Si Armonía 10 se convirtió en la “universidad de la cumbia peruana” a punta de éxitos y conciertos multitudinarios, Carlos Soraluz fue el docente que, a fines de los años 90, enseñó a escuchar una cumbia con un corazón hecho trizas. No solo con el afán de bailarla, sino con el propósito no tan secreto de levantar un vaso y, a viva voz, cantarla.
Soraluz, un hombre de mediana estatura, sonrisa desierta, orejas, delgado y con una timidez que solo se escabulle sobre el escenario, vive desde hace muchos años lejos de las luces. Su última aparición pública fue en julio, en el homenaje póstumo que todo Piura le hizo a Walther Lozada, el legendario fundador de Armonía 10.
Pasado el evento, volvió al anonimato, pero sus fans lo tienen presente en las redes sociales, sobre todo en Facebook y TikTok, escenarios virtuales donde ha empezado a compartir contenido tímidamente. ¿Cómo llegó a ser la voz de éxitos tan recordados como “Siempre pierdo en el amor”, “Herido corazón”, “La duda”, “Solo” y “Juraré no amarte más”? Esta es su historia.
El inicio
Desde niño su hobby fue cantar y actuar antes que el fútbol o las canicas. A los 12 años, junto a sus amigos del barrio en Sechura (Piura), creó un grupo al ritmo de poronguitos y embudos. Hacer música era su vida, y su madre un gran impulso. Con 14 años entró al grupo Mar Azul, luego a Brisa Marina, agrupación que grababa en el mismo lugar que lo hacía Agua Marina. Con gran proyección, entró a la afamada orquesta sechurana, donde se quedó cinco años. “Los hermanos Quiroga de Agua Marina me apoyaron mucho, empecé con covers y después con canciones más conocidas”, indica.
La juventud y ganas de sobresalir lo hicieron buscar nuevos aires. Ya con una hija, y en otra agrupación más pequeña, Armonía 10 lo llamó. “El señor Walther Lozada (director del grupo) pidió, a través de un tercero, que grabe unas canciones nuevas. Yo conocía a los cantantes de Armonía 10 y tuve miedo, no sentía que iba a estar a la altura, me daba miedo”, se sincera. Lozada insistió: “graba unas canciones, sin compromiso, nada más”.
La voz y estilo de Soraluz gustaron. Empezó a grabar y compartir escenario con grandes exponentes de la cumbia, como Makuko Gallardo, Percy Chapoñay, Danny Delgado, César Saavedra, etc. Ellos lo llevaron poco a poco a recorrer todo el Perú, a ver sus bellezas y tristezas, encantos y espantos. “Conocí todo el país. Con Armonía 10 llegábamos a los pueblitos más recónditos. La fama no me mareó, pero sí la entendí cuando llegué a Sechura, prendí una radio de salsa (Panamericana) y me escuché”, cuenta.
Soraluz participó en la conquista de Lima por parte de la cumbia a fines de los 90, oleada en la que se confundieron ritmos y sonidos que millones gozaron. Como artista, hizo videoclips en lugares famosos (Sacsayhuamán, Chan Chan), bailó sin compás (pero eso no importa) y, sobre todo, erigió una imagen sin escándalos ni estridencias. Si la potentísima voz de Makuko Gallardo o la algarabía del Gato Bazán sobresalían en los escenarios, Soraluz encendía las penas de miles y enfervorizados fans de “la Primerísima”. Una voz que por años nadie oía, que se apagaba por las razones más insospechadas.
El descanso del cantante
El período de 1998 a 2004, su primera etapa en Armonía 10, fue ininterrumpido y lleno de canciones que se convirtieron en hits. Pero del 2004 al 2008 se tomó una pausa. “Mis hijas crecían y decidí que dos a tres meses al año las pasaría con ellas y luego saldría a hacer la vida de un artista”, recuerda.
Sin embargo, en el 2008 decide una pausa más prolongada. Implementó un negocio electrónico en Piura y optó por dedicarse a ello, así como a su familia. Fueron cerca de ocho años alejado de las giras y tarimas. El 2016 regresa a los escenarios. Su negocio fue asaltado dos veces, lo cual, sumado a su deuda con una entidad financiera, lo dejó al borde de la quiebra. “Entonces otra vez Walther Lozada me da la oportunidad de volver a mi casa (el grupo). Algo que siempre lo tendré presente”. Esa etapa duro hasta poco antes de la pandemia.
La pandemia dejó su carrera musical en stand by, por el temor al contagio del virus. “Opté por vivir de mis ahorros y recién he empezado desde fines del 2021 a “chivear”, que es salir a cantar en solitario en eventos sociales o privados en cualquier parte del país”.
Hoy que temas a los que dio voz como “La Duda” y “Ya no quiero llorar” se han vuelto a poner de moda y Armonía 10, con nuevas y buenas voces, las entona en sus conciertos, Soraluz ha obtenido un nuevo resurgimiento cargado de nostalgia. Cada día recibe decenas de saludos y reconocimientos de fans que lo recuerdan o en otros casos conocen recién de su trayectoria. “Ahora la gente se acuerda de mí en TikTok y Facebook, pero yo solo digo que cada cantante tiene su estilo y forma de abordar la música. Solo puedo decir que estoy muy agradecido, pero muy agradecido”; dice con una humildad a prueba de exigentes.
"En el 2013 me di con la sorpresa que en el programa 'Yo Soy' alguien decidió imitarme. Y no solo fue algo pasajero, sino que llegó a las finales. Me emocionó que una persona se tomara el tiempo de recordarme en un programa tan sintonizado. Un día me invitaron y fui a ayudar al joven para que la presentación salga mejor. Me dio alegría que le den espacio a la cumbia y que el jurado supiera que formé parte de un grupo como Armonía 10", recordó el artista.
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