La narrativa fantástica peruana del siglo XX bajo análisis
José Silva

Pese a que gran parte de los historiadores y críticos señalan que la literatura peruana del siglo XX fue eminentemente realista, lo cierto es que la vertiente fantástica también tuvo un peso importante, con representantes de distintas cualidades y con obras de notable factura.

Precisamente sobre la narrativa fantástica peruana, el Fondo Editorial de la Universidad de Lima acaba de publicar “Del otro lado del espejo”, un libro que recoge un conjunto de ensayos a cargo de los escritores y académicos Carlos López Degregori, José Güich Rodríguez y Alejandro Susti Gonzales.

En esta publicación, los autores desmenuzan las incursiones fantásticas que tuvieron grandes figuras de la letras peruanas como Abraham Valdelomar, César Vallejo o Julio Ramón Ribeyro, pero también se ocupan de otros escritores quizás no tan conocidos de forma masiva, como José Durand, Luis Loayza o Carlos Mejía Valera.

Conversamos brevemente con Carlos López Degregori, reconocido poeta, catedrático de la Universidad de Lima, autor de diez poemarios y co-autor de “Del otro lado del espejo: La narrativa fantástica peruana”.

Usted es reconocido como uno de los poetas más importantes de su generación. Sin embargo, esta vez presenta junto a dos colegas una publicación académica. ¿Cómo se originó este ensayo sobre la narrativa fantástica peruana?

Hace mucho tiempo en la Universidad de Lima hemos formado un círculo que investiga distintos territorios de la literatura peruana. Exploramos el poema en prosa y el resultado fue “Umbrales y márgenes”, luego la representación de la ciudad en diversos poetas, y también hicimos una antología consultada. “Del otro lado del espejo” es el resultado de una investigación de dos años que hicimos junto a José Güich y Alejandro Susti. Exploramos la narrativa fantástica a lo largo del siglo XX, desde los primeros narradores importantes de esta vertiente como Clemente Palma, hasta los autores aparecidos a fines de los años ochenta y comienzos de los noventa. El último de ellos es Enrique Prochazka. Son doce ensayos que muestran el proceso de la narrativa fantástica en la literatura peruana.

Usted es responsable de tres ensayos en el libro, sobre Abraham Valdelomar, Enrique Prochazka y Manuel Mejía Valera. ¿Qué puede contarnos de este último, quizás el menos conocido de los tres autores peruanos mencionados?

Manuel Mejía Valera es un escritor casi secreto en la generación del cincuenta. Se ubica en los márgenes, publicó muy poco y pasó casi toda su vida fuera del Perú. Fue conocido en su momento y luego fue prácticamente olvidado. Sin embargo, tiene un libro de cuentos fantásticos que es sumamente interesante. Y uno de los aspectos más importantes de “Del otro lado del espejo” es rescatar a algunos autores como Mejía Valera. Y por otro lado, la idea es ver algunos autores que normalmente no son ubicados en la narrativa fantástica. Este es el caso de César Vallejo, que se le ha estudiado mucho como poeta, ensayista, cronista o narrador, pero aquí Alejandro Susti le ha dedicado un ensayo a “Escalas melografiadas” desde la perspectiva de los fantástico. También está el caso de José Durand, un autor algo secreto como narrador en la generación del 50, conocido básicamente como investigador y crítico, sin embargo, aquí se destaca su propuesta fantástica. Y finalmente, también analizamos a Rodolfo Hinostroza. Esta es una publicación que muestra que la narrativa fantástica tuvo una presencia importante a lo largo del siglo XX, aunque normalmente los historiadores y críticos refuerzan la idea de que nuestra narrativa es predominantemente realista, por lo menos hasta los sesenta.

Para hablar de “Abraham Valdelomar” usted ha elegido tres cuentos. Dos muy conocidos: “Los ojos de Judas” y “El beso de Evans”, y un tercero quizás no tanto: “Finix desolatrix veritae”. Cuénteme qué encontró en este último relato

Es un cuento apocalíptico que, de alguna manera, muestra esa visión desencantada que también tuvo Abraham Valdelomar. Él fue un autor de múltiples rostros y voces. Es increíble que en su corta vida escriba tantas cosas y de gran calidad. Y este relato muestra el fin de los tiempos, con una visión bastante pesimista, nihilista del ser humano y de la historia. Yo quisiera recomendarle a todos que no solo lean los ensayos de “Del otro lado del espejo”, sino también a los grandes autores incluidos en el texto.

¿Es la verosimilitud el elemento fundamental de un buen relato fantástico?

Sí. En realidad, uno de los elementos que define a un buen relato, que le otorga vida y existencia es la verosimilitud. Normalmente el relato fantástico fractura algún aspecto de la realidad, nos muestra que el mundo no es estable, que no es como nosotros creemos. Lo importante es que esa propuesta, ese universo ficcional, sea verosímil y que el lector sienta que está ingresando a un dominio con su propia lógica y sus propios límites.

¿Por qué eligió a un autor como Enrique Prochazka para analizar su trabajo en el campo fantástico?

Él es uno de los grandes narradores peruanos en actividad. Lo que pasa es que es un autor un poco secreto, algo clandestino. No frecuenta los círculos literarios. Ha dedicado su vida a otras actividades. En este momento vive casi fuera del Perú. Pero es un autor sumamente interesante e importante. Yo no lo conocía cuando escribí el ensayo. Tuve la oportunidad de conocerlo cuando terminé de redactarlo. Así que pudimos tener una fructífera conversación.

Tiene usted una trayectoria como poeta muy extensa y fructífera. ¿Qué posibilidades  de publicar le da el ámbito académico?

Siempre he trabajado como profesor y creo que los que proponen mejores lecturas tal vez sean los creadores, más si tienen una formación y una mirada integrada y sólida. Creo que el ensayo enriquece la propia labor creativa y al mismo tiempo el propio creador enriquece la mirada del trabajo que se viene analizando. Me siento cómodo en ambos dominios y a lo largo del tiempo he podido publicar en los dos.

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