Marco Aurelio Denegri escribe semanalmente la columna "El ojo de Lima". (Foto: Víctor Idrogo/ El Comercio)
Marco Aurelio Denegri escribe semanalmente la columna "El ojo de Lima". (Foto: Víctor Idrogo/ El Comercio)
Marco Aurelio Denegri

Dícese poquedad, y antes se decía poquedumbre y poqueza, de la escasez y miseria, de la corta cantidad de una cosa. Poco significa escaso, limitado y corto en cantidad o calidad. Lo preclaro, por ejemplo, esto es, lo esclarecido, ilustre y digno de admiración, escasea, no abunda, es raro. Ya lo decía Cicerón: «rarum id genus; et quidem omnia praeclara rara» («género raro éste; verdad es que todo lo preclaro es raro»).

El lema del matemático y astrónomo alemán Karl Friedrich Gauss (1777-1855), que figuraba en su emblema, consistente en un árbol con algunos frutos, era éste: «Pauca, sed matura.» («Poco, pero maduro.»)

Esto me recuerda que para referirse a los autores que escriben pocas obras, pero buenas, se usa la siguiente expresión latina:

«Pauca, sed bona.» («Poco, pero bueno.») Expresión en la que sin duda se inspiró Gracián al componer la máxima titulada «No cansar», y que consta en su Oráculo Manual y Arte de Prudencia. Dice así:

«Suele ser pesado el hombre de un negocio y el de un verbo. La brevedad es lisonjera y más negociante. Gana por lo cortés lo que pierde por lo corto. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y aun lo malo, si poco, no tan malo. Más obran quintas esencias que fárragos. Y es verdad común que, hombre largo, raras veces entendido: no tanto en lo material de la disposición, cuanto en lo formal del discurso. [...] Lo bien dicho se dice presto.»

Véase ahora la divisa, mote o lema de ese gran inconformista que fue Friedrich Nietzsche:

«Paucum mihi satis, unum mihi satis, nullum mihi satis.» («Con poco me conformo, con una sola cosa me conformo, con nada me conformo.»)

En su ensayículo «Sobre el estudiar y el estudiante», José Ortega y Gasset recuerda lo que solía decir San Francisco de Asís, a saber:

«Yo necesito poco, y ese poco lo necesito muy poco.»

Ricardo Palma, hablando de los tres muchos y de los tres pocos, se expresa como sigue:

«Tres muchos y tres pocos hunden a un hombre: mucho hablar y poco saber, mucho presumir y poco valer, mucho gastar y poco tener.»

Aduciré ahora una poquedad singular, porque las otras que han sido dichas son normales. Me refiero al lema de la cocina italiana mencionado por Camba en su libro acerca del arte de comer. Helo aquí:

«De lo buono, poco, ma questo poco, abbondante.» («De lo bueno, poco, pero este poco, abundante.»)

Ítem más: el uso de un poco en correlación con un mucho no rige en este país; o por mejor decir, casi no rige, porque yo suelo valerme de dicha correlación. Y a este propósito citaré el siguiente ejemplo de José Ortega y Gasset:

«Son todos un poco tristes, porque son todos un mucho pobres.»

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