A pesar de que oímos a Claudio Narea (Santiago de Chile, 1965) desde hace casi 40 años, recién podemos conocerlo realmente. Aunque el ex guitarrista de Los Prisioneros ya fue parte de otra exitosa banda, como Profetas y Frenéticos, y ha lanzado tres discos como solista, él mismo había carecido del impulso propio y el ánimo para concentrarse en trabajar una carrera individual. Hoy, además de confesar que ya siente arder el “fuego interno” y haber encontrado la paz alrededor de su historia con Los Prisioneros, también es el único de sus ex compañeros que sigue adelante sobre los escenarios. Jorge González no lo hace por sus problemas de salud y Miguel Tapia, por decisión propia, después de hacer giras con Narea durante más de 10 años tocando el repertorio de la emblemática banda que integraron.
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“Soy el único tocando. Llevo una década haciéndome cargo del repertorio y ahora toco mucho de ellos y meto mis canciones también para darlas a conocer, porque no tuve realmente una carrera solista”, nos cuenta Narea a poco de su nueva visita al Perú para presentarse en escenarios de Lima y Huancayo.
“Sí me gusta hacer canciones nuevas y grabar discos, pero hay que tener muchas ganas de ser solista, porque tiene que salir una fuerza interna de querer estar en todos lados y que te conozcan y yo la verdad que tenía más timidez. No pensaba que pudiera o quisiera hacerlo”, nos dice el hombre que, el 2015, publicó “Los Prisioneros, biografía de una amistad”, su propia versión de los hechos que unieron y separaron al grupo que convirtió en himnos latinoamericanos temas como “El baile de los que sobran”, “¿Por qué no se van?” o “La voz de los 80″. Aquí la palabra de Claudio Narea.
—¿Ahora sí sientes la fuerza interna suficiente como para dedicarte a tu carrera solista?
Ahora sí. Lo que pasa es que durante una década estuve con Miguel Tapia, entonces compartíamos mucho. Para mí era más cómodo estar con otro de Los Prisioneros. Éramos casi el grupo completo y tocamos nuestras canciones por todas partes. Visitamos Canadá, Colombia, Perú o Venezuela. Tocamos por muchos lados, pero la pandemia acabó con la dupla. Ahora Miguel no está tocando. Yo sí lo estoy haciendo y estoy contento por llevar los temas de Los Prisioneros a un nuevo público en el que, además de la gente de nuestra edad, hay niños y jóvenes.
—Eso pasa porque, para bien y para mal, sus letras siguen estando vigentes…
Claro que sí. De todas maneras, la música popular de hoy es otra. Hay mucha gente joven que escucha principalmente música urbana, pero estoy contento al ver que cada vez más público joven quiere escuchar nuestras canciones y está conectado con la temática, que le hace sentido. Eso también permite hacer pensar a la gente, porque se cuestionan. Me pone contento poder ser parte de eso, de la historia de Los Prisioneros, y poder llevarlo a un público nuevo.
—Llevar todo el repertorio también podría hacer pesado el tener que contestar todas las preguntas que se siguen haciendo alrededor de la banda y de su final…
En realidad, no se me hace pesado. Lo que pasa es que la historia está un poco distorsionada porque hay series de TV que se han tomado la licencia de inventar historias respecto a nosotros. La primera serie salió hace como 7, 8 años. Inventaron personajes, situaciones y la gente pregunta si es verdad. Y sí era un poco cansado repetir lo mismo respecto de otras versiones porque las preguntas siempre son las mismas y yo no tengo nada que ver con la historia que inventaron. Vivo mi vida tranquilo, y me siento contento y responsable de la historia que tenemos y también de las canciones.
—¿Cómo te has sentido con la serie que salió a inicios de este año?
Es la serie de Movistar. Pero no estoy cómodo ni de acuerdo. Mira, primero salió una película de Los Prisioneros, el 2012. Luego, el 2013-14, salió una serie y luego ha llegado la serie de este año. Yo no he visto ninguna, pero me entero de lo que me hablan. Solo he visto pedacitos de todo y el tráiler de la última y no logro entusiasmarme con ver una visión que nunca fue realmente nuestra historia. Ni siquiera hablamos como hablan esos personajes y hay muchas cosas que nunca sucedieron.
—¿No te identificas?, ¿No te encuentras en esa serie?
Es muy raro, muy extraño. Imagínate que hicieran una serie sobre tu vida y que no sea verdad nada de lo que ves ahí. De todas, quizás la última serie tiene más sintonía respecto de lo que sucedió. Vi el tráiler y sé que hay cosas que no son así, pero rescataron el espíritu de la banda un poco mejor que el resto. Ahora, dicho eso, yo escribí un libro sobre la historia de Los Prisioneros y es bastante difícil, poco probable, que hagan una historia contándolo desde mi punto de vista, porque creo que soy el único de Los Prisioneros interesado en contar la verdad.
—¿Por qué piensas eso?
Ni Jorge ni Miguel quisieran contar la historia verdadera de Los Prisioneros, porque hay gente a la que le gusta inventar historias. Por ejemplo, la historia de la serie de Movistar está basada en lo que la gente percibe que sucedió, lo que Jorge, como compositor de canciones que estuvo más años que yo en el grupo, inventó sobre cómo sucedieron las cosas, y lo que yo cuento es cómo sucedió realmente desde dentro. Esa es la diferencia. Creo que una historia de acoso permanente de un integrante a otro no es una historia que todos quisiéramos contar.
—¿Tú crees que Jorge González ha endulzado o mitificado cierta versión de la historia?
Claro. Por ejemplo, decir que Los Prisioneros nos separamos por una mujer es una historia más cómoda de contar o más feliz de contar que la historia que se dio realmente. Entonces, yo conté lo que sucedió y es una historia que, obviamente, tira por tierra todo lo que se ha dicho respecto de Los Prisioneros, de nuestra separación y de lo que pasó con el disco Corazones. Yo soy feliz de haber sido parte de Los Prisioneros en el sentido de lo que significaron para mí y para mucha gente en cuanto a lo que sucedió, lo que éramos en el comienzo: un grupo de amigos que tenía ciertas inquietudes musicales, por un lado, y, por el otro, deseos de una sociedad más justa. De eso yo soy parte. No me considero parte de lo que fue pasando posteriormente cuando llegaron las drogas, la distorsión de la fama. De eso creo que puedo librarme bien y tengo una mirada crítica con respecto a varias cosas que sucedieron y eso lo llevé al libro. Ahora, la historia de acoso permanente no es algo que creo que vaya a ser tomado por una serie, por una película, porque rompe el “ideal Prisioneros”, todo lo que se ha creado respecto de la “fantasía Prisioneros” o “el mito Prisioneros”.
—¿Has podido conversar recientemente sobre esos temas con Jorge González?
Obviamente tuve problemas con Jorge, pero todo eso lo pudimos conversar hace un tiempo atrás. Pero, dada su personalidad, él dijo que nunca iba a reconocer esas conversaciones. Yo me siento en paz y creo que él también está en paz con respecto de lo que sucedió. De alguna forma, yo acepté sus explicaciones —porque no puedo decir que hayan sido disculpas—. Me explicó lo que le pasaba entonces y cómo está hoy día, hablamos mucho sobre ese tipo de cosas. Dicho esto, por un lado, están las canciones, el trabajo respecto de la música que hicimos juntos, el recuerdo y la buena onda que hubo, la buena onda que yo creo que hay hoy día también. Pero no tengo porqué hoy guardar silencio con respecto a lo que otros han hecho sobre nuestra historia. Si me preguntas si estoy en buenas con Jorge, sí, estoy en buenas. Pero otros han hecho historias y tengo que responder también por eso, porque se ha distorsionado el asunto. Yo estoy muy feliz de estar tocando la música de Los Prisioneros hoy, me siento en paz, incluso con Miguel también. Creo que cada uno está en el lugar que quiere o quiso estar y mi lugar es en el escenario tocando, haciendo música. Estas canciones nuestras creo que a mucha gente le hacen sentido y le hacen bien.
—¿Se puede decir que, tras todos los problemas que han tenido, al final Jorge González y tú han sellado la paz?
Sí, sí, sí. Estuvimos distanciados. El 2003 él me expulsa de la banda, y obviamente no es una situación agradable. Antes también. El año 90 yo me fui de la banda después de un acoso permanente por parte suya. Pero el año pasado estuvimos chateando durante un mes, aunque él ya me dijo que jamás iba a reconocer eso. Él fue quien tomó la iniciativa de hablarme a través de un perfil con seudónimo. Y yo tuve que entender que era él, producto de las cosas que hablaba. No pudimos lograr conversar en persona. Aun así, por todo lo que hablábamos yo sabía que era él. Yo sé que es él, las cosas que sabía solo podía saberlas él, porque fuimos amigos desde los 13 años. No era la primera vez que entablábamos conversaciones vía seudónimo. Hablamos largas horas, muchas horas, muchos días. Aunque él dijo que nunca iba a reconocer esto, igual puedo decir que estoy en paz, porque lo hablamos. Da lo mismo que él no quiera reconocerlo, pero igual está escrito en mi libro. Le pedí permiso y él dijo que no había problema, pero que nunca lo iba a reconocer (risas). Son cosas que para mí no tienen sentido, pero en su mundo sí lo tienen. Le respeto eso. Creo que él tiene derechos a querer permanecer en un pedestal, o como quiera, para la opinión pública. Sentí que él estaba contento de que hayamos estado tocando las canciones que, principalmente, compuso él.
—Hace poco se cumplieron 21 años del último concierto que dieron en el Estadio Nacional. ¿Cómo valorar en retrospectiva aquel último gran momento del grupo?
Fueron dos tremendos conciertos y el comienzo de una segunda etapa donde pensamos los tres, genuinamente, que era posible hacer una segunda carrera. Fueron dos meses de ensayos, muchas bromas que volvimos a hacer. Yo pensaba que estaba todo bien para hacer una segunda carrera, pero ya éramos distintos, y yo no sabía qué tanto. Por un lado, yo había crecido, era menos tímido, me mandé a sacar un disco solista, tuve una banda que fue bastante exitosa en Chile, y ellos también habían hecho lo suyo, habían viajado. Según eso, yo pensaba que era posible hacer una carrera y sacar un disco y todo. Pero los problemas comenzaron, justamente, cuando se nos ocurrió grabar un nuevo disco. Fue muy mala idea y en eso coincidimos con Jorge cuando conversamos el año pasado. Él me decía que fue un gran error pensar que podíamos haber hecho un disco. Teníamos que haber hecho las canciones que conocía la gente, tocar en vivo, y eso sería todo. Fue un gran evento, fue una experiencia nueva tocar en muchos países que nunca soñé, llegar a Estados Unidos, España, Perú, Bolivia, Colombia o México, algo muy grande que nunca habíamos pensado hacer durante los años 90.
—¿Qué es lo que más te motiva hoy a continuar con tu carrera?
La vida. La vida me motiva. Tengo hijos y, aunque no he hecho canciones nuevas, me motivan a hacer música. Tengo uno de 6 meses y una de 5 años que me ocupan harto tiempo. Ellos me motivan, me motiva la vida y el hecho que en este momento muchos chicos, jóvenes, de 10, 12, 13 o 15 años van a nuestros conciertos. Hay una motivación que tiene que ver con que sigo vivo, con que la gente está feliz de que estemos tocando y con el hecho de que podemos llevar la música a muchos lugares todavía.
—Eres el único de tus ex compañeros que sigue tocando y en tus canciones propias tienes varias con contenido social, como “Rico el país”. ¿Sientes que en la escena latinoamericana hace falta grupos con letras más combativas, más partícipes de los cambios sociales que se están produciendo?
Creo que este mundo de hoy es distinto. Creo que pasan demasiadas cosas, pero la gente está un poco más gustosa de escuchar letras que no dicen nada. Es algo que sucede y tiene que ver con la cultura. No sé, me puedo equivocar, pero creo que la gente no le toma el peso a lo que estamos viviendo. Por ejemplo, está el Mundial de Fútbol donde mueren miles de personas trabajando sin derechos y no pasa nada. Aparece hasta Morgan Freeman, Maluma va a cantar. Todo se limpia de alguna forma y no pasa nada. Se juega fútbol, todo el mundo se olvida de lo que está pasando, hay una guerra en curso en Rusia, realmente pasan cosas muy lamentables y entre las cosas lamentables pasa lo que vivimos en Chile hace poco: la mentira logra el efecto que busca y se tergiversa todo. Aquí pasó con lo de la nueva constitución. Tergiversaron todo para que la gente decidiera no tener derechos sociales, por ejemplo. Estamos viviendo en un mundo muy loco. En ese sentido, la música actual como el trap o el reguetón también me gusta como diversión, pero cuando la gente solo escucha eso me parece lamentable, porque sé que entonces no son capaces de escuchar algo más complejo, que requiera más concentración. Una sinfonía de Beethoven, leer un libro, imposible. Creo que el mundo está loco y la música actual es parte de esa locura, tan vacía, tan poco artística. Creo que voy a seguir haciendo la música que creo que hay que hacer y el público seguirá acompañando en la medida que pueda.
—Ustedes, en Chile, viven un contexto en el que parece haber espacio para cambios sociales tras las multitudinarias marchas del 2019 y 2020. Considerando que has sido actor activo en esta etapa, ¿Ves con optimismo el gobierno de Boric y el cambio de constitución?
Yo veo con pesimismo lo que está pasando. En ese sentido, no tengo ninguna esperanza de una solución mejor, después de ver cómo fue todo tan tergiversado. Hoy veo a Boric gobernando con dificultad porque hay una oposición que quiere sacarlo o hacer un golpe de estado, me queda clarísimo. Yo toqué en eventos para que Boric saliera presidente, también apoyé la nueva constitución y fue imposible, imposible. Por paliza ganaron las mentiras y la otra opción. Tergiversaron todo. Y la gente pobre, que vive en lugares apartados, al no tener mucha educación le hizo caso a propaganda hecha con muy mala intención, con ganas de que todo siguiera igual, los ricos cada vez más ricos y los pobres, así como están.
—¿Cómo se sienten los artistas que fueron voces rebeldes, disidentes, que pidieron cambios desde los tiempos de Pinochet, frente a otros abiertamente conservadores, como Alberto Plaza?
Incluso Alberto Plaza, a pesar de que no comparto su opinión, creo que tiene su gente, su público, pero hay gente peor. Igual es un artista, tiene sus éxitos, pero hay otra gente en política en Chile que realmente es horrible, Ricardo. No comparto nada con Alberto Plaza o varios de los que están ahí. Ellos miden el orden dependiendo de si en la Plaza Baquedano o de la Dignidad hay o no hay pasto. No saben cuánto va a durar, pero les gusta lo simbólico del orden. Quienes tienen su mirada decían que Chile había estado a pasos del desarrollo, pero nunca vieron lo que estaba pasando en las poblaciones y la realidad. Seguro crecimos en los años 90 y 2000, pero no fue suficiente, porque fue solo un grupo de gente el que creció muchísimo mientras a otros solo les llegaron migajas. La mirada del círculo de Plaza no entiende que para que el país esté bien necesitamos todos crecer y no solo crecer los empresarios. Porque si todos crecieran en educación y en igualdad de oportunidades y ese piso mínimo fuera más alto, habría menos delincuencia y hoy estamos llenos de delincuencia, que surge precisamente por la inequidad. Ahora, yo no soy comunista ni creo que haya que instalar el comunismo en Chile. Sí creo que tiene que haber una mezcla de lo positivo que hubo, con lo nuevo que se está pidiendo para poder tener un país en paz. La única forma es que haya más educación, más cultura. Estamos movidos por el neoliberalismo, todo se vende, todo tiene un precio, los derechos sociales no existen. Creo que estamos en la mirada de un país equivocado. Creíamos que Chile era un buen país y no lo era. Si no hay cambios grandes hoy, en algún momento vamos a volver a tener problemas. Debemos tener una nueva constitución porque debemos tener otro rayado de cancha para poder tener un país mejor y más justo para todos.
—¿Cuál es tu expectativa con esta carrera solista en la que, ahora sí, has decidido enfocarte?
Soy papá de nuevo, y estoy empezando como lo hacía en los primeros años que vine a Perú. Cuando vine la primera vez acababa de ser papá de mi primer hijo, que ahora tiene 35 años. Entonces, para mí ha sido un volver a empezar, pero también dedicarme más a la música, a mi familia. Aunque no es estrictamente necesario hacer canciones nuevas, quiero hacerlas, quiero ir sacando singles, aunque me encantan los discos completos. Quiero empezar a hacer eso y que esto permita que la gente vaya enterándose. No tengo una gran escucha en Spotify porque, como te decía, nunca me dediqué a ser solista. Hay mucha gente que no sabe que lo soy. Nunca quise serlo. Hay que tener un fuego interno muy grande para poder decirle a todo el mundo “Este es mi disco, ven a escucharme”. Lo intenté, pero no conseguía sentirme cómodo…
—¿Y ahora sí sientes ese “fuego interno”?
Ahora lo siento de verdad. Porque me respalda un gran repertorio, porque sé hacer canciones, sé que cuando uno, aunque no cante tan bien, tiene algo que decir, debe acabar con la vergüenza y mostrarse. Yo hoy día estoy así. Si alguien me dice que canto mal, le diría que me da lo mismo. Tal vez por la edad que tengo (risas). Lo que yo siento ahora es felicidad llevando estas canciones adelante.
Fecha: 5 de diciembre
Hora: 8.00 p.m.
Lugar: Centro de Convenciones Bianca
Dirección: Av. Almirante Grau 135, Barranco
Entradas: Teleticket
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