Entre atentados, protestas y otras formas de convulsión social, 1987 fue un año bastante agitado en la historia reciente de Chile. Llegó allí el Papa Juan Pablo II, mientras Cecilia Bolocco se convertía en Miss Chile, se iniciaban las primeras transmisiones por cable, el Sábado Gigante de Don Francisco cumplía 25 años, un terremoto afectaba Tarapacá, y el régimen de Pinochet era cada vez más resistido y rechazado por el pueblo chileno. En ese contexto, al sur de ese país, más específicamente en Concepción, tres jóvenes decidieron crear un grupo de rock y no pasarse mucho tiempo buscándole un nombre complicado. De este modo, Álvaro Henríquez (voz y guitarra), Roberto Titae Lindl (bajo) y Francisco Molina (batería) –a quienes se sumaría, posteriormente, el guitarrista Ángel Parra, por unos años-, empezarían a trabajar las canciones que los convertirán en la banda chilena con mayor proyección internacional de los años 90, una vez finalizado el reinado de Los Prisioneros.
Fueron tiempos de resistencia y rebeldía contra el régimen de Pinochet, años duros que luego traerían recompensa. Discos como Los Tres (1991), convertido en álbum de culto tiempo después de su lanzamiento; el exitoso La espada y la pared (1995); el inolvidable Fome (1997) o el ya clásico MTV Unplugged (1995) son grandiosos ejemplos de las posibilidades de su talento. A pesar de que Álvaro pasó por complicados momentos de salud -que incluyeron un trasplante de hígado, el 2018-, hoy se siente plenamente recuperado y listo para continuar la carrera del grupo, incluso, con nuevas canciones y lanzamientos que, por diversos problemas, han tardado en salir más de lo esperado. Sobre todo aquello nos habla el cantante y compositor en la siguiente entrevista.
—Después de tantos años, ¿Cómo se conserva viva la magia y la química para seguir en el escenario y haciendo giras?
Creo que tiene que ver con la cantidad de trabajo que uno le da a la música. En este caso serían los ensayos. Yo creo que son fundamentales para darle vida al grupo y, además, para sonar muy bien en vivo. Es como más espontánea la cosa de la química en el escenario de la que hablas tú, es muy entretenido también, pero te diré que es gracias a los ensayos y al trabajo que uno le dedica al grupo. Por eso es que suena bien en vivo y se puede dar esa química en el escenario.
—El año pasado se cumplieron 30 años del lanzamiento de su álbum debut. ¿Qué sensación te deja mirar atrás y observar el camino recorrido?
En mi caso, al menos, siento mucho orgullo y me siento muy contento de haber hecho esa música en esos años. Y el tiempo pasa muy rápido, en realidad. Es increíble, pero ya, 30 años, imagínate, es toda una vida y todavía seguimos tocando y haciéndolo como cuando éramos chicos y nos juntábamos solo por placer. Así que lo pasamos muy bien en vivo y creo que el de Lima será un muy buen concierto. Vamos a dar el 1500%.
—Es llamativo que, a pesar de los años, de los ensayos y el tiempo transcurrido, mencionas que experimentan el mismo sentimiento puro, la misma ilusión de cuando eran chiquillos…
Sí, esa ilusión que tú mencionas tiene que ver con el rock and roll también, porque nosotros no éramos un grupo que tocaba pop o reggae. Ese rock and roll es lo que nos mantiene frescos, el amor por Chuck Berry, por Gene Vincent, por Elvis Presley. Esos eran nuestros ídolos, cosa rara, porque teníamos 13 o 14 años cada uno de nosotros y tocábamos música de los años 50 en Concepción, al sur de Chile. Era muy especial. Ahora que lo veo con la distancia, pienso que en realidad era bien distinto nuestro grupo al resto de los grupos que había en ese tiempo aquí en Chile y Latinoamérica.
—¿Cómo surge ese interés por bandas rockeras seminales, lejanas en el tiempo a lo que uno puede imaginar que escuchaba un joven en los años 80?
Yo escuchaba mucha música. Para empezar, Los Jaivas, que es un grupo que todavía a mí me alucina mucho, pero llegó un amigo francés, cuando estudiábamos en la Alianza Francesa, que era hijo de un profesor, un gran amigo mío hasta ahora, Giles Martin, y a él le gustaba mucho el blues antiguo, de los años 30: Robert Johnson, Sonny Boy Williamson, Charlie Patton. Entonces, en medio de todo este blues que era increíble, una maravilla que no había cómo importarlo en Chile, un día puso Stray Cats, la banda de Brian Setzer. Yo ahí dije “¡Wow!, este grupo es de ahora, ¿Qué onda?” Y, a partir de ahí, el Rhythm and Blues, el blues y el rockabilly fueron influencias importantísimas para nosotros como grupo.
—Supongo que esos inicios musicales suyos, en plena dictadura de Pinochet, fueron complicados. Pienso de paso en la canción “La primera vez”, que va precisamente contra él. ¿Qué fue lo más difícil de hacer música en aquellos años?
Creo que era una mezcla de cosas. Por ejemplo, había un cierto temor por los militares, pero también había mucha rabia en contra de ellos. Entonces, yo más bien era del grupo de los de la rabia en contra de los milicos (risas). Yo tenía amigos que iban encapuchados y les tiraban ladrillos a los militares en las calles. Esos eran mis amigos. Entonces, era esa mezcla de saber, efectivamente, que alguno de tus amigos podría ser muerto o asesinado por un paco. Nunca sabías. En ese sentido, creo que soy del grupo de los rebeldes y la música de Los Tres está escrita desde ese punto de vista.
—Además, tradicionalmente, la gente que crea, que hace arte o música es considerada enemiga por los regímenes totalitarios. Imagino que solo serlo ya era un riesgo para ustedes…
Sí, siempre era un riesgo. Lo que pasa es que tenemos que agradecer también al analfabetismo militar que existía en Chile. Porque estos tipos… una vez, por ejemplo, pasó algo muy divertido. En un programa de televisión salió la banda de la Fuerza Aérea de Chile tocando música de Los Tres. Eran el “El aval” y “La primera vez”. Los tipos ni siquiera se daban cuenta de qué iba el tema (risas). Por eso, aquí en Chile salió un libro que se llamaba “La inteligencia militar”. Tú lo abrías y tenía puras páginas en blanco (risas).
—¿Y eso sucedió con Pinochet aún en el poder?
Claro, sí. Fueron tiempos muy movidos. Yo tenía amigos que eran gente, como te digo, que iba al choque. Nosotros salíamos a protestar a las calles. Llegaba la policía y teníamos que salir todos arrancando, si es que no te agarraba la CNI (La Central Nacional de Informaciones, agencia de inteligencia de la dictadura). Era un lío tocar en vivo, porque llegaban los pacos y tiraban bombas lacrimógenas y todo. Pero, personalmente, no me importó eso. En ese momento era todo o nada, uno daba la vida por lo que hacía.
—Hace pocos días vi “Argentina, 1985″ y ahora que hablo contigo pienso que podría haber otras películas llamadas “Chile, 1987″ o “Perú, 1992″. Varios países latinoamericanos tuvimos en común las dictaduras en algún momento. Probablemente, en ciertos lugares fueron el germen del movimiento rockero que hubo después o paralelamente. ¿Lo ves así?
Claro, yo creo que era algo, además, ahora que lo mencionas, muy necesario para nosotros, como músicos, como ciudadanos chilenos. Éramos muy jóvenes, pero teníamos conciencia política desde niños, porque nuestros padres nos enseñaron así y, obviamente, éramos todos de izquierda, Y nos decían: ustedes son de Concepción, son de izquierda, cantan este estilo, no los van a pescar, no los van a entender. “Sí, nos van a pescar”, decía yo. Y llegamos a Santiago. Eso fue bastante rápido. Empezamos a tocar en universidades y la gente se sumaba a esta rabia en contra de Pinochet. Entonces, eran conciertos con mucha energía muy intensos, muy bonitos, con ese borde de riesgo que mencionas tú y que generó una energía común muy fuerte.
—¿Cuál consideras que ha sido el momento más especial para la banda en el tiempo que llevan juntos?
Creo que uno de los buenos momentos nuestros fue el Unplugged en Miami, que trabajamos con Joe Blaney, gran ingeniero y productor gringo. Ese fue un momento súper importante, porque nos dimos a conocer más. Dejamos de ser un grupo solo chileno, para ser uno latinoamericano. Y eso era una maravilla para cualquier grupo que venga de un país como el nuestro, que es pequeño y que queda lejos de todos lados.
—Y les demostró de lo que eran capaces…
Sí, claro. Eso, por un lado. Y también el hecho de haber elegido la opción de quedarnos en Chile para hacer un trabajo cultural y musical aquí. Hay grupos que se fueron a México y a otros lugares. Yo, en un momento de mi vida, decidí que Chile necesitaba información, cultura, saber sus orígenes, sus raíces, porque en Chile no hay raíces, hay muy poca identidad. No es como ustedes, Perú, por ejemplo, o Argentina. Pero me alucina Perú por la comida, por la música. Ustedes tienen todo un rollo resuelto que es hermosísimo y se comparte en todo el mundo. Nosotros, en cambio, tenemos un folklore que es muy parecido al estado chileno, o sea, es muy raquítico. El estado chileno es muy raquítico y el folklore chileno igual. Nosotros, en ese Unplugged, hicimos cuecas, que son de nuestro folklore y toda la gente quedó incrédula, no podían creer que hubiéramos tocado cuecas en Miami, fue una locura, porque a todo el mundo le gustó eso y se redescubrió un poco la cueca gracias a eso. Por eso te digo que me siento orgulloso de haberlo hecho en esa época.
—¿Por qué han pasado tantos años sin grabar un disco con temas nuevos? Sus seguidores están atentos para lo que viene…
Mira, las canciones están, está todo. Lo que no tenemos es un sello. Estamos negociando con varios sellos y eso ha tomado años. Yo no he querido sacar canciones con un mal trato con los sellos o con la gente que está interesada en nuestra música. Es la razón principal. Las canciones están, las quiero grabar pronto, están ahí y quiero “deshacerme” de ellas para pasar a lo siguiente (risas). Ese ha sido el gran escollo que hemos tenido nosotros en esta época. Ahora, también hemos hecho una gira que se llama “Rarezas”, en la que tocamos cancones que nunca interpretamos en vivo. En el set list de Lima vamos a incluir algunas, de todas maneras.
—Hay algo que no quiero dejar de preguntarte antes de que termine la entrevista. ¿Cómo has estado de tus problemas de salud? ¿Sientes energías renovadas tras el parón obligado por la pandemia?
Gracias por preguntar, y por interesarte por mi salud. Estoy muy bien, voy a controles regulares con el doctor después de la operación que tuve y es como una nueva vida, realmente, es un segundo aire, como le dicen. Ha sido muy bonito, me he dado cuenta de muchas cosas, he descubierto otras, ha sido un periodo muy pleno, la verdad. Un proceso que me sienta muy bien y es edificante. Estoy muy bien.
—Y esta experiencia generará nueva música y nuevos proyectos…
Sí, totalmente. Por eso te digo, las canciones están, solo tenemos que ponernos de acuerdo con los sellos para poder darle a la gente lo que también nos ha pedido, que son canciones nuevas. Que hay, pero que deben salir. Yo estoy armando un sello, Revolcón, y con ese sello quiero hacer hartas cosas, pretendo grabar varios grupos, la música de Los Tres, de Los Pettinellis. Tener un sello propio es la idea, pronto.
Gira “Grandes Éxitos”
Fecha: sábado 10 de diciembre (Postergado)
Hora: 7.00 p.m.
Lugar: Teatro Leguía
Dirección: Avenida Arequipa 834, Santa Beatriz.
Entradas: Teleticket https://teleticket.com.pe/los-tres-gira-grandes-exitos