Transformar la capital en una ciudad verde es el objetivo de Lima 2035.
Transformar la capital en una ciudad verde es el objetivo de Lima 2035.
Karina Villalba

Ante la pregunta “¿cómo se imagina el futuro del planeta?”, las personas suelen evocar imágenes apocalípticas, distópicas, de películas como Blade Runner o Mad Max, desérticas, sin nada que comer. “Nuestra imaginación colectiva nos lleva a lugares oscuros, sin vida, repulsivos para las aspiraciones humanas”, señala Soroush Parsa, biólogo, sociólogo y líder de Lima 2035. “La Fundación Rockefeller (que promueve el bienestar de la humanidad) y el laboratorio de innovación más grande del mundo, IDEO, se unieron y crearon este concurso mundial inédito que busca cambiarle el chip a la sociedad, ‘hackear’ nuestra imaginación para convertir a la ciudadanía en actores del cambio, de la transformación a partir de un sistema alimentario regenerativo”, explica Soroush sobre la génesis del premio.

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Food System Vision Prize es la gran ‘hackatón’ del imaginario universal. En este desafío participaron 1.319 equipos representando a 119 países. 79 pasaron a la segunda fase y en diciembre pasado, Lima 2035 fue reconocido como uno de los 10 proyectos finalistas, el único de Latinoamérica. Su objetivo es concretar su visión que está apoyada en tres pilares: recuperación y transformación de espacios públicos, como las huacas, agricultura urbana en techos y uso de las lomas para, con tecnología ancestral y moderna, capturar agua.

Equipo multidisciplinario

En Lima 2035 participaron profesionales de diferentes áreas: arquitectura y urbanismo, innovación, industrias alimentarias, biología, innovación. Todos compartieron sus conocimientos y experiencias en sus rubros según una estructura nueva que algunos llaman la triple hélice: sector público, empresa privada y academia más ciudadanía.

El sector público está representado por el Centro Internacional de la Papa. Soroush Parsa, es miembro del equipo científico de innovación de la CIP. “Llevamos 20 años trabajando en ciencia para el desarrollo agrícola y para mejorar sistemas alimentarios, buscando siempre generar valor público”, explica Parsa. Vasco Masías, del Grupo Alimenta, representa el sector privado, el lado empresarial que persigue como propósito el impacto social. La tercera hélice la representan Marina Vella, arquitecta y diseñadora urbana, Juan Manuel Bermúdez, de Marca Lima, Gonzalo Villarán, de Treasure8 y, entre otros actores más, la ciudadanía. “Es un número que es como una bola de nieve que crece cada vez más y lo que nos da, es agencia al colectivo para ser parte de la transformación”, añade Parsa.

Lima 2035 apuesta por las azoteas verdes, aprovechar los techos para cultivar nuestros propios alimentos.
Lima 2035 apuesta por las azoteas verdes, aprovechar los techos para cultivar nuestros propios alimentos.

Para Masías –quien considera fundamental la conexión de las empresas con su entorno–, lo más importante de este proyecto es tender puentes entre la ciencia y la empresa, pero también y más aún, puentes con la cultura andina, de conocimiento ancestral, de conexión con la naturaleza. “Cuando comenzamos a ver cuáles son los problemas de alimentación en la vida de la ciudad, nos dimos cuenta de una cosa fantástica: que tenemos una ciudad poblada por migrantes de la sierra que tienen una cultura de más de seis mil años de éxito agrícola. Cuando Pizarro llegó a Lima, esta era un oasis en medio del desierto y fue gracias a la tecnología del poblador antiguo que desarrolló formas de manejar el agua y cultivos. Si Lima ya era verde antes de que viniera Pizarro, ¿porqué no podemos hacerlo ahora?”, plantea el empresario que añade, “lo que queremos es celebrar la multiculturalidad y que seamos saludables, exitosos, que comamos bien y tengamos la mejor culinaria del mundo, que esté conectada con la cultura y que genere salud”, puntualiza.

Marina Vella por su parte, destaca el valor de la sinergia en este equipo multidisciplinario que puede trascender a nivel colectivo. “El tema multidisciplinario es sumamente importante. Como dijo Soroush, tenemos que lograr que la ciudadanía tome el proyecto. Que la visión de Lima 2035 sea parte de todos. En mi opinión, lo que funciona es el urbanismo participativo, la ciudadanía que es parte y que moviliza. Los proyectos que lanza la ciudadanía, a veces, tienen mejor respuesta y demuestra que es importante trabajar en conjunto. Entonces, debemos llegar a tener un equilibrio, tenemos que estar alineados todos: autoridades, empresa privada, ciudadanía y la academia. Por otro lado, es importante tener una visión (si no la tenemos, cada uno va a hacer una cosa distinta) y que esa visión sea articulada”, acota Vella.

Lima 2035 propone recuperar las huacas y convertirlas en laboratorios vivos.
Lima 2035 propone recuperar las huacas y convertirlas en laboratorios vivos.


La visión

“Lo que nosotros buscamos es usar el sistema alimentario como palanca para transformar Lima. Esa es nuestra aspiración, la que logró capturar el imaginario de Rockefeller, IDEO y de todo un consorcio de líderes del pensamiento del sistema alimentario y del pensamiento futurista. Ellos encontraron en nuestra visión, uno de los 10 programas que pueden tener la posibilidad de hackear el imaginario negativo de la humanidad”, indica Parsa.

¿De qué se trata esta visión? “Nosotros tenemos la aspiración de que Lima vuelva a ser un punto verde. ¿Cómo? Esa ciudad se montaría sobre los recursos que existen hoy y que son los pilares del proyecto. Las lomas, que son un extraordinario recurso ecosistémico que pueden ayudar a cerrar la brecha de necesidad hídrica que tenemos en Lima, donde dos millones de personas no tienen agua. Nosotros demostramos cómo estas cuatro mil hectáreas de espacio podrían ayudarnos a cerrar esa brecha. Las huacas, que son un recurso cultural, un fantástico legado que nos dieron nuestros ancestros. Tenemos cerca de 400 espacios que todavía no son parte de la fibra urbana. Nosotros imaginamos huacas que se convierten en laboratorios vivos, que llevan ese conocimiento de la vida, de la naturaleza del alimento a sus casas y, desde estos puntos de encuentro, empiezan a transformar sus espacios privados. Y los techos verdes, que no son un recurso, pero nuestra cultura agrícola, nuestra capacidad y nuestro conocimiento milenario de transformar la tierra y ponerla en valor, de ponerla en complicidad con la naturaleza, de darle vida y dejar nuestra marca cultural en la misma tierra, sí lo son. Lo que necesitamos es integrarnos como sociedad para cuidar estas oportunidades”, sostiene el científico.

Con el premio, Lima 2035 ha ganado, además de un estímulo económico que ha donado, el ingreso a una comunidad de práctica de líderes de pensamiento en urbanismo, futurismo, sistemas alimentarios, emprendimiento, métodos en cambio social que precisamente busca ser el círculo de aprendizaje de aceleración de los sistemas en donde trabajan. “Pensamos que al ser parte de esta comunidad vamos a tener mejores oportunidades de convertir el sueño en realidad”, finaliza Parsa.

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