Bad Bunny, Harry Styles, Coldplay, Louis Tomlinson y Rauw Alejandro son estrellas de diversos géneros musicales con algo en común: el gran interés que sus conciertos han tenido entre los peruanos. Tal fascinación ha motivado pedidos, en mayor o menor grado, de una segunda fecha para que más personas puedan asistir a los shows.
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El último en causar la repetición de esta ya vieja canción ha sido el mismísimo Bad Bunny, cuyo esperado concierto en el Estadio Nacional este 13 de noviembre del 2022 rompió récords de velocidad en ventas. Ahora, los fans del ‘Conejo malo’ ya claman por un segundo espectáculo, pedido que hasta la fecha sigue sin respuesta.
El Comercio se comunicó con los representantes de prensa de los organizadores de este evento, Masterlive Perú, quienes indicaron que a estas alturas no pueden confirmar ni negar la existencia de negociaciones para una posible segunda fecha. No obstante César Ramos, el dueño de la empresa, dejó abierta la posibilidad en una entrevista que, si para noviembre se permite un mayor aforo, podrían venderse más tickets en la primera fecha.
Impedidos entonces de conseguir una respuesta certera sobre una segunda fecha, nos preguntamos bajo qué circunstancias los artistas aceptan dar un concierto adicional al inicialmente programado. Para eso consultamos con el empresario Coqui Fernández, director y socio de Move Concerts; quien en su momento trajo al Perú los recordados espectáculos de Metallica, The Cure, Oasis, Green Day, Katy Perry, Iron Maiden, Soda Stereo y los Jonas Brothers al país. Estos dos últimos conciertos, particularmente relevantes al caso, obtuvieron una segunda fecha luego de ser anunciados.
El caso Jonas
En conversación con El Comercio, Coqui Fernández indicó que son varios factores los que permiten programar una fecha adicional, entre ellos la disponibilidad del músico, la disponibilidad del local, la suficiente demanda del público y, por último, la valentía para atreverse a invertir en un espectáculo adicional.
Con respecto a la disponibilidad del tiempo del músico, el empresario señaló que cuando los cantantes y grupos musicales salen de tour, estos intentan que las giras sean lo más cortas posibles para regresar lo más pronto a sus casas; por lo cual no dejan mucho tiempo entre cada uno de sus conciertos. Este tipo de planeamiento tiene como consecuencia que, incluso si hay una gran demanda de un segundo concierto, este no ocurra porque ya tienen una nueva fecha programada.
Eso estuvo a punto de ocurrir con el concierto que los Jonas Brothers dieron en el Estadio Nacional en mayo del 2009, programado inicialmente con solo una fecha, el 19 de ese mes, porque era la única que tenía el grupo en su apretado calendario. Por cosas del destino, un desafortunado brote de gripe aviar (AH1N1) en Monterrey, México, causó que se cancelara el concierto que tenían programada la agrupación en el país azteca, por lo que Coqui Fernández pudo negociar rápidamente para que los Jonas Brothers se presentaran también el 18 de mayo en Lima.
“Me verás volver”: el caso Soda Stereo
No fue el caso con el concierto que Soda Stereo dio a fines del 2007 en el Estadio Nacional, recordado particularmente por ser una de la última vez que la agrupación argentina nos visitó con Gustavo Cerati a la cabeza.
Inicialmente, se tenía planeada solo una fecha, el 8 de diciembre, pero la gran demanda por la agrupación argentina llevó a que aceptara hacer una segunda fecha, cuestión posibilitada porque el Perú marcaba el fin de la gira y Soda Stereo ya no tenía ningún compromiso por los siguientes días.
Un siguiente factor para que ocurra un concierto adicional es la demanda del público. “Básicamente, lo que uno tiene que hacer es medir la temperatura del artista”, señaló Coqui Fernández. “Porque no vas a contratarlo para un segundo show y perder la utilidad del primero. Cada artista tiene un análisis concreto, no es que se te acaban las entradas de un concierto y ya sí o sí puedes activar el segundo.”
Igual de importante es la disponibilidad del local, apuntando en casi todos los casos para que sea el mismo donde se dio el concierto inicial, situación que le permite a los organizadores el ahorrar algunos costos.
“Tanto artista como proveedores te hacen un descuento, que no es muy grande que digamos”, reveló Coqui Fernández. “Los que te cobran de cero son obviamente la seguridad, porque ellos se va a su casa y al día siguiente tiene que hacer el mismo trabajo; pero en el caso del escenario, sonido y las luces, eso si es algo que ya no tienen que volver a llevarlo, sino que lo pueden dejar todo ahí instalado en el local.”
El factor de la valentía, descrito por Coqui Fernández con un eufemismo avícola, es un factor muy importante si se toma en cuenta en cuenta que organizar un concierto de la magnitud del de Bad Bunny puede llegar a tener un costo de dos millones de dólares, según indicaron a este Diario los organizadores de Masterlive. Traer un artista de esa talla, y encima contratar una segunda fecha, requiere ‘valentía’ del tamaño de los regalos del (no tan malo) Conejo de Pascua.
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