Pisapapeles. Esta semana comentamos los libros "Paraguas existencial" de Juan Javier Salazar y "Mirarse a la cara" de Alicia del Águila.
Pisapapeles. Esta semana comentamos los libros "Paraguas existencial" de Juan Javier Salazar y "Mirarse a la cara" de Alicia del Águila.

“Paraguas existencial”

Autor: Juan Javier Salazar

Páginas : 435

Editorial: Planeta

En el desierto o en la (imposible) lluvia. Dibujando encerrado en su cuarto o subiendo y bajando de los micros de Lima. Juan Javier Salazar (1955-2016) hizo del arte un estilo de vida que se ajustaba perfectamente a sus inquietudes y a su actitud frente al entorno: siempre crítico y a la vez divertido; con compromiso político, pero nunca ideologizado. Un creador de rebeldía irónica que, apenas a seis años de su muerte, ha dejado sentir fuertemente su ausencia en una escena que a menudo peca de cínica y frívola.

“Paraguas existencial” es una fantástica y completa muestra de la obra de Salazar, que no solo recorre sus trabajos, sino también los bosquejos y ensayos de estos, a veces incluso más interesantes que el “producto” final. Creaciones desafiantes, que de cierta manera intentan superar la dicotomía del “arte culto” y el “popular”, que cuestionan la dimensión comercial de lo trabajado, y que encuentran en la ductilidad del lenguaje y de las formas un método preciso para satirizar la realidad.

Aunque en esencia visual, el libro también incluye algunos textos de interés, en particular los escritos por Rodrigo Quijano y Rodrigo Vera, que echan luz sobre resquicios a primera vista imperceptibles de una obra que nos sigue interpelando y sorprendiendo.

“Mirarse a la cara”

Autora: Alicia del Águila

Páginas : 63

Editorial: Peisa

Una mujer de mediana edad queda presa de la ansiedad por conseguir la vacuna contra el COVID-19; piensa en viajar al extranjero a recibir su dosis o intenta inmunizarse junto al puñado de privilegiados que lo hizo por debajo de la mesa. Otra mujer –o quizá la misma– es testigo casi indiferente de un huaico que arrasa con buena parte de Chosica. Y una más descubre que su nueva pareja es uno de los hombres fuertes de la minería ilegal en la selva, un salvaje depredador por naturaleza.

Así es acomo Alicia del Águila va construyendo las historias incluidas en “Mirarse a la cara” –su primer libro de ficción–: como hamacándolas entre los íntimos conflictos de la femineidad y los cuestionamientos sociales de un territorio que, aunque reconocible, a ratos parece ajeno.

Ese incómo desapego es el que marca el tono de estos sietes cuentos breves, escritos con pulcritud, ritmo pausado y continencia. Como cuando la protagonista recuerda los años de desquiciada violencia en el país, pero lo hace desde “un acomodado sentido trágico”; o cuando aspira a recuperar un viejo amor, tal vez para encender la chispa de una pirotecnia que creía apagada, pero termina sentada sola en un café, esperando la llegada de un fantasma del pasado destinado a nunca aparecer.

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