Hace cien años, en los Talleres Tipográficos de la Penitenciaría, se editó Trilce, una obra cumbre de la poesía en español, un libro irrepetible que no ha dejado de despertar asombro y variadas polémicas por su complejidad y por esa cualidad que el poeta, académico y profesor Marco Martos define muy bien: “Vallejo libera las palabras, las obliga a decir aquello para lo que no están preparadas”. Él es uno de los gestores, con el editor Jaime Chihuán Gálvez, de Trilce: 100 años de poesía, un volumen de tapa dura que reúne 24 ensayos sobre la obra de César Vallejo, y viene acompañado de la edición facsimilar del poemario aparecido en 1922, con el célebre prólogo de Antenor Orrego. Conversamos con Marco Martos sobre las múltiples dimensiones de Trilce y su influencia en la poesía peruana contemporánea.
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—Trilce nos sigue interpelando cien años después desde su lenguaje particular, un libro “incomprensible y estrambótico” lo llamó, por ejemplo, Luis Alberto Sánchez ¿qué rescata de este centenario?
Yo suavizaría las críticas a Sánchez… Él era un hombre que se formó teniendo como ideal mental el modernismo, por eso dedicó un libro a José Santos Chocano y otro a Abraham Valdelomar, entonces era una persona con una sensibilidad modernista y, digamos, podía entender el primer libro de César Vallejo (Los heraldos negros), pero un poco menos Trilce. Por eso, en esa crítica aparecida en Mundial, en noviembre de 1922, ahí Sánchez muestra su perplejidad frente a una obra definitivamente nueva. Lo que ocurre es esto: en 1916 el poeta chileno Vicente Huidobro expuso su tesis del creacionismo y escribió un poema que se llamaba “Arte poética”, en ese poema él dice “Por qué cantáis a la rosa, ¡oh poetas! / hacedla florecer en el poema”; y acaba con el verso “El Poeta es un pequeño dios”. Vallejo hace eso. Añade en Trilce realidades nuevas que tienen como lejano referente la realidad real, para usar una palabra obvia, y pongo un ejemplo: en el último verso de Trilce, en el poema LXXVII, dice: “Canta, lluvia, en la costa aun sin mar!”. La costa, por esencia, tiene mar, entonces imaginar una que todavía no lo tiene es una audacia que nadie había hecho antes. En ese sentido, Vallejo se aleja del antiguo ideal platónico de la relación entre la cosa y la idea o el ideal aristotélico de que la poesía y el arte en general debían imitar a la naturaleza. Vallejo crea una nueva naturaleza de palabras como también lo hizo Huidobro en Altazor.
—Sobre los ensayos reunidos en el libro, el de González Vigil trata de algo que pocos se percatan, de la sexualidad descarnada y orgánica de Trilce.
Es interesante comparar los poemas amorosos de Vallejo en Los heraldos negros y en Trilce, en el primero hay un trasfondo cristiano, en el poema “El poeta a su amada”, Vallejo le pide perdón por la sexualidad que acaban de tener y al final le dice “…Y en una sepultura, / los dos dormiremos, como dos hermanitos” y hay también un poema descarnado que se llama “Capitulación”, donde describe muy hermosamente una relación sexual, pero lo que prima es un sentimiento de culpa. En la última línea, cuando la muchacha se ha ido, él dice que desde aquel momento “entran dos sierpes esclavas a mi vida”, sierpe es la imagen del demonio mismo, o sea del pecado. En cambio, en el artículo de González Vigil podemos ver con toda claridad que en Trilce hay una sexualidad sin culpa. Es una desesperación erótica lo que ve, con acierto, González Vigil en esos poemas.
—Entender la poesía como algo que se nos escapa y no alcanzamos a definir como dice Marta Ortiz en otro ensayo, ¿ahí radica el poder de Trilce?
Es bien interesante lo que ella dice y tiene que ver con lo que conversábamos de las nuevas realidades, un mundo nuevo de palabras para el cual no hay referentes, o sea la realidad está tan transformada que puede desaparecer hasta cierto punto, y por eso es que hay interpretaciones tan distintas y a veces antagónicas de los poemas. Le pongo como ejemplo el primero del libro: “Quién hace tanta bulla, y ni deja / testar las islas que van quedando”. Y en los versos finales, dice: “Y la península párase / por la espalda, abozaleada, impertérrita, / en la línea mortal del equilibrio”. Bueno, las primeras interpretaciones de ese poema de Juan Espejo Asturrizaga y de Coyné concluyen de manera muy explícita que se trata del acto de defecar en la cárcel. Pero luego vienen otros, como Julio Ortega, y dicen que se trata más bien de un parir metafórico, de sacar algo de adentro… Yo estuve perplejo por muchos años con esas dos interpretaciones, hasta que encontré una respuesta inesperada leyendo algunas páginas del psicoanálisis clásico. Según esta interpretación, la oralidad aparece en toda nuestra vida, así como mamamos el pezón de la madre, tomamos agua, comemos, leemos libros, vemos películas, es decir incorporamos la realidad. Luego, el acto de desechar cosas está vinculado a la creación, uno saca cosas de adentro y las pone fuera: un poeta escribe un poema, un cocinero inventa un plato, un científico una fórmula, etcétera. Entonces, el poema puede representar ambas cosas, siempre es sacar algo de adentro y ponerlo fuera.
—La experiencia de Vallejo en la cárcel, entre noviembre de 1920 y febrero de 1921, fue clave para la creación de Trilce, Sánchez Lihón dice que el poeta entró con un grupo de poemas y salió con otro.
La experiencia de la cárcel es algo terrible. La sola amenaza de caer preso conmueve a las personas. Lo que pasa es muchos la ven como algo lejano, pero uno nunca sabe, una acción injusta puede convertir esta amenaza en realidad, como sucedió con Vallejo. Sin embargo, su fuerza genial le permitió sacar de esa experiencia poemas imperecederos como el XVIII de Trilce que habla de la vivencia carcelaria directamente.
—Y ese libro que se iba a llamar Cráneos de bronce termina transformado en Trilce.
Bueno, se iba a llamar Cráneos de bronce y lo iba a firmar Vallejo como César Perú, tal vez siguiendo la decisión de Anatole France, pero sus amigos lo disuadieron de ambas cosas y según se dice él estaba jugando con la palabra tres, tres, tres, tris, tris, tris y salió trilce… Ahora, algunos amigos han visto otra cosa que no se ha dicho mucho, otra posibilidad del nombre Trilce. César Perú se transformó en César Trujillo, entonces tenemos la t, la r, la i y la l de Trujillo y la c y e, de César. Una interpretación nueva para este nombre misterioso.
—Sobre la complejidad del libro, Salomón Mariano Sánchez divide los 77 poemas por su legibilidad y concluye que hay unos 19 crípticos, pero más de 30 son legibles y coloquiales.
En ese sentido Trilce es un poemario misceláneo, en el mejor sentido, e ilustra sobre los distintos modos de escribir poesía. Vallejo dominaba la escritura clásica, medida, y eso se puede ver en muchos poemas de Los heraldos negros, pero también en otros de Trilce, pero yo quisiera, quitando el afán polémico, subrayar lo que dijo Antenor Orrego, al prologar el libro el año 1922: “César Vallejo está destripando los muñecos de la retórica, los ha destripado ya”, y yo creo que en ese sentido efectivamente Trilce es el libro más novedoso de la poesía escrita en español. No hay ningún otro poeta que haya llegado más lejos en ese afán innovador… En Chile estaba el creacionismo con Vicente Huidobro, el ultraísmo estaba en Argentina con Jorge Luis Borges y en España con Rafael Cansinos Assens, en México estaba el estridentismo, pero Vallejo hace más con un libro que todos esos movimientos con todas sus actividades.
—¿Cuánto la debe la poesía contemporánea peruana a Trilce?
Fíjese, lo que ocurre es que escribir es algo natural, es una prolongación del hablar para cualquier persona, eso lo dice George Steiner, desde que nacemos estamos preparados para perfeccionarnos en el habla… Bueno, pero de pronto hay algunos que adquieren mayor solvencia y esos son los poetas y los narradores, y algunos adquieren más todavía y esos son los que marcan una época. Y Vallejo marca una época. Entonces para los poetas que siguen, para los peruanos, leer a Vallejo desde la escuela es una gran ventaja. Tenemos un modelo nacional de gran relieve, que va más allá de la literatura y que representa a la nación. En ese sentido, el primer nombre es Garcilaso y después está Vallejo. Además, se le ha comparado con los héroes de la peruanidad, o sea Vallejo es como Miguel Grau. Es un valor simbólico que unifica a los peruanos hacia un futuro mejor. Si tenemos a un gran poeta quiere decir que algo podemos hacer como nación.
Trilce, 100 años de poesía ha sido publicado por Sinco Editores. Entre los autores que participan de este homenaje figuran críticos peruanos y extranjeros, algunos consagrados como Ricardo González Vigil, el inglés Stephen Hart, José Antonio Mazzotti, Jorge Nájar, Miguel Ángel Huamán, Danilo Sánchez Lihón, Miguel Ángel Zapata, Hildebrando Pérez Grande, el mexicano Salomón Mariano Sánchez y otros jóvenes como Denisse Vega Farfán y la española Marta Ortiz. La ilustración de carátula corresponde al artista Bruno Portuguez.
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