Nueva York, 1961. Casi con el comienzo de aquel año, John F. Kennedy toma posesión del cargo de presidente de los Estados Unidos y se inicia una década que será intensa, traumática y transformadora en muchos sentidos. Ese mismo mes llegaba a la Gran Manzana un jovencito de 20 años llamado Robert Zimmerman que, poco tiempo después, sería conocido por el mundo como Bob Dylan y confirmaría, con su arte, que the times they are a-changing. Los tiempos estaban cambiando y algunas calles y barrios neoyorquinos se volvían también circuitos artísticos, donde se movían pintores, poetas, compositores, bohemios y otros personajes que empezaban a apoderarse del paisaje. Menos de dos años antes, un joven llegaría desde Washington a buscarse la vida como cantante. Para 1961, sin embargo, James Ray vivía casi en la indigencia, alternando sus presentaciones en oscuros clubes con el uso de diversas sustancias y la dura supervivencia en una gélida azotea. Aunque sus grabaciones tampoco habían tenido el éxito esperado, Rudy Clark, un joven compositor, lo había oído cantar y pensaba que su voz era perfecta para sus temas. Consiguieron el entusiasmo de un productor y pronto grabaron If You Gotta Make A Fool Of Somebody, que fue un éxito inmediato, tanto en Estados Unidos como en la otra orilla del Atlántico, donde se lanzó como single en 1962. Pronto, fue grabada por Freddie and the Dreamers e interpretada en vivo por cuatro jóvenes de Liverpool que empezaban a hacerse conocidos: los Beatles habían escuchado a James Ray y les había gustado.
Sin embargo, un éxito inmediato exige más éxitos para no quedar en el olvido. En julio de ese mismo año, Ray lanza un disco homónimo que incluiría otros temas de Clark: The Old Man and The Mule, Itty Bitty Pieces y la que nos trae hasta aquí: Got My Mind Set On You. El éxito, sin embargo, no se repetiría. En 1963, George Harrison se haría con una copia de aquel disco en una visita a los Estados Unidos y tararearía por primera vez una canción a la cual él mismo le daría vida propia, a pesar de no lograr que entonces la graben los Beatles. Pero James Ray ya no estaba ahí para celebrar o disfrutar: ese mismo año murió en silencio, tras una sobredosis de drogas, con solo 22 años. Rudy Clark, en cambio, no solo vería el éxito de su canción en la voz de un ex Beatle, sino que dedicaría su tiempo, en los 70, a componer música para la recordada serie animada Los Globetrotters y también obtendría una nominación al Grammy. Muchos de sus temas han aparecido en bandas sonoras del cine o la TV.
25 años después
Para 1987, Harrison no era más el Beatle chiquillo o el solitario que pasaba sus días tocando el sitar que le enseñó Ravi Shankar o meditando. Ya había empezado a lidiar desde varios años atrás con el cáncer y se había convertido en el primer Fab Four en publicar una autobiografía (I Me Mine, 1980). Aunque tras ella tuvo problemas con Lennon, no dudó en dedicarle una canción tras su asesinato - All Those Years Ago-, en cuya grabación participaron también Ringo y Paul. “Ante todo, estaba en estado de shock, porque es un asesinato. Sentía que me venía abajo, estaba derribado. Quiero decir que siempre lo tenía presente, él era el líder. Y no creo que los líderes, como las estrellas pop, sean lo suficientemente importantes como para matarlos. Sé que es una cosa terrible”, declaró por esos días.
Así, en 1982, tras el discreto recibimiento de su álbum Gone Troppo, abrumado por los acontecimientos recientes y por sus propias búsquedas interiores, el artista que entonces estaba aún por cumplir los 40 años, decide hacer una pausa, compartir algunos homenajes con amigos –como el de Carl Perkins-, componer un tema para la banda sonora de La venganza de Porky, producir al célebre grupo de comediantes Monty Python –estuvo detrás de La vida de Brian a través de HandMade Films, su productora- o películas como la nominada a un Oscar, Mona Lisa (Neil Jordan, 1986). En ese momento tiene, además, un matrimonio fresco y un hijo de 4 años –Dhani, hoy su vivo retrato- al cual cuidar.
Sin embargo, hacia fines de 1986, sentía nuevamente las ganas de componer y grabar un disco. En 70 días, repartidos entre enero y agosto de 1987, así lo hizo. Pronto, y casi sin querer, logró una convocatoria digna de un Campeonato Mundial de la Música: Jeff Lynne, líder de Electric Light Orchestra (E.L.O) sería el productor y participarían Ringo Starr, Eric Clapton, Jim Keltner o Elton John. De ese modo, tomaron forma temas como Cloud Nine –que da nombre al álbum-, This is Love, When We Was Fab –en la que recuerda los tiempos de los Beatles- y, sobre todo, la única canción que no era suya: Got My Mind Set On You –grabada en el estudio de su residencia en Friar Park- que se convirtió pronto en número 1 en el Billboard Hot 100 y en rankings de muchos países. Originalmente, fue lanzada el 12 de octubre de 1987 en un 45″ que tenía a Lay His Head en su lado B. Tuvo, además, dos videos musicales dirigidos por Gary Weis. Todo ocurrió, curiosamente, cuando se cumplían 25 años de que James Ray la grabara por primera vez y del debut discográfico de los propios Beatles.
Pronto, su disco fue también considerado su mejor trabajo desde All Things Must Pass (1970) y el más exitoso tras otro álbum triple, el Concierto por Bangladesh (1971), evento benéfico producido por él que contó con la participación de Bob Dylan, Ringo Starr, Billy Preston o Leon Russell.
Para la portada de Cloud Nine, tendió puentes con su pasado: George aparece en la foto con su primera guitarra de fabricación americana -una Gretsch 6128 de 1957, comprada en Liverpool en 1961- y que usó en los días iniciales de los Beatles en Hamburgo.
“En contraste con la música de esta generación, que ha nacido con la música heavy, me hacía ilusión hacer un disco de hoy, pero que permitirá a la gente joven conocer lo que se hacía a finales de los años sesenta –le dijo en noviembre de 1987 al diario El país-. En el disco hay canciones con música similar a la que hicimos los Beatles a finales de los años sesenta. Lo he hecho intencionadamente. No quería hacer mi música para encajar con los
gustos de la compañía discográfica o amoldarme a los gustos del mercado. Tampoco quería parecer heavy metal. No quiero ser infiel a mí mismo. Me gusta este disco…, es tan viejo que parece nuevo”.
Travelin´ George
Tras el éxito de Cloud Nine, se esperaba que Harrison iniciara una nueva gira mundial. Millones querían cantar Got My Mind Set On You no solo al lado de la radio o el Long Play, sino junto al Beatle que supo volver del silencio. El hombre que supo tantas veces estar en el mundo, sin estar en él.
“Después de corretear tanto cuando eres joven, de vivir frenéticamente tantas cosas, realmente se necesita algo de paz –dijo también en aquella entrevista con El País-. Cuando éramos Beatles vivíamos en un torbellino permanente, era de locos. Conocimos montones de gente y países y no pudimos enterarnos casi nada porque nunca tuvimos un momento de paz. Por eso, desde hace unos años intento enterarme de lo que pasa”.
Y lo que pasó por esos días en la vida de Harrison fue que varias casualidades lo llevaron a reunirse con Jeff Lynne, Bob Dylan, Roy Orbison y Tom Petty en mayo de 1988. De la composición de un tema en conjunto –Handle With Care- surgió la idea: ¿Y si formamos una banda? La idea se convirtió en el súper grupo Traveling Wilburys y un LP -Vol. 1, grabado en solo 9 días- que llegó a ser triple disco de platino y les dio un Grammy por mejor interpretación grupal. Harrison demostró entonces que su regreso no era flor de un día. Habiendo sido un Beatle, estaba ya integrando otra banda de culto. No sería el único disco que grabarían juntos, pero esa es otra historia.
It’s gonna take time/ A whole lot of precious time/ It’s gonna take patience and time, mmm/ To do it, to do it, to do it, to do it, to do it/ To do it right, child (Tomará tiempo/ Un montón de tiempo precioso/ Tomará paciencia y tiempo, mmm/ Para hacerlo, hacerlo, hacerlo, hacerlo, hacerlo/ Para hacerlo bien, niña) decía en una parte de Got My Mind Set on You, quizás pensando en los años que dejó la música casi del todo y maduró aquel regreso triunfal o en los otros, siendo casi un anónimo asceta entre los egos de Lennon y McCartney. Algo bastante curioso para el hombre que le dijo a El País en aquella entrevista promocional de Cloud Nine: “Yo preferiría ser invisible. Sería mejor”.
Felices 80 años, George, donde quiera que tu energía siga flotando.
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