Beethoven en los Barracones
Beethoven en los Barracones
Alonso Almenara

El director de orquesta español Íñigo Pirfano llegó a Lima esta semana con un extraordinario proyecto entre manos: compartir el mensaje de fraternidad universal de la “Novena sinfonía” de Ludwig van Beethoven con las comunidades más desfavorecidas de nuestro país. 

Su organización, A Kiss for All the World, inició su campaña solidaria en junio del año pasado con un concierto en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. Un video colgado en You Tube registra la experiencia, en la que una orquesta y un coro interpretaron la famosa partitura beethoveniana ante una audiencia profundamente emocionada. “Después de esa música tan poderosa –recuerda Pirfano–, los enfermos, que habían mantenido un silencio de respeto casi reverencial, se abrazaron a nosotros, nos besaron, nos dijeron: ‘No saben lo que nos han traído ustedes hoy’. Porque ya no es la visita que haces a una persona que sufre y le acercas un detalle. Llevar a 240 músicos a tocar para ellos hacía que se sintiesen con dignidad”.

Y eso es precisamente lo que quiere hacer Pirfano en las zonas más deprimidas de Latinoamérica, África y Asia: sacar la “Novena” de los teatros y acercarla a hombres, mujeres y niños que nunca han tenido acceso a la belleza y al contenido espiritual de la gran música. Esta es su historia.

¿Cómo nace el proyecto?
Desde hacía tiempo me obsesionaba la idea de que, a pesar de que la “Novena sinfonía” de Beethoven ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la mayoría de la población mundial ni siquiera está enterada de su existencia. El objetivo de A Kiss for All the World no es otro que el de acercar a los colectivos más vulnerables lo que hasta ahora nadie les ha acercado. Por supuesto, es muy importante lo que hacen tantas organizaciones, de llevarles alimentos, ropa, medicina, etc. Pero nadie se había planteado llevarles la dignidad que da la cultura. Es decir, tratar a esas personas no como estómagos, no como individuos de segunda o tercera categoría, sino como personas que tienen la misma dignidad que cualquiera de nosotros. Nos parece que es una idea muy bonita y muy original, y eso es lo que está haciendo que esté despertando el interés de tantas personas, como Plácido Domingo o la baronesa Thyssen, que están en el patronato de honor del proyecto. Queremos que la sociedad entera revise con nosotros el concepto de lo que son las primeras necesidades. 

¿Qué hace de la “Novena sinfonía” una obra tan especial?
Si la música en general tiene esa capacidad para unir a las personas, la “Novena” plantea esto de manera inminente. El texto de Schiller con el que termina la “Oda a la alegría” dice: “¡Abrazaos, multitudes! ¡Este beso al mundo entero!”. De ahí viene, precisamente, el nombre del proyecto. La obra, además, está planteada como un proceso de transformación interior. Es decir: tú solo puedes abrazarte a la humanidad, a los que más sufren, cuando antes te has vaciado de ti mismo, de tu egoísmo, de tus preocupaciones. Y por eso me gusta centrar la atención en el tercer movimiento. Se suele considerar que el importante es el cuarto, donde entra el coro y efectivamente es el más grandioso. Pero solamente se puede llegar a ese clímax emocional cuando en el tercer movimiento, que es el lento, te has formulado las preguntas correctas sobre el sentido, sobre quién eres en realidad, y se ha operado en ti esta transformación. 

¿Cuál es el estado del proyecto en el Perú? 
Aunque traemos músicos de fuera, necesitamos el apoyo de orquestas locales. Hemos entablado contacto con la Sinfónica Nacional y las sensaciones son muy buenas. Hoy nos vamos a reunir también con el director ejecutivo de Sinfonía por el Perú, que ha manifestado su deseo de apoyarnos. Nos han hablado de lugares muy interesantes. Pensamos que Manchay va a ser uno de ellos. También nos interesa llegar a hospitales y orfanatos. Incluso, para nosotros sería un sueño poder hacer una presentación en los Barracones. Nuestras fechas tentativas son para julio-agosto del 2016.

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