Es la gloria del tipo buena onda, de una presunta honestidad brutal para sincerar su corazón y absolutamente ducho en lo que hace. Su aura cercana, paradójicamente, es una de las claves que lo ha elevado al olimpo de las estrellas. La alquimia del pop diáfano y sentimental es suya. El británico Ed Sheeran, de 26 años, seduce sin complicarse conceptualmente. Algo de eso se refleja en los títulos de sus tres discos: “+” (2011), “×” (2014) y “÷” (2017), lo que comulga de sobra con el lenguaje sintético que los millennials plasman con frenesí en sus celulares. Es como si hubiera patentado una fórmula en tres placas rebosantes de hits infalibles aunque –en este punto se vale discrepar– casi indistinguibles e intercambiables entre ellos.
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Pero el pelirrojo tiene con qué defenderse ante las objeciones: pertenece a la estirpe del hombre orquesta. Es capaz de enfrentar él solo y con la frente en alto a un estadio colmado. La guitarra de palo, los pedales y los secuenciadores son sus aliados. Con ellos dispara ‘loops’ y voces que se amalgaman con sutileza y se transforman en armonías que envuelven sus acordes edulcorados y melodías no aptas para diabéticos, mientras Sheeran se pregunta si en un beso se encuentra la verdad. Habría que preguntarse cuál es la frontera de sus devaneos existenciales.
AUTENTICIDAD POP
No todos se rinden ante el vigente rey Midas de la trova del corazón. En el 2015, Noel Gallagher, ex cerebro de la banda Oasis y excelso compositor con vocación de barra brava, señaló a la revista “New Musical Express” que él no puede vivir en un mundo en el que un tipo como Sheeran sea capaz de llenar el estadio de Wembley, con capacidad para 90 mil personas. El intérprete de “Shape of You”, fiel a su bonhomía, prefirió no responder el dardo con otro golpe y afirmó que lo suyo no es la pusilanimidad, sino la sintonía con la honestidad.
Desde ese eje de la sinceridad en medio de los espejismos y exageraciones del ‘show business’, Sheeran ha lanzado más de un gesto para las masas. Ahí están sus ‘selfies’ con su amiga Taylor Swift, sus fotos en los que exhibe su obsesión con los tatuajes o confesiones sobre cómo superó su tartamudez fraseando temas de Eminen. En julio, además, aparecerá en la séptima temporada de la serie “Juego de tronos” (sobre su personaje ha dicho que este no se morirá). También hay decisiones antimediáticas, como su desconexión de las redes sociales. Sobre esta opción, Sheeran escribió: “Me he dado cuenta de que he estado viendo el mundo a través de una pantalla y no con mis propios ojos”. Autenticidad y realidad antes que autobombo.
Tal vez su siguiente reto sea –si le apetece, claro está– sacudirse del pop dulzón y acomodado. Algunas fijaciones de Sheeran albergan esperanzas. Uno de sus discos de cabecera es “Irish Heartbeat” (1988), de Van Morrison and The Chieftains, un clásico pleno de folk y mitología. Sería bueno que las alusiones de Sheeran a los castillos en las colinas abracen la mística, en lugar de parecerse a una excursión de púberes confundidos. Talento tiene para lograrlo.
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Ed Sheeran en Lima:
Fecha: 13 de mayo, 9 p.m. Lugar: Estadio Nacional. Entradas: Teleticket de Wong y Metro. Más informaciónTweets by Luces_ECpe