La primera cuestión que nos reserva “La piel”, el más reciente libro de Sergio del Molino (Madrid, 1979), es en qué género debemos clasificarlo. La prensa cultural de su país no se ha puesto de acuerdo todavía: hay quienes lo han considerado un conjunto de relatos, alguno como un ensayo, y la mayoría ha preferido declarar tablas y llamarlo un volumen mestizo que hilvana los géneros mencionados, además de la autobiografía y la novela. Si bien es cierto que encontramos matices de todo lo anterior en sus páginas, diría que en esta nueva entrega Del Molino mantiene un interés evidente de proseguir por la senda de la autoficción que ya había trajinado en el excelente y desgarrador “La hora violeta” y el bellísimo “La mirada de los peces”. En ellos acontece la soñada coherencia entre una lucidez capaz de extraer una particular comprensión del mundo por medio de los detalles más fugaces, y una intuición emocional para condensar el amor y la ternura en frases concisas que revelan en un instante epifánico lo que a otros les cuesta ingentes párrafos conseguir.
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