"Monstruos" es el segundo libro de relatos de Romina Paredes.
"Monstruos" es el segundo libro de relatos de Romina Paredes.
/ Elías Alfageme
José Carlos Yrigoyen

En “Famulus” (2020), su primer libro de cuentos, (Lima, 1987) tomaba como temas preferentes la violencia feminicida y la pesadilla de las familias disfuncionales. Los resultados fueron irregulares: en ocasiones acertaba al asumir las situaciones desde el humor negro o la imaginación infantil, pero cuando decidía ejecutar una literatura de denuncia el tono derivaba en un didactismo moral que convertía a sus relatos en viñetas limitadas a remarcar los delitos y abusos que los personajes padecían, advirtiéndonos -a veces por medio de un grave tono documental- que tales sevicias se repiten impunemente en nuestra cotidianidad.

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Paredes vuelve al ruedo con un nuevo conjunto de relatos titulado sumariamente “Monstruos”. ¿Quiénes son esas figuras crueles y anormales? Pues los mismos que los de su volumen debut: predadores sexuales, madres endurecidas que perpetúan el círculo de la humillación e individuos difuminados que accionan los mecanismos invisibles de una comunidad discriminadora e indiferente que tritura cualquier esperanza de los seres desvalidos que malamente acoge. Debemos reconocer que la autora, en lo que se refiere a sus recursos formales, ha dado un salto: en comparación con “Famulus” nos encontramos con una prosa más cuidada, menos utilitaria y cuya economía verbal se traduce en imágenes de conseguida sugerencia (“La densidad del agua te rechaza como un patriarca”) que trufan estas historias en sus mejores tramos.

Lamentablemente, estos avances no son tan notorios en cuanto a la perspectiva que Paredes ha elegido como punto enunciativo. Prevalece todavía la necesidad de elaborar crudos apuntes denunciadores en detrimento de la construcción de una historia que sobrepase la ilustración de un caso policial. En “Molka” la premisa es sumamente atractiva -una mujer halla una cámara en un baño de hospital y descubre así un submundo dedicado a la pornografía voyerista- pero cuando el relato promete escalar hacia un plano de mayor complejidad, este encalla en una visita fallida a la comisaría. Lo mismo pasa en “La peste”: después de una nota informándonos que “en el Perú, durante el estado de emergencia sanitaria hubo 282 feminicidios” se procede a narrarnos uno de esos casos ficcionados cuyo anclaje en el lugar común impide que prospere cualquier pretensión de persuadir al lector.

No es muy distinto “Larva”, una interesante tentativa de escarbar en el horror de la pedofilia que también se atasca en las fronteras del parte policial. Similar corolario es el de “Margarita”, con el agravante de que el inicio del cuento es bastante potente -una madre de escasos recursos lleva a su hija muerta envuelta en una colcha dentro de un autobús- para que todo al final se diluya en el ofrecimiento de una abogada para entablar acciones legales contra el pariente que la violó. La insistencia de Paredes por demostrarnos que el Perú oficial es continuo cómplice de las iniquidades que sufren las mujeres anula cualquier alternativa que pueda vigorizar el espesor humano de sus personajes y eso los priva de superar su condición de entidades sufrientes. Otra objeción: la frecuencia de algunos diálogos peleados con la verosimilitud (“No tener hijos si sabes que te van a salir fallados. Odié ser madre desde que tu cabeza salió durante el parto”, por ejemplo, en “El más blanco”). Hay progresos apreciables en “Monstruos”, pero todavía parciales. Falta aún que tanta indignación vaya más allá de señalar a los culpables de costumbre.

La ficha
"Monstruos"

Autora: Romina Paredes.

Editorial: Tusquets

Año: 2022

Páginas: 118 pp.

Relación con la autora: ninguna.

Valoración: 2.5 estrellas de 5 posibles.

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