Una gran noticia, un gran paso, un golpe de oxígeno para seguir respirando: estas son definiciones utilizadas por los editores consultados para definir la publicación, del 10 de septiembre en el diario oficial El Peruano, del Decreto de Urgencia Nº 104-2020, que aprueba medidas extraordinarias para mitigar los efectos económicos del aislamiento social obligatorio por la pandemia en la actividad editorial y en el acceso a la lectura.
Este nuevo decreto fue producto del diálogo en mesas de trabajo entre los representantes del sector editorial con el Ministerio de Cultura, encabezado por Alejandro Neyra, además de Leslie Urteaga, Santiago Alfaro y Leonardo Dolores, Viceministra de Patrimonio cultural e Industrias Culturales, Director de Industrias Culturales y Director de la Dirección del Libro y la Lectura, respectivamente. El mecanismo corrige lo que estipulaba un Decreto de Urgencia anterior, el N° 003-2019, que establecía incentivos para el fomento de la lectura y acceso al libro por un monto de 16 millones de soles, pero cuya distribución tenía condicionamientos que no permitía una inyección de recursos directa al sector editorial.
Como explica Liliana Minaya, gerente de la Cámara Peruana del Libro, el gremio librero ya venía conversando con el Ministerio las políticas necesarias para apoyar el sector, entre ellas la compra directa del Estado a los editores para la implementación de bibliotecas públicas. “Esa es la intención planteada de forma genérica en el Decreto de Emergencia”, señala. Así, se establece que cerca de 11 millones está destinado específicamente a la compra de publicaciones nuevas, algo que el Perú no hacía desde los años 60.
“Es una gran noticia que genera una gran alegría y mucha ilusión”, dice Jerónimo Pimentel, Director General de Penguin Random House en el Perú, quien destaca que el MinCul cuenta ya con la transferencia de 13 millones y medio de soles para una inversión que, de un lado, ayuda a la recuperación económica del sector editorial y, por otro, empieza a saldar la deuda que por mucho tiempo ha mantenido el Estado con los lectores peruanos, adquiriendo nuevos títulos para las bibliotecas del país.
“Para nosotros es un gran paso”, señala María Fernanda Castillo, editora del grupo Planeta-Perú. “En este momento, que el Estado haya dado una muestra de interés hacia el sector, ya es un paso adelante. Ojalá hacia el futuro los números crezcan, pero hoy se aprecia ese gesto, todo lo que se pueda hacer es bienvenido”, afirma, confiando en que estas compras estatales se hagan de la forma más limpia y equitativa para todos los actores del sector.
Para Germán Coronado, editor de Peisa, empresa con 52 años de trayectoria ininterrumpida, este Decreto de Urgencia ofrece un respiro a los editores locales, sin embargo, advierte que la situación vivida ha generado una crisis muy profunda y el Estado ha demorado en preocuparse por las industrias culturales. “Espero que este sea el inicio de una cadena de acciones por parte del Estado, porque con este único esfuerzo no bastará. De ninguna manera es suficiente. La caída de las ventas de los libros ha sido enorme”, alerta.
Aún está pendiente conocer qué institución se hará cargo de esta millonaria compra. El Ministerio de Cultura ha convocado al gremio librero para estudiar el tema de la ejecución. Eso aún lo tiene que definir el Mincul. Sin embargo, dentro de los informes presentados para la sustentación de este decreto ya se habían visto varias posibilidades, desde la participación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), o directamente por el Ministerio de Cultura, a través de un sistema distinto al de licitaciones, pues demoraría más", explica Minaya. El reto, señalan todos los editores, es que el Ministerio de Cultura pueda ejecutar esta inversión de aquí a diciembre, como establece el decreto de Urgencia.
“No compensa pero sí ayuda”
¿Cuánto significa para la industria editorial una inyección de 13 millones de soles? Ciertamente, como señalan los editores consultados por El Comercio, es una cifra aún insuficiente. Solo las pérdidas arrojadas por la Feria Internacional del Libro, si la comparamos con su edición del año pasado alcanzan los 18 millones de soles.
“La verdad es que el sector ha dejado de vender durante 5 meses. Y cuando ha empezado su actividad comercial, lo ha hecho por debajo de la mitad de su capacidad del año anterior. El sector sigue muy golpeado y ha perdido decenas de millones de soles a causa de la pandemia. Creo que esta inversión aprobada por el Estado no compensa pero sí ayuda”, señala Pimentel.
La lenta recuperación
Como en otras actividades productivas, si bien el inicio del Estado de Emergencia el pasado abril estuvo marcado por la más profunda incertidumbre, en los últimos meses se percibe cierta recuperación económica que permite mirar el futuro con cauto optimismo. En el caso del Grupo Planeta, se tuvo que detener la producción editorial hasta este setiembre, cuando recién vuelve a impulsar sus imprentas. En los primeros meses de apertura, se decidió vender los libros de su fondo en existencia. “Teníamos que cuidar a nuestros autores frente a un mercado paralizado”, señala la editora, quien advierte que el mercado empieza a responder y que las librerías muestran señales de actividad. “El tema del comercio electrónico en las librerías está funcionando, y poco a poco la reactivación se va dando”, añade.
Para el editor de Penguin Random House, la reactivación que se percibe es lenta, todavía muy por debajo de los resultados en los mismos meses del 2019. Y si bien observa que algunas librerías han sabido pegar el salto de la venta electrónica, como Crisol o El Virrey, hay daños estructurales preocupantes, como es la pérdida del 10% de los puntos de venta, librerías que han cerrado definitivamente. “Eso implica que el mercado se ha contraído”, lamenta.
Aún los editores consultados no saben cuál será el ritmo de sus empresas en el segundo semestre de este año, por lo que cualquier cifra ofrecida resulta especulativa. Lo que sí se puede afirmar es que, sin feria presencial y luego de cinco meses sin venta, la pérdida de las editoriales más grandes alcanza entre 35 al 40 %. “Si la reactivación es buena, empezamos desde setiembre con una venta regular y tenemos una buena campaña navideña, tal vez las pérdidas se reduzcan, pero al ritmo actual, el resultado puede ser mucho peor”, afirma Pimentel.
El optimismo que podamos tener en el futuro del sector tiene que ver con la confianza en la resiliencia del gremio librero. Y como señala Germán Coronado, los editores locales tienen “un doctorado en crisis”. “Hemos pasado por crisis feroces, desde la hiperinflación de Alan García, el terrorismo, la recesión brutal a inicios del gobierno de Fujimori y su posterior derrumbe. Cuatro veces hemos comenzado desde cero”, dice. En efecto, la industria editorial está llamada a levantarse una vez más, tras esta crisis insólita.
“Lo que siempre nos ha permitido recuperar el paso ha sido la posibilidad de renovar el entusiasmo del lector. Y eso será muy difícil de lograr ahora, pues las economías de los consumidores está en cuidados intensivos”, señala Coronado. “Por primera vez en mi vida me encuentro con la situación de que mis lectores se han dispersado, están en otra cosa. Hay un efecto paralizante muy serio. Habrá que ser muy imaginativos y esperar que se normalice el espíritu de la gente”, afirma.
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Padres de familia hacen largas filas para recibir libros del programa “Aprendo en casa”
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