Ya se sabe a lo que se viene cuando se viene a Cusco: a recargar energías. A contagiarse de la magia que guarda la Ciudad Imperial y que, generosa, comparte con todo aquél que se deja tocar por ella. Debo confesar que no se me había ocurrido que podría encontrar parte de esa energía misteriosa y magnífica en un festival de música rock pop. Y esa fue mi mayor sorpresa en el ApuFest.
Conversaciones con personas locales antes de la realización del festival coincidieron en que no había que tener muchas esperanzas. “Antes lo han cancelado a última hora”, contaron. Sin embargo, si algo se puede tener en la vida post cuarta ola de Covid, es fe en que las cosas pueden salir bien. Las de ayer salieron magníficas.
Entrar a la Hacienda Llaullipata, ubicada exactamente al frente del Complejo Arqueológico de Sacsayhuamán, sí supuso algunos problemas. Se había convocado a la gente desde el mediodía primero, a las 15:00 luego, pero el ingreso se habilitó recién a las 16:30. Superado el impase, solo quedaba disfrutar la promesa de más de ocho horas de música. El primer gran festival tras el encierro que nos impuso la COVID 19.
El line up anunciaba la presentación de siete grupos musicales, las cuales se intercalarían con la de cinco reconocidos DJ. La primera presentación, según lo programado, sería a las 16:50. Y se cumplió. Yardigans, el grupo cusqueño de indie rock que ya cuenta con dos discos en su haber, subió al escenario y ejecutó una presentación limpia. Abrir el ApuFest significó que sean la banda con menos público, pero su carácter made in Cusco, no se dejó derrotar por ello.
El sonido de Tayta Bird precedió el show de Canela china, nombre artístico de Ana Lucía Valdez, la única mujer cantante en el escenario del Apufest. “Me gusta la gente que llega temprano”, dijo la artista que entregó un show de pop urbano marcado por letras decididamente feministas. “Soy feminista, las mujeres tenemos aún mucho por qué luchar”, dijo mientras presentaba su canción “Por un día”, donde invita a los hombres a que, por 24 horas, se pongan en la piel de una mujer. Las chicas presentes dieron vivas, Canela china se retiró del escenario entre aplausos y con la respiración entrecortada.
El clima en Cusco se tornaba más frío en tanto avanzaba la tarde. Cuando We the lion apareció en el escenario, tras la intervención de DJ Barzo, el público había aumentado considerablemente y la emoción iba subiendo de tono, aunque Google afirmaba que la temperatura llegaba entonces a los 10 grados. Tito Silva Music fue recibido con los brazos abiertos, al igual que Temple Sour. Pero, valgan verdades, la segunda aparición de DJ Barzo fue el preludio del inicio de una verdadera fiesta: la llegada de Los Mirlos. Sus cuarenta minutos de presentación sacudieron la Hacienda Llaullipata. Es increíble la energía de Jorge Rodríguez Grández, líder y fundador de la mítica banda de cumbia amazónica psicodélica, quien, a pesar de reconocer que no estaba acostumbrado a la altura cusqueña, hizo un concierto que nada tiene que envidiar a otros que hemos presenciado al nivel del mar.
Gorros, chalinas y casacas empezaron a estar de más tras la presentación de Los Mirlos. Su capacidad de convocatoria es impresionante, tal como lo es también la entrega del público. ¿O se imagina usted escuchar a Los Mirlos en vivo y no dejarlo todo en la pista de baile?
El ánimo del Apufest fue creciendo a pasos agigantados. La segunda presentación de Tito Silva Music se coronó con el estreno del video de “Mi bebito fiu fiu”, en el que participa Zully Pinchi... y no con imágenes de archivo. Además, prometió que esta canción contaría con una segunda parte. ¿Se imaginan?
Como decía, el ánimo de fiesta fue in crescendo mientras la noche se asentaba en la ciudad y los grados de temperatura ambiental continuaban en franco descenso. Pero eso qué importa cuando la gente se divierte, sobre todo cuando el público responde con el ímpetu y la entrega de las y los cusqueños. El siguiente número estuvo a cargo del grupo uruguayo de cumbia pop Rombai. Si no sabe quiénes son, no importa. Una googleada superficial le dará la pista de por qué fueron un grupo tan aclamado en el ApuFest. La fiesta estaba servida.
El estilazo de DJ Shushupe hizo saber a la gente que la noche se iba terminando. Tras una hora de excelente selección musical, el ApuFest se coronó con el ingreso de Juanes al escenario. A siete grados centígrados y a casi 4.000 m.s.n.m., la Hacienda Llaullipata fue una sucesión de explosiones durante el show del colombiano. Haciendo honor al nombre de su último disco, “Origen”, Juanes inició su show con una versión particular de “El amor después del amor”, de Fito Paez”, para entonar luego un himno de Juan Gabriel: “No tengo dinero, ni nada que dar; lo único que tengo es amor para amar”.
El último número una sucesión de greatest hits que dejó satisfecho a los asistentes. El cantante colombiano bajó del escenario a cantar “Para tu amor” en compañía del público que se encontraba en las primeras filas y no cesó de darle gracias a la vida por volver a Cusco. “Qué bueno que no tengamos que vernos ya solo en fotografía”, dijo antes de entonar el éxito que grabara junto a Nelly Furtado. Tras entonar temas como “La camisa negra” o “La paga”, la medianoche encontró a los cusqueños en perfecta comunión con el artista mientras entonaban “A Dios le pido”.
Lo de los artistas que participaron del Apufest fue una muestra excepcional de entrega al público. Con algunos de ellos la altura hizo lo suyo, pero no por eso dejaron de conectarse con los asistentes. Los cusqueños, por su lado, demostraron que son un gran público y que en esta ciudad energía es lo que sobra. Bailar, cantar, saltar y dejarlo todo en cada canción fue lo suyo. Lo nuestro.
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