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Yves Saint Laurent: un diseñador entre la cumbre y el abismo - 8

YSL. Tres letras que definen lo inalcanzable. En un mundo donde los perfumes se venden en los aeropuertos y supermercados, el verdadero concepto de exclusividad y sofisticación parece haberse olvidado. En la era de las Kardashians se paga un precio muy alto por los caprichos. Pero esos productos no son necesariamente exclusivos. Son caros, sí. definió con su obra la diferencia. Porque no bastaba pagar para acceder a su estilo. Era necesario algo más. Con su desaparición todo eso llegó a su fin.

Exquisito, torturado, exigente, amoral. Saint Laurent fue uno de los nombres que definieron la sociedad occidental del siglo XX. Nació el 1 de agosto de 1936 a orillas del Mediterráneo, en la ciudad de Orán, Argelia. Tuvo una infancia difícil porque de un lado recibía toda la atención de unos padres acomodados y del otro era objeto de maltratos en el colegio. Ya en París, participó en un concurso de diseño a los 14 años, llamando la atención de Michel de Brunhoff, periodista de su más adorada revista: “Vogue”. Este habría de ser su primer mentor. Le recomendó que estudie en la Chambre Syndicale de la Couture y luego le abrió las puertas de la casa Dior. Para comenzar en un empleo menor. Parecía que nadie podría detener su ascensión.

Pocos años después todo París se preguntaba: ¿Quién es Yves Saint Laurent? Y la razón es que, poco antes de morir, Christian Dior lo había elegido como su sucesor. Un muchacho de 21 años había logrado ocupar uno de los puestos soñados en el mundo de la moda. Su idilio con la prestigiosa casa de moda no podía haber comenzado mejor. Y sus primeras colecciones fueron un éxito pero hacia 1960 las cosas se enfriaron. Es cierto que inicialmente se había mantenido fiel a la línea clásica del creador de la firma pero cuando trató de incorporar novedades creó malestar a su alrededor. Y si anteriormente se había librado del servicio militar por influencia de la firma, no pudo evitar ser llamado a filas en la guerra de independencia de Argelia. Se trata de un capítulo negro en la historia de Dior y del peor momento de la vida de Saint Laurent.

Lo que pasó en Argelia no pudo ser más atroz. Saint Laurent fue maltratado de tal manera por sus compañeros que tuvo que ser internado en el hospital psiquiátrico Val-de-Grace donde fue tratado como un verdadero enfermo mental. Electroshocks, exceso de calmantes y una terapia dolorosa formaron parte de su tratamiento. Sobrevivió de alguna manera a todo ello y pudo volver a París. Pero el daño estaba hecho y más tarde se manifestaría nuevamente a través de una serie de depresiones y dependencias.

ÁNGELES Y DEMONIOS
“Seré famoso”, había dicho un adolescente Yves Saint Laurent, cuando todavía no había dejado el hogar paterno. Y a los 25 años recuperaba su posición como diseñador con una colección única: Ligne Trapéze. Nacía ese mismo año la casa Yves Saint Laurent Couture. Y no habría sido posible sin la colaboración de Pierre Bergé, a quien el diseñador había conocido en 1958. Se habían hecho amantes y socios, y ahora estaban dispuestos a conquistar el mundo. La relación sentimental finalizó en 1976 pero, a pesar de las grandes crisis, nunca rompieron su sociedad.

Fue en los años 60 que Yves definió su estilo por completo. Y en sus manos la mujer proyectó para siempre una nueva imagen. Principalmente por ese aire andrógino que supo delinear con tanta pasión. A partir de su reinado, el esmoquin dejó de ser una prenda masculina y formó parte del clóset femenino. Se animó también a presentar una colección entera pret-a-porter, algo impensable para un diseñador de alta costura en aquella época. Mientras tanto, sus diseños desafiaban todas las normas. Como la famosísima colección Mondrian, presentada en 1966 e inspirada inequívocamente en el arte del gran maestro italiano Piet Mondrian. Frente a una creatividad tan grande sus detractores eran tantos como sus seguidores.

No había marcha atrás. Saint Laurent era el sinónimo de elegancia, buen gusto y algo más difícil de conseguir, y que trabajosamente se dice en palabras. También el mundo del arte estaba a sus pies. Para entonces, Catherine Deneuve era su máxima musa y había diseñado el vestuario para muchas películas y obras de teatro de prestigio.

Al mismo tiempo, sus angustias crecían. Y sus adicciones se intensificaban. No podía vivir sin drogas, sexo, alcohol e incluso Coca-Cola. Tal vez, de no haber contado con el apoyo incondicional de Pierre Bergé, Saint Laurent y su firma no habrían podido sobrevivir.

Yves Saint Laurent murió el 1 de junio del 2008. Se encontraba en su París, tenía cáncer. Como era de esperarse, su funeral se convirtió en el evento social de la temporada. Nadie faltó. Allí estuvieron todos. Amigos, conocidos, enemigos y curiosos. Seis años atrás había decidido retirarse. Ya no le interesaba una industria dedicada al lucro y que producía vestidos como si se tratara de cortinas, tal como lo había dicho en más de una oportunidad.

EN DOS PELÍCULAS
Pensando justamente en este aniversario, dos proyectos cinematográficos recorren el mundo desde hace dos años. Se trata de “Yves Saint Laurent”, de Jalil Lespert, y “Saint Laurent”, de Bertrand Bonello. Dos filmes que se concentran en aspectos parciales de su personalidad y en diferentes momentos de su extensa carrera. Después de todo, son películas independientes una de otra y que en cierta medida han competido entre el público congregado. Incluso los actores elegidos se comportan de diferente manera, recordándonos que nadie tiene un solo rostro. En “Yves Saint Laurent”, el actor Pierre Niney, proveniente de la prestigiosa Comedie Française, tiene un parecido más cercano al verdadero diseñador. Pero su actuación está dirigida más a la dualidad entre melancolía y ambición. No importa que protagoniza el menos interesante de los dos filmes porque su interpretación es sentida y por momentos casi calcada de la realidad.

En “Saint Laurent” Gaspard Ulliel, un actor más internacional, aporta un toque de sensualidad a un logrado retrato que escapa del estereotipo para situarse a medio camino entre el visionario y el hombre atrapado por sus demonios. Su parecido es menos evidente en términos fijos y por eso necesita de accesorios y un maquillaje más elaborado.

EL DATO
A mediados del siglo XX, un genio de la moda supo imponer una imagen revolucionaria de mujer. Este 1 de agosto, Yves Saint Laurent habría cumplido 80 años.

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