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Edgar Valcárcel
Czar Gutiérrez

"Las danzas y canciones andinas son para mí un credo de fe, la fiesta de la Candelaria es mi alimento espiritual", decía el c "Yo vi la luz en una familia de gamonales donde lo más elegante era tener un piano. Jamás me hubieran enseñado a tocar una zampoña, por ejemplo, pese a que mi madre era de origen aymara". Y si sus padres lo indujeron al teclado y educaron tempranamente su oído musical, sería su tío Theodoro —el célebre compositor de "Suite incaica" y del ballet "Suray Surita" y ciudadano excelso de la meseta del Collao— quien gatilló definitivamente su arte.


"Tú llegarás a ser un músico más grande que yo", le dijo cuando Edgar tenía apenas 8 años y acababa de tocar el "Minué en sol mayor" de Paderewski. Theodoro llegaba de Milán envuelto en una capa negra y un pañuelo blanco atado al cuello. Ni su fama ni su estampa de músico bohemio amilanaron al pequeño pianista, premiado con semejante vaticinio y un sol de plata. Así se labró su ingenio, en ese clima de familiar destreza. Y si la sensibilidad del tío se modeló entre el folclor altoandino y la academia, lo suyo fue la manipulación de material autóctono bajo concepciones abstractas, a tono con la vetiginosa impetuosidad de la Generación del 50, también compuesta por César Bolaños, Leopoldo La Rosa, Celso Garrido-Lecca, Enrique Pinilla y Francisco Pulgar Vidal, precursores locales del encuentro entre el lenguaje de vanguardia y la música aborigen.

Edgar Valcárcel - Invención (1966)

RETABLO ELECTRÓNICO
Alumno del compositor belga Andrés Sas en el Conservatorio Nacional de Música, Valcárcel no tardaría en ensanchar horizontes: pupilo de Donald Lybbert en el Hunter College de Nueva York —cuyos estudios costearía trabajando de camarero durante varios años en Manhattan—, de su encuentro con Alberto Ginastera, el académico latinoamericano más importante de los sesenta, le saldría una recomendación para el Instituto Torcuato Di Tella de Buenos Aires (1963-1964), donde alternaría con verdaderas luminarias: Olivier Messiaen, Luigi Dallapiccola, Riccardo Malipiero y Bruno Maderna. Una beca Guggenheim lo devolvería al Columbia–Princeton Electronic Music Center de la Gran Manzana. Y también sería profesor visitante en la canadiense Universidad de MacGill antes de regresar en 1973 al Perú.

Producto de semejante tránsito son los cuatro ensayos que el sello Buh Records acaba de imprimir en acetato, cuyo lado "A" se abre con "Invención" (1967), un set en cinta magnética compuesto en la Universidad de Columbia bajo la égida de Vladimir Alexeevich Ussachevsky, pionero de los primeros bocetos de música en computadora y experimentaciones inalámbricas. Con el tiempo, estos cinco minutos y veintiún segundos devendrían en una de las grandes obras generadas en esa casa de estudios. Sigue "Zampoña Sónica", casi nueve minutos originalmente trabajados en Columbia durante 1968 y revisadas en la Universidad de McGill en 1976, hasta su forma final estrenada en Lima el 2006: flautas de caña procesadas en vivo sobre una pista electrónica donde rebotan feedbacks disonantes.

Sonata para orquesta interpretada por la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar:

El lado "B" abre con "Flor de Sancayo II: Retablo", obra para piano y cinta magnética compuesta en el Estudio de Música Electrónica de la Universidad McGill (1976). Bajo la dirección de Alcides Lanza, Valcárcel referencia un huayno puneño y lo electrocuta con ruidos sincopados durante más de nueve minutos. Para un notable epílogo, "Canto coral a Túpac Amaru II", en largos doce minutos de exuberante complejidad: sobre una tensa dispersión sonora flotan coros y ondas percusivas que replican el poema de Alejandro Romualdo y su recurrente "no podrán matarlo" que inmortaliza al héroe de Tinta, imagen paradigmática del velascato, contexto en el que se estrenó la obra de Valcárcel.

Para ese evento, Romualdo presentó el poema 'descuartizado' en 117 diapositivas que se fueron alternando con la imagen de Túpac Amaru virado hacia el arte pop. Estrenado en 1970, el álbum recoge esa grabación histórica. Como históricas terminarían siendo sus "Queñua", "Coral a Pedro Vilca Apaza", "M'akarabotasaq Hachaña", "Cantata ojos azules" o "Zorro zorrito", partituras sinfónicas y estudios para orquesta que reafirman sus dimensiones de compositor de música orquestal, de cámara y pianista eximio. Así, "Composiciones electrónicas para los Andes (1967-2006)" será el esférico que reafirma la actualidad de un artista cardinal para entender la dúctil riqueza y espiritualidad de nuestra música andina, el origen de su credo y de su fe.

EL DATO
Disco: "Composiciones electrónicas para los Andes (1967-2006)". Sello: Buh Récords. Lanzamiento: 10 de junio. Escucha liberada: buhrecords.bandcamp.com

Documental narrado en primera persona que muestra al músico ultraórbico que fue:

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