¿Cómo se forman los prodigios musicales? Tal vez con la inscripción en alguna escuela que enfoque la atención de un niño en un instrumento. Después del primer encuentro entre la música y el asombro infantil, el camino queda trazado. Ese fue el caso del ruso de 21 años Alexander Malofeev, que encontró en el piano un medio para conocerse a sí mismo y al mundo entero.
Con tan solo 13 años y después de lograr una serie de victorias en competiciones rusas, decidió dedicarse por completo a ser pianista, desarrollando una agenda de presentaciones que lo llevarían a países como España, Estados Unidos e Italia, entre otros países que marcaron una primera etapa en la que contó con un apoyo especial por parte de sus padres. “Nadie en mi familia es músico, pero sabían que estaba en el camino correcto”, agrega Malofeev en entrevista con El Comercio.
La influencia de su entorno desempeñó un papel tan importante como el soporte incondicional de sus padres. Criado en Moscú, el artista estuvo rodeado de una rica tradición musical y de la escuela artística que dejaron grandes maestros de la música clásica, como el compositor ruso Stravinsky o Chaikovski. Aunque Malofeev admite que las glorias pasadas de la música clásica rusa son significativas, también remarca que el reconocimiento que tiene dependió en gran medida de su propio esfuerzo. “Ser un artista de renombre internacional tiene más que ver con la dedicación individual, el trabajo arduo, el talento y las oportunidades, sin importar de dónde provengas”, agrega.
Una visión particular
Para Malofeev, el discurso de adaptarse al país donde se toca es algo que deja para otros artistas. En su lugar, busca llevar su propio ambiente al lugar donde se presenta. “La esencia de un concierto es crear, aunque sea por unas pocas horas, una especie de ‘cúpula de cristal’ bajo la cual uno puede olvidarse de todo lo que sucede afuera”, comenta el artista.
Esta forma diferente de ver las presentaciones también la tiene sobre la música clásica, a la que no ve como un elemento intocable, sino como un arte en constante cambio. “La innovación no significa alejarse de la esencia original de la pieza, sino agregar mi propia perspectiva única y emociones”, enfatiza el pianista, que considera que los tiempos en los que se consideraba este arte como elitista han terminado.
Daños colaterales
Lo que también cesó, durante un período de tiempo, fueron los conciertos del pianista debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, que afectó considerablemente la forma de vida de millones de personas en el continente europeo. Los artistas no escaparon a esta situación, y más de 20 conciertos de Malofeev fueron cancelados de manera abrupta. Además, se sumó la falta de respuesta por parte de las productoras con las que habían programado los espectáculos.
No obstante, para el joven artista, lo que le aconteció fue simplemente el daño colateral de un conflicto que no ha conseguido socavar su arte. “Mis cancelaciones son bastante insignificantes en comparación con el auténtico sufrimiento humano que está ocurriendo en este momento. Es lamentable que en pleno siglo XXI los problemas vuelvan a resolverse de manera primitiva. Me gustaría hallar una solución, pero prácticamente lo único que puedo hacer es crear música. Eso es precisamente lo que estoy haciendo”, comenta.
El concierto de fecha única que ofrecerá en el Auditorio del Colegio Santa Úrsula este jueves 17 de agosto a las 8:30 p.m. tendrá una interpretación especial de una sonata de Weinberg, un artista ruso muy poco explorado, pero de gran talento, con el cual Malofeev encuentra similitudes.
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