JOSÉ MIGUEL SILVA MERINO
Dueño de una pluma privilegiada, Johann Page vuelve a la palestra con “Patrimonio”, un cuento fascinante que lo hizo ganador del Premio Copé 2014. El relato fue publicado por Petro-Perú en un libro que incluye todos los relatos ganadores y finalistas del certamen. A propósito del lanzamiento, conversamos con el escritor de 35 años que está próximo a publicar un libro de cuentos y también dos novelas (una corta y otra de más largo aliento).
Muchos escriben en su adolescencia pero son pocos los que se atreven a dar el siguiente paso. ¿Cuándo te diste cuenta de que podías o querías ser escritor?
No fue una decisión muy clara al principio, pero lo que sí había en mí era una vocación por las letras. Por eso, cuando ingresé a la Universidad Católica, postulé a Psicología. Aun así, me sentía algo descaminado. No sabía bien qué hacer. Me gustaba mucho la Historia, la Literatura también, y leía desde muy chico, aunque no necesariamente escribía. Ya en la universidad, con la ayuda de profesores como Luis Jaime Cisneros, consolidé ese deseo por escribir. A él le debo mucho. Creo que esa es la verdadera labor de un maestro: guiarte, ampliar tus horizontes. Mi deuda con él es enorme.
Quizás, a diferencia de otras profesiones, cuando uno se decide a ser escritor sabe que el camino siempre será muy difícil al inicio.
Es difícil por donde lo mires. No recuerdo qué escritor decía que esta profesión hace que la de apostador de caballos parezca segura y rentable. No tienes ningún tipo de seguro. No existe ninguna valoración del escritor como figura. Y eso se refleja en nuestro ámbito cultural, donde muy pocos se preocupan por escucharlos o dialogar con ellos. Aunque hace pocos días se llevó a cabo un festival literario en el CCPUCP (el Festival de la Palabra), que espero se consolide. Más allá de eso, creo que hoy no existe ningún tipo de seguridad al escribir. Inclusive si te va bien al inicio, no hay nada que te asegure el futuro. Es una tarea que requiere mucha humildad. Cada mañana la página te dice que estás equivocado, que no lo lograrás. Tú debes intentar convencerte de que no. Es complicado. Es un asunto de fe.
“Patrimonio” me parece un cuento muy bien logrado. ¿Te toma mucho tiempo trabajar historias así?
El proceso es distinto dependiendo de si se trata de un cuento o de una novela. Te lo digo porque actualmente estoy trabajando en una novela. En el caso de estos cuentos (como "Patrimonio"), que escribí entre los años 2011 y 2013, algunos me demoraron una semana, quizás hasta dos. Aunque hubo alguno que terminé entre cuatro y cinco meses. Pero la anécdota puntual del cuento, el viaje que hago con mi padre, eso fue muy fácil de escribir. Lo hice en una noche. No obstante, faltaba todo el material alrededor, los detalles, lo que sostendría el cuento. Sin eso queda solo materia muerta. Falta el contexto dramático, que es lo que realmente sostiene el cuento. Eso demoró algunas semanas.
Sobre eso que llamas “materia muerta”. ¿Te es fácil hallarla?, ¿encuentras muchos temas para escribir?
Considero que la materia muerta, ese germen inicial del que habla Vargas Llosa, es lo que brota de manera más fácil. Fluye. Todos somos como heridas abiertas y solo falta que nos aprieten un poquito para que salga la materia descompuesta, ese pus emocional, hecho de secretos y experiencias dolorosas. Pero haces poco o nada con eso si es que no lo trabajas, si no le encuentras un lugar adecuado en un determinado contexto narrativo. Todos tenemos algo que contar, pero sin un tratamiento adecuado, sin una trama que sostenga aquello, no sirve de nada.
Has trabajado como editor un buen tiempo. Dentro de la polémica sobre qué es literatura y qué no, ¿estás en el bando de los trágicos que creen que hoy cualquiera publica lo que sea?
Creo que ahora se escribe y se publica mucho más que antes, lo que no quiere decir que se lea más que antes. De hecho, si las personas leyeran más, los índices de ventas y los índices de lectura en los colegios irían en el mismo sentido. Pero no es así. Lo que pasa es que ahora hay una mayor facilidad para poder publicar (incluso uno puede autopublicarse). Por ejemplo, hay editoriales independientes que están haciendo un trabajo excelente. Sin embargo, el tema aquí es la calidad. Algo fundamental que aprendí del trabajo de editor es lo valiosa que es su función. Un editor es una persona de confianza a la cual le das un material para que lo pula y lo haga brillar. Toma un texto informe y lo trabaja, como si fuera una especie de orfebre, para que brille el diamante que está escondido dentro. Él descubre su potencial. En esa medida, si no hay un buen editor en una editorial, será difícil encontrar un libro estupendo. A mí me da pena a veces encontrar libros y decir ¿qué pasó? Faltó la mano de un editor que supiera que una línea o párrafo deben o no estar o ir en otro lugar. Para mí un buen editor crea un tándem indivisible con su autor. Lo entiende, protege y construye.
Teniendo en cuenta que “Patrimonio” parte de un hecho real, ¿eres un escritor que busca hechos verídicos para empezar a escribir historias o también gustas simplemente de crear?
A diferencia de mi primer libro (“Los puertos extremos”, Estruendomudo 2004), en este caso sí he buscado material dentro de mi propia vida. Eso ha sido parte de un proceso personal, una decisión que como escritor he tomado y que me ha ayudado a encontrar mi propia voz. Hubo un tiempo en que consideré que la imaginación libresca era suficiente y mis cuentos anteriores eran relatos fantásticos, pero de un tiempo a esta parte mi interés ha ido por otro lado. El poder encontrar algunas experiencias que me brinden una luz, una respuesta para poder descifrarme. Creo que es lo que todos intentamos en algún momento. Pero claro, cierta anécdota o imagen puede provenir de la vida personal, pero el relato en su conjunto debe recrearse con más elementos.
¿Eres un escritor que se plantea objetivos o vas por donde el camino te lleve?
Sí, me planteo objetivos. Soy algo esquemático. Necesito una guía, una luz, algo de claridad para poder avanzar. Aunque, claro, es solo un deseo, una buena intención, porque luego vas avanzando y te das cuenta que estás en la más completa oscuridad. Escribir es como tener un farol y avanzar por una cueva: solo paso a paso vas descubriendo lo que hay en la oscuridad.
Tu deseo es ahora terminar la novela que estás escribiendo…
Sí, terminar una novela breve que vengo trabajando y, después, otra más voluminosa a la que espero ‘meterle diente’ cuando todo esto pase.
El Copé siempre tiene una interesante cantidad de participantes. ¿Qué te parece un certamen como este?
Me parece estupendo porque agita y dinamiza el mundo cultural y literario. Más allá de quién gane o quede finalista, lo que es algo circunstancial, motiva mucho a la gente a intentar trabajar sus cuentos, sus propias obras y conseguir un poco la tan ansiada visibilidad, que en realidad sirve por un lado pero si no hay un trabajo con talento detrás, no tiene mucho sentido. Lo importante es que ese talento sea reconocido pero debes confiar en ti mismo, ganes o no.
¿Qué otros cuentos incluidos en el volumen publicado por Petro-Perú te han gustado?
El de Pedro Llosa (“Unas fotografías, apenas”) es muy bueno. Toca temas turbulentos sobre los celos y la racionalidad. Me interesó bastante. El de Pedro Novoa (“Un grito flotando al amanecer”) también. Creo que Pedro escribe con la urgencia de alguien que tiene una pistola en la cabeza. El cuento de Joel Maldonado tiene también buen nervio. Es intenso y sórdido por momentos. Creo que este autor, muy joven, promete. Los relatos de Irma del Águila y Alexis Iparraguirre también están muy bien.
EL DATO
La presentación de "Patrimonio y los cuentos ganadores y finalistas de la XVIII Bienal de Cuento Premio Copé 2014" será este jueves 23 de abril en el auditorio de Petro-Perú en San Isidro.