entonces esposo había aceptado un trabajo en el Perú. "No fue nada como me lo esperaba", recuerda. "No había imaginado que la ciudad tenía ese toque dramático...aunque, claro, luego me lo topé muy de cerca":
A los pocos años, Sally comenzó a ejercer el periodismo. Pero lo hizo casi de casualidad. El país estaba convulsionado, así que eran pocos los periodistas extranjeros que querían quedarse. "Todos los que podían irse, se habían ido. Yo no tenía tanta experiencia, pero me dijeron: 'No escribes mal, has estudiado y eres una de las pocas que viven en Perú, así que estás contratada'". Así, comenzó a viajar al interior del país para investigar sobre los gobiernos regionales, corrupción y narcotráfico y sus notas se publicaban en medios tan importantes como el "Financial Times". Asimismo, se acercó al entonces presidente Alberto Fujimori lo que le permitió, después, escribir "El expediente Fujimori", un libro que narra su crecimiento, así como su autoritarismo.
Ahora, en la FIL Lima 2015, ha presentado "Periodista al fin y al cabo", un libro que compila sus trabajos, investigaciones, así como cartas personales que escribió durante los 20 años que vivió en nuestro país.
¿Qué sensaciones te genera encontrarte una vez más con esta etapa de tu vida?
Me recuerdo a mí misma y recuerdo cómo era el Perú. Cada vez que vengo a Lima veo cambios inmensos : más hoteles, más edificios; veo el tren y más transporte. Pero me sorprende cómo es que, en realidad, son más que nada cambios superficiales. Todavía existe el problema de la droga, la corrupción y la politiquería. Incluso, algunos rostros siguen siendo los mismos. No hay cambios drásticos. Entonces, fue como un viaje al pasado, pero es una manera de ver que hay cosas que se mantienen.
¿Buscas causar una especie de impacto con este libro, como una suerte de llamada de atención?
Cuando lo escribí, no pensé que iba a causar interés. No quería publicarlo. Lo escribí para mí y para que en un futuro mis nietos entiendan porqué es que viví tanto tiempo en un país de tantos conflictos. Me ha sorprendido el interés que ha generado en algunas personas, especialmente en los jóvenes.
Hace poco, en una entrevista, dijiste que tendrías que ser más joven para volver a al campo e investigar ¿El trabajo era muy extremo?
Bueno, todavía puedo dormir en el suelo, pero preferiría no hacerlo por cuatro días seguidos (bromea). Era un trabajo bastante duro. Evidentemente no soy tan dinámica como antes y además, para hacer ese tipo de periodismo se necesita paciencia.
¿Qué opinión tienes sobre el periodismo de investigación actual?
Ha cambiado muchísimo. Es más, creo que mi libro genera interés porque algunos chicos se preguntarán '¿cómo podía trabajar así, sin celular, sin Internet?'. La verdad es que a veces era más difícil enviar la nota que armarla... Lamentablemente, creo que a pesar de todas las facilidades que existen ahora, no son muchos los periodistas que viajan, los que van en búsqueda de las notas, que buscan la verdad. Con lo poco que he visto, he notado que las noticias son muy básicas.
¿En qué sentido?
El presidente dice algo y eso es una noticia. Un congresista le responde y esa es otra noticia. Se necesita más que eso. Se necesita pensar: 'Esto no suena bien. Hay algo más detrás'. Yo no hablaría del gobierno actual, prefiero no hacer comentarios, pues no tengo mucha información sobre él, pero estoy segura que hay mucho que investigar.
¿Qué tan importante fui la intuición en tu trabajo?
Más que intuición, diría que lo que facilitó mi trabajo fue la curiosidad, las ganas de querer saber más. También es importante el sentido común. Pero también creo que una de mis ventajas (creo que fue una ventaja) es que yo no estaba ligada a nada o nadie. Es decir, no tenía familia viviendo en el Perú y tampoco tenía un novio peruano. Eso hacía que no piense dos veces las cosas que iba a publicar. Me hizo más fría.
Si alguien se te acerca y te dice que el Perú está peor o igual que antes, ¿Qué dirías?
Me lo preguntas y miro esos edificios (en la Av. Benavides, en Miraflores) y los veo intactos. No están destrozados como lo estuvieron alguna vez. Así que diría que pese a todo, las cosas están mucho mejor.