Según cuenta la propia Amanda Portales, ella llegó al mundo casi bailando. Ocurrió durante una presentación de la Compañía Juventud Huanuqueña, cuando una de las danzantes no se presentó y su madre, la cantautora Irma del Centro, decidió reemplazarla a pesar de su avanzado embarazo. Minutos después, los dolores del parto la invadieron con tanta fuerza que fue llevada de emergencia a la maternidad de Lima. Allí nació, el 7 de julio de 1961, ‘La novia del Perú’.
Aunque se siente orgullosa de ser limeña, por sus venas corre sangre y música andina. Sus padres provienen de Huánuco y de Yauyos, pero las raíces familiares se extienden por el Cusco, Juliaca, Arequipa, Huancayo, Cajamarca y Chincha. Quizás sea por esa mixtura regional que desde hace 55 años confluyen en su voz todos los ritmos de la sierra peruana.
PARA SUSCRIPTORES: Jimmy Santi: “Para mi carrera regresar al Perú fue lo peor que pude haber hecho” | FOTOS INÉDITAS
Para recordar su premiada y vasta trayectoria, la intérprete de sentidos huaynos y mulizas hace un recuento de su historia sobre los escenarios, rememora su relación con los grandes maestros del folclor y comenta la crítica situación por la que atraviesan los artistas de su gremio.
-Usted inicia su carrera artística a la tempranísima edad de 3 años. ¿Cómo ocurrió esto?
Mis padres tenían una compañía de danzas de Huánuco. Mi mamá Irene Sotelo, era la cantante y a la vez directora. Mi papá, Lucio Portales, era violinista y dirigía la orquesta. Cuando los integrantes iban a ensayar a mi casa yo los veía sentadita. Más que cantar yo quería bailar. Allí empieza todo. Entonces un día mi mamá me hizo mi vestuario, unas polleritas bien simples, mediecitas cubanas blancas, mis zapatitos de charol, y me hizo unas trenzas. Así, iba vestida al Coliseo Nacional donde se presentaban, solo para acompañarlos, pero siempre queriendo bailar. Hasta que en una de esas mi mamá me invita al escenario. Mientras bailaba la gente me aplaudía y me lanzaba monedas. Yo estaba deslumbrada, pero sobre todo muy feliz.
-¿Y cuándo debuta en el canto?
La segunda vez que estuve sobre un escenario. Antes de salir, mi papá me enseñaba algunas melodías de Huánuco mientras él tocaba el violín. Hice dos temas. Me acuerdo de que el primero decía “cuando me vaya, cuando me ausente, tendrás presente de no llorar”. Allí me bautizaron como la ‘mascotita de Huánuco’. Entonces, entre danza y danza, y mientras los bailarines se cambiaban, mi mamá me dio un espacio para cantar a su lado. Tenían que subirme a una silla para alcanzar el micrófono. Solo cantaba porque sabía que si bailaba me podía caer.
-En esa época para obtener el carnet de artista había que pasar un examen…
A mí me calificó un jurado en la Casa de la Cultura, entre ellos estaba Jaime Guardia. A los 7 años empiezo a usar el nombre de Cápac Tika.
-¿En qué consistía esa prueba?
Antes la Casa de la Cultura quedaba en el Jirón Áncash, donde ahora está el Tribunal Constitucional. Allí eran los grandes maestros quienes nos calificaban. Tenías que estar con el traje típico del lugar de donde eran los temas que ibas a cantar, con el marco musical y tener como repertorio por lo menos 20 temas. De esos temas, ellos elegían uno. Sin micrófono, todo a capela. Y como el marco musical tapaba tu voz tenías que alzarla lo más que se podía para que el jurado pueda oírte. Una vez que pasabas esa calificación ya te daban tu carnet.
-¿Recuerda si se sentía segura de su presentación?
Aunque por dentro me decía a mí misma que sí iba a lograrlo, estaba nerviosa. Pero mi mamá me calmaba y me daba mucho ánimo. Ella decía que yo era carismática, que debía bailar y cantar con todo mi corazón. El jurado me preguntó de todo, desde mi nombre y los de mis padres hasta el lugar que representaba el vestuario que usaba. También, si yo cantaba porque me gustaba o porque mis papás me obligaban.
-A esa edad ya cantaba en quechua.
Yo no sabía hablar quechua, pero cantaba temas en ese idioma porque me gustaban. Canté “Valicha” y luego una marinera del Cusco. Había una cantante ya mayor que me había enseñado a cantar en quechua, Julia Peralta, conocida como Qosqo Llaqta. Ella vivía por la plaza Manco Cápac y mi mamá me llevaba a verla. Cada vez que íbamos ella me invitaba a tomar un café que me gustaba mucho. Tenía mucha paciencia para enseñarme y como yo no sabía hablar quechua me escribía cómo se pronunciaba.
-Usted tiene una familia numerosa ¿alguno de sus hermanos también se dedica profesionalmente al folclor?
Soy la mayor, pero mis hermanos también bailaban. Antes, los espectáculos empezaban a las 3 de la tarde. Yo tenía que cantar máximo a las 4:30 p.m. porque después de las 5:30 p.m. ningún niño podía hacerlo según las normas. A raíz de eso es que nace la Compañía Infantil del Centro, donde también estaban mis hermanos Lucio, Beatriz, Moisés, Isaías, Dina, que también tenían la calificación en la Casa de la Cultura. Esa compañía estuvo poco tiempo pero una de las personas que también la integró fue Rosa Flor Vallejos, la ‘diosa blanca del ritmo negro’, su mamá era soprano de coloratura y amiga de mi mamá. En el gobierno de Juan Velasco Alvarado toda la compañía, incluida Rosa Flor, fuimos invitados a Palacio.
-Con el paso de los años usted ha tenido diferentes apelativos, ¿a qué se debía el cambio?
Esos nombres cambiaban de acuerdo con el lugar de origen de la música que interpretaba. Cuando cantaba temas del Cusco era Cápac Tika, si eran de Puno me llamaba Flor Collavina. Después fui Flor Amanda, Amanda de Mantaro.
-¿Cuándo aparece como Amanda Portales en escena?
Tantas veces fueron las que iba a calificarme para usar estos nombres que Jaime Guardia me dijo “ya para qué te voy a calificar. Canta el tema que tú quieras. Mejor con tu propio nombre”. Por el año 74 o 75 me despedí del nombre Flor Collavina. Yo ya cantaba música del centro, del sur, criolla, de todas partes. Esos tiempos fueron duros, porque siempre había gente que decía “¿por qué cantas música de Cusco y de Puno si tú eres de Lima?”. También por esa época Pastorita Huaracina me bautizó como la Sofía Loren del folclor a los 16 años. Uno de los temas que hice conocido por entonces fue “Vaso de cristal” de Zenobio Dagha.
-¿Alguna vez pensó en seguir otro género?
A mí siempre me ha gustado la música criolla. Participé en la Peña Sanjuanina, también en la de San Luis. He tenido muchos amigos de la música criolla y he participado a su lado en diferentes actividades. Fui parte del programa “Hermanos, aquí es el tono” de radio La Crónica, que estaba por la Plaza Grau. Era un programa criollo donde yo también cantaba. Lo daban todos los sábados. Me gané el cariño de maestros como Las Limeñitas de Ascoy, Eloísa Angulo, Alicia Lizárraga y Los Zañartu. Empezaba cantando música criolla, pero siempre terminaba con mi folclor. Tenía 18 años más o menos. Quien siempre me decía que cante ese género era María Jesús Vásquez. Decía que yo tenía una voz dulce.
-¿Y llegó a grabar algún tema criollo por ese tiempo?
No, a pesar de que muchos amigos me insistían para que lo haga. Yo no sé por qué no les hice caso. Pero después de años me animé. ¿Por qué no? Grabé en Iempsa con Pepe Torres, eso fue a finales de los años ochenta más o menos. Frente al público canté música criolla en el Teatro Municipal, antes que se quemara, y en el Teatro Segura. He cantado con Bartola, Eva Ayllón y Francesco Petrozzi en el Gran Teatro Nacional. También he grabado música latinoamericana con su respectiva instrumentalización.
-¿Cuál considera que ha sido el mayor obstáculo en su carrera?
Siempre ha habido mucho celo en el arte, y la verdad, yo no tengo amigos en el folclor andino. Supongo que pasa lo mismo en otros géneros. Felizmente eso ya lo he superado y he aprendido a competir contra mí misma. Siempre recuerdo que hace tiempo cuando fui a una emisora me di con la sorpresa de que mi disco de 45 estaba colgado en el techo. Estaba todo garabateado, era una burla. Pero esas cosas a mí me han dado más fuerza. Hubo un tiempo en que estuve a la defensiva, pero siempre respetuosa. Decidí refugiarme en el consejo de los grandes de la música que ya no están, pero sobre todo conocerlos. Por ejemplo, he conocido a Picaflor de los Andes, a Flor Pucarina, a Pastorita Huaracina. Ahora los nuevos valores creen que es uno quien debe buscarlos para apoyarlos, cuando es al revés.
-Cuéntenos en qué circunstancias conoció, por ejemplo, a Picaflor de los Andes.
Él siempre iba a la vulcanizadora que tenía mi papá. Llevaba su Volkswagen para que lo revisen. Cuando él llegaba me mandaba a buscar a mi madre, “dile que ha llegado ‘Picacho’”. Nosotros vivíamos al frente de ese local. Entonces mi mamá se ponía a sancochar papita y con su batán hacía el ají. Él conversaba con mis padres y siempre decía “a ver quién me canta”. Mi hermanito que tenía el nombre de Joselito Huanca cantaba y Picaflor de los Andes le decía a mi mamá “por favor, Irene, véndemelo”. Mi hermanito lloraba porque pensaba que de verdad lo iban a vender. Así lo he conocido, también he ido al programa que tenía en radio Agricultura.
-Con Pastorita Huaracina también tuvo una estrecha relación.
Me quería mucho. La primera vez que me invitaron a viajar a Estados Unidos, me enteré de que alguien había dicho que tengan cuidado conmigo porque pensaba quedarme allá. Me negaron la visa. Pastorita que ya estaba en ese país se enteró y tradujo mi currículo al inglés para presentarlo. Al poco tiempo me llamaron al colegio donde trabajaba como promotora artística, enseñando canto y danza, y me informaron que obtuve la visa por 15 días. Así pude viajar. Ya después me la renovaron por un año, luego cinco, diez años y ahora viajo a cada rato a Estados Unidos.
-¿Qué consejo guarda de sus maestros?
De los maestros del folclor aprendí la sencillez. Todos apostaban por mí. “Cuando ya nos estemos tú vas a ser la figura principal”, me decía Flor Pucarina. Como dicen “júntate con grandes y serás grande. No compitas con ellos, aprende”. Sé que las nuevas generaciones me ven como un referente, pero ellos piensan en tumbar a los grandes.
-De los cantantes actuales del folclor, ¿para usted hay alguno que está a la altura de los grandes del género?
Lamentablemente, no. Porque para lograrlo hay que tener muchas cualidades. Primero hay que ser amable con el público, respetar a los autores y compositores, desenvolverte en el escenario correctamente. No solo es cantar y cantar, hay que interactuar con el público sin ser grosera, cuidar el vestuario. No hay uno completo entre las nuevas generaciones, si no es una cosa es otra. Hay bonitas voces, pero no transmiten, no interpretan. Muchos se hinchan como el pavo y no respetan al público. Esto es lo que está pasando ahorita.
-El mundo musical es muy competitivo en todos sus géneros, ¿alguna vez han querido boicotearla?
Muchas. Me han apagado el volumen. Hasta me han soltado un toro. Fue en Huasahuasi, en una plaza de toros. Mientras cantaba y venían corriendo muchos niños veo que se me viene un toro. Los papás se desesperaron, imagínate si le pasaba algo a los niños. Y todavía, yo piña, estaba de rojo y blanco. Fue en la época del terrorismo, en los ochenta.
-En el 2006 fue la impulsora del Día de la Canción Andina…
Esto ya se veía comentando tres años antes del 2006. Como ya había un Día de la Canción Criolla, entre algunos artistas decíamos que sería bacán que nuestra música tuviera su propio día. Esta idea nació prácticamente en mi casa. En aquel entonces estábamos Rafael León, Elsa Espejo, Óscar Basurto, pero queríamos que una institución que represente a un buen grupo de artistas haga la solicitud. Pensamos en Fedipa, que estaba presidida por Mario Quintanilla. Presentamos un documento firmados por Rafael, Mario y por mí al INC, pero no obtuvo buena respuesta. Por cosas de la vida, al poco tiempo el gobierno me da una condecoración, que también era para Jaime Guardia, mi maestro. Tuvimos la oportunidad de conversar con Alejandro Toledo cuando de pronto me pregunta “¿qué quisieras, Amanda?”. Al toque dije que sería lindo tener un Día de la Canción Andina. Yo insistí un par de veces antes de la ceremonia. “Y cuándo?” me dijo Toledo. El 15, respondí. Al terminar la premiación, el presidente informó que antes de que termine su mandato declararía el Día de la Canción Andina.
-Pero tuvieron que pasar varios meses para que eso se haga realidad.
Yo siempre recordaba esa promesa en mis conciertos, hasta que una vez me avisaron que Toledo quería hablar conmigo. Él me pidió que le enviará un documento que sustente el pedido. Finalmente, presentamos el documento el 4 de abril. El 19 de mayo en un concierto le dije a mi público que con firma o sin firma celebraríamos el Día de la Canción Andina. Yo ya estaba mortificada porque no me habían dado respuesta. Luego me fui a firmar un contrato y allí me entero de que había una comisión que estaba viendo el tema de mi pedido y yo ni enterada. Así que me fui corriendo a Palacio. Aunque mi nombre no estaba en la lista de invitados pude pasar y me doy con la sorpresa que había artistas, compositores y promotores, pero a mí que había estado detrás del tema no tuvieron la delicadeza de informarme. Así nació el Día de la Canción Andina. Yo misma me encargué de ir a los medios a informar que el 15 de junio se iba a declarar y celebrar este día. Reuní a los artistas con ayuda de la Princesita de Yungay y el ‘Chato’ Grados sobre todo. Juntos cantamos la canción por este día especial.
-Hablando del ‘Chato’ Grados, usted también ha grabado el famoso “Pío Pío”, pero con una letra diferente…
Totalmente distinta, lo único que se repite ahí es el pío, pío. Me quisieron crear problemas con el ‘Chato’ pero él sabía perfectamente lo que ocurría. Él era cantante y autor de sus letras. Yo, en cambio, solo soy la intérprete, nada más. El autor del “Pío Pío” versión Amanda es Farino Erazo, quien falleció una semana después que el ‘Chato’. Yo le canto al pollito y el ‘Chato’ a la mujer de Huancayo. Sucede que a mi programa de radio me llegaban las primicias y este tema no salió con letra alguna sino con orquesta típica, era un long play con diferentes éxitos de los Ases de Huayucachi.
-Recibió un disco de oro por ese tema.
Mi versión llegó a todos los estratos sociales y es la que más se conoce. La grabé en Iempsa y se vendió cualquier cantidad. Al inicio a mí no me gustaba mucho la idea de cantar pío, pío. Uy, no sabes cómo me han criticado. Los grandes maestros decían “que es eso de ese pollito que tú me regalaste. Tiene que ser una letra con sentido”. Yo siempre contestona respondía, pero “han pensado cómo le puede gustar un huayno a un niño. ¿Cómo podemos llegar a ellos?”. Tenía que ser con una letra digerible para su edad. Ahora, al igual que con el “Pío, pío” los niños cantan con mi canción “Gatito miau miau”.
-Además de intérprete usted también es compositora. ¿Cuáles considera que son sus temas más destacados?
Las que han tenido bastante éxito son “Pena Negra”, que tiene mensaje importante; “Papito corazón”, dedicado a mi padre. Otro tema es “Amanda amando”, donde hablo un poco de mi mamá.
-Este año su programa radial cumplió 40 años.
Sí, “Fiesta Andina” en radio Santa Rosa va los jueves de 10 a.m. al mediodía y los sábados de 10 a.m. a 11 a.m. Antes estuve en Estación X que ya no existe, radio Agricultura, radio Colonial, radio Éxito, diferentes emisoras. Inicialmente este programa iba de 6 a 7 p.m. Ahorita gracias al público que continúa en sintonía lo hemos llevado al Facebook, donde pueden verlo. La temática ahora es poner canciones de artistas que ya no están con nosotros. También ponemos algunos temas de los recitales que he dado, que han sido un éxito.
-¿Qué espera del gobierno, ahora que el gremio de artistas ha sido uno de los más golpeados por la pandemia?
Aún no sabemos mucho de lo que se hará. Esa es la preocupación. A veces a los artistas nos meten en el mismo saco, pero hay quienes nos hemos hecho a nosotros mismos, gracias a la dedicación y a nuestros valores. Vamos a ver a quienes apoyan y con qué criterios. También estamos esperando la Ley del Artista, ¿para cuándo? Nosotros no queremos limosnas, queremos trabajar, pagar nuestras deudas.
-¿Cómo vislumbra el panorama actual para el arte en general?
Uy, de aquí a unas semanas creo que va a haber una cantidad enorme de contagiados. Estamos navegando en medio de un mar embravecido. Nosotros, los artistas hemos sido los primeros a quienes se nos cortaron las alas y seremos los últimos en reactivarnos. Yo creo que el gobierno y el Ministerio de Cultura deberían fomentar programas que le den posibilidades a los artistas de pedir prestadas las instalaciones para poder vender un show.
-¿Está barajando la posibilidad de lanzar conciertos virtuales?
Estoy en conversaciones. Yo he sido una de las últimas en decir “bueno pues, hay q hacerlo”. A través de mi Facebook, mi Instagram y mi canal de You Tube me escriben para pedirme que haga algo. Ahora estoy haciendo saludos virtuales personalizados. No tienes idea de la cantidad de saludos que he tenido para el Día del Padre. Lo que nosotros, los artistas, tenemos que transmitir es un poco de alegría en medio del dolor de haber perdido familia, amigos. El artista siempre está presente en la vida de las personas, ahora que no hay espectáculos la gente busca a su artista favorito en las redes.
-¿La ha tocado de cerca esta pandemia?
He visto artistas que la han estado pasando mal y he intentado ayudar enviando medicinas, pero todo tiene un límite. Si todos pudiéramos ayudar sería diferente. Hay autoridades que están robando cuando hay gente que no tiene ni un sol para comprar pan. Los que roban cuando deben ayudar no tienen corazón. Me entristece y me da rabia que haya tanta corrupción.
-¿Dejó algún proyecto a medias?
Tenía una gira a Europa Italia, España, Francia, Bélgica, Suiza, Alemania. Teníamos presentaciones listas desde el 25 de marzo hasta agosto. Después de esa fecha me iba aguardar para la celebración de mis 55 años. Tampoco he podido grabar, aunque tenía ensayado, mi nueva producción por mis bodas de esmeralda. Todo se ha quedado trunco. Ahora estoy intentado ayudar a una compañera que estuvo muy mal. Hay artistas que nos ayudamos, entre todos hacemos un ayni. Tal vez no comulgamos en nuestras ideas, pero cuando se trata de ayudar ahí estamos.
-He leído que alguna vez pensó en retirarse de la música…
No lamento lo que hecho, pero a veces nos ponen tantas piedras en el camino. Si no fuera por el público ya no seguiría. Hasta dejé de hacer mis almanaques, pero este año por insistencia de muchos lo voy a retomar. Nosotros somos promotores, gestores culturales.
-Si tuviera la oportunidad de elegir a qué dedicarse profesionalmente, ¿elegiría de nuevo ser cantante folclórica?
Sí, a pesar de los golpes, caídas y resbaladas, volvería a dedicarme a la música. Me hubiera gustado ser parte de la policía de investigaciones, pero sin dejar el arte.
-Está próxima a cumplir 59 años, ¿cómo se imagina de aquí a 20 años? ¿Cantando todavía?
No creo. Me veo como promotora, apoyando a los artistas. Dudo que me desligue de la música. De alguna forma voy a estar ahí, haciendo más programas de radio si aún se puede.