En el estremecedor “Archipiélago Gulag”, célebre ensayo de investigación literaria que Alexandr Solzhenitsyn escribió para denunciar al mundo los horrores del sistema de campos de concentración durante la época de Lenin y Stalin, se incluyen numerosos testimonios de ciudadanos que, sin ningún interés en la política, ajenos a todo lo que no fuese la más llana normalidad, eran condenados a largas penas de prisión por alguna acción mínima y cotidiana que a los ojos del régimen soviético podía ser un peligroso síntoma de subversión. Solzhenitsyn narra el encarcelamiento de un sastre que fijó una aguja en un periódico con la fotografía del amado líder, el de una niña que compuso un poema satírico contra su escuela o el de una mujer que arregló demasiado su casa el día que los alemanes llegaron a su pueblo en plena guerra.
“El infierno comienza cuando los actos más sencillos y necesarios de la vida se tornan monstruosos”, afirmó alguna vez el novelista norteamericano Howard Fast. Lo mismo podría haber suscrito Lidia Chukóvskaia (1907-1996), extraordinaria autora rusa que padeció el terror de la Gran Purga estalinista de los años treinta. Escribió dos poderosas novelas al respecto: “Inmersión”, una contundente crítica al servilismo de los escritores de su país, y “Sofía Petrovna, una ciudadana ejemplar”, liberada por la editorial Errata Naturae durante esta cuarentena, una de las obras más sobresalientes que legó la disidencia soviética en sus más difíciles horas.
La Sofía Petrovna del título es una mujer sencilla, viuda de un médico eminente, que por medio de su esfuerzo y lealtad se convierte en una respetada funcionaria de la editorial más importante de Leningrado. La fe que mantiene en Stalin y el poder que encarna es ciega. Su único hijo, Kolia, es un inteligente y apuesto muchacho que también cree sin objeciones en la sabiduría y bondad del Padre de los Pueblos. Nada parece ensombrecer el horizonte de Petrovna, hasta que sus compañeros de trabajo y amigos cercanos empiezan a ser arrestados y deportados a campos remotos, acusados de los peores crímenes contra la patria socialista.
Ella, en un comienzo sorprendida, no declina su fidelidad al sistema: si han sido aprehendidos por el justo y generoso régimen, es que realmente eran saboteadores y terroristas. Todo cambia cuando un día Kolia es detenido sin ninguna razón. Sofía Petrovna está convencida: debe ser un error que pronto se solucionará. Hace largas colas, a veces de días enteros, para saber algo sobre su hijo, pero solo recibe maltratos y un ominoso silencio. Sus colegas y vecinos ya no la miran de la misma forma: es ahora la madre de un réprobo. La hostigan en su trabajo, hasta que es despedida. Entonces, ante una realidad que la rechaza y la ha despojado de lo que más amaba, Petrovna se sumerge en una enloquecida desesperación para la que no habrá vuelta atrás.
“Sofía Petrovna” es una magistral fábula acerca de la destrucción de la individualidad por parte de una dictadura paranoica y brutal que ha inspirado algunas de las grandes distopías de nuestro tiempo. Pero la diferencia central con ellas es que Chukóvskaia escribió su libro en secreto, sirviéndose de un cuaderno escolar, mientras el terror estaliniano crecía detrás de la puerta de su departamento. Ese espanto y angustia omnímodos se impregnan en el relato, que subyuga al lector y que, gracias a la depurada habilidad narrativa de su autora, lo abruma de acuciantes preguntas: ¿en qué momento la fe de Sofía en el poder soviético empezará a resquebrajarse? ¿Su búsqueda tiene sentido o Kolia ya fue fondeado, desaparecido, fusilado? Y, sobre todo: ¿cuáles son los márgenes y principios de aquello que consideramos nuestra normalidad? ¿Qué siniestro trasfondo puede contener la desaprensiva cotidianidad que nos envuelve?
Hoy, cuando lo inusitado nos rige, no está de más intentar algunas respuestas.
LA FICHA
“Sofía Petrovna, una ciudadana ejemplar”
Calificación: ★★★★★
Autora: Lidia Chukóvskaia.
Editorial: Errata Naturae.
Páginas: 195.
Disponible en http://bit.ly/3a4r8qk