Hay libros que experimentan varias vidas. Es el caso de “El olvido que seremos” de Héctor Abad Faciolince (Medellín, 1958) dedicado por entero a su padre, el doctor Héctor Abad Gómez (1921-1987), pionero en el campo de la salud pública y defensor de los derechos humanos, asesinado a sangre fría en Medellín. A sus múltiples ediciones, se suma ahora una nueva lectura, la del documental “Carta a una sombra”, dirigido por su hija Daniela Abad y Miguel Salazar. El filme toma la historia del libro de su padre y se adentra en las historias íntimas de la familia Abad, reflejando la violencia que atrapó a todo un país en las décadas de los ochenta y noventa.
Ambos llegaron a Lima para presentar el filme en un coloquio sobre las “Narrativas del Yo”, organizado por la maestría en escritura creativa de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Católica. Hoy, a las 10 a.m., el escritor colombiano cambia de escenario, el del Teatro Municipal de Arequipa, para participar en la fiesta de las ideas del Hay Festival.
— ¿Qué tan difícil fue para ustedes volver a escuchar la voz de Héctor Abad Gómez, recuperada para el documental “Carta a una sombra”?
Héctor: Para mí, cuando una asistente me envió la cinta de mi padre recitando el poema de Borges “El olvido que seremos”, grabado en la emisora de la Universidad de Antioquia, fue un momento mágico. Llevaba más de 20 años sin escuchar la voz de mi papá. Y volver a escuchar esa voz, leyendo ese poema, fue muy emocionante. Cuando alguien se muere, lo que más añoras es la voz.
Daniela: En un documental podemos usar la entrevista, la puesta en escena, imágenes de archivo y el archivo sonoro. Personalmente, pienso que el archivo sonoro es el que mayor efecto tiene sobre el espectador, porque apela más a la imaginación. Contar con su voz hace presente de inmediato al personaje.
— ¿Llegaste a conocer a tu abuelo?
Daniela: Tenía un año cuando lo asesinaron. Teníamos muchas horas de archivo sonoro y recuerdo que pasaba mucho tiempo oyéndolo, como si conversara con él. Eso me ayudó a hacerme una idea muy personal de mi abuelo. Como un contacto directo, que las imágenes no alcanzan a darte.
— “El olvido que seremos” es uno de los libros canónicos de la llamada “literatura del padre”. Pero a diferencia de textos sobre padres dictadores o ausentes, aquí se trata del caso opuesto: contar cuánto lo amabas...
Héctor: En mi caso fue fácil, porque yo estaba escribiendo un libro de no ficción. Él decía que era “muy buen padre y muy mala madre”. Pero en realidad, fue un padre muy madre. No nos abandonó nunca, estuvo hasta el último día de su vida pendiente de nosotros. Cuando yo leía todas esas diatribas contra los padres, que era lo canónico en la literatura, no podía entenderlo.
— El caso de Vargas Llosa es icónico...
Héctor: Vargas Llosa, Kafka y otros. Es el padre tirano. Pero para mí, lo bonito era ese contraste: todos hablaban de la necesidad de matar al padre. A mí me lo mataron. Yo quería hacer una operación contraria: revivir al padre.
— Sin pretenderlo, el libro tiene un profundo enfoque de género, desde el momento que cuentas que tu madre llamaba a todos sus hijos “niñas” porque tus cinco hermanas eran mayoría...
Héctor: Este es un libro sobre el padre, pero está lleno de mujeres. Cuando yo escribo, lo que más siento dentro de mí es la voz de mi mamá y de mis hermanas. Si quiero contar bien un cuento, tengo que contarlo con la voz de mis hermanas. Para mí, la escritura es el reemplazo de la voz que no tengo.
— Daniela, ¿qué tan buena ‘madre’ es Héctor para ti?
Daniela: ¡Muy buena! [ríe]. Siempre hemos tenido una muy buena relación. Es verdad que vivimos mucho tiempo separados cuando vivíamos con mi madre en Italia. Pero él nos llamaba todos los días. Su voz estuvo siempre presente.
— En el documental, madre e hijos conversan sobre quién pudo haber matado a tu padre. Hay respuestas más o menos políticas. Unas realistas y otras ingenuas. ¿Este cruce de visiones rozan el conflicto?
Héctor: La presencia de Daniela en el documental inspiraba confianza. Nos dejó ser como somos. Nuestra familia no marcha al unísono como reclutas, no repite las cosas en coro como novicias. Somos muy distintos: hay tías liberales y tías conservadoras, tías a las que les interesa la política y tías a las que no.
Daniela: ¡Y eso es bueno para el cine! Al preguntarles si quieren saber quién fue el asesino de tu padre, o quién creen ellos que lo mató se genera debate y reflexión.
— ¿Todos en la familia han llegado a procesar la muerte de tu padre?
Héctor: Digamos que nos acostumbramos a lidiar con el conflicto interno. Por supuesto, eso crea conflicto: mi hermana Marilú, la mayor, dice que no quiere saber quién lo mató. Mi hermana Clara dice que sí necesita saberlo, para no odiar a todo el mundo. Yo tengo la ventaja de haberlo resuelto escribiendo. Pero creo que también mis hermanas lo resolvieron conmigo, porque saben que no lo escribí yo solo. Ellas tuvieron el primer manuscrito y me ayudaron a completarlo.