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Conciertos del 2018

Ese rasgo conceptual –que también tiene sus detractores– le da un valor añadido. ¿Grandilocuencia? ¿Pedantería estética? No, es majestuosidad escénica. Cuando en el campo del estadio Monumental, durante el concierto de , diversas luces recrearon la portada del clásico "The Dark Side of the Moon" (ese prisma que descompone la luz en los colores del arco iris), brotaron la admiración y otros sentimientos. En medio de la oscuridad, el arte siempre es un gran salvavidas.

Otro momento para atesorar del segundo show del ex Pink Floyd en Lima fue cuando el escenario de unos 65 metros de ancho emuló la portada del disco "Animals": imágenes en video y objetos reales
–esas chimeneas que emergieron– le dieron forma a esa icónica fábrica, ese espacio que puede producir en serie, alienar o lobotomizar. En ese tramo de la velada, también voló el cerdo Algie. En su cuero plastificado se imprimió este mensaje: “Seamos humanos”. Léase esta frase como un acto de resistencia a los celulares, los algoritmos, los buscadores y sus burbujas que estrechan visiones (el debate escasea: los que piensan distinto son condenados o insultados).

Buena parte del público que asistió al concierto de Waters, además, esperaba un impacto con guiño local. En la previa al brillante espectáculo, se sugirió que se haría una alusión crítica a la política peruana con nombre propio. No ocurrió. Los misiles del todoterreno británico de 75 años tuvieron, más bien, alcances internacionales. Los dardos apuntaron a los proyectos controladores y destructores, a Mark Zuckerberg (Facebook conecta y genera dudosas dependencias) o a Donald Trump, el presidente de Estados Unidos. En la pantalla gigante se leyó: "Trump es un cerdo". Polisemia porcina.

SONORIDAD E INTENSIDAD
La puesta en escena del concierto de Katy Perry en el Jockey Club también cautivó. Fue una jornada curiosa: en ese mismo día de marzo, Pedro Pablo Kuczynski renunció a la presidencia. Fue inquietante contemplar un show con un imaginario que va de Disneylandia a "Alicia en el país de las maravillas", mientras se sentía que la política peruana convulsionaba y estaba patas arriba.

En un momento del show, Perry afirmó: "Sé que hoy ha sido un día interesante para ustedes. ¿Ha sido así? Interesante, ¿verdad? Pero recuerden que ustedes tienen el poder. ¡Ustedes tienen el poder!". Esto fue interpretado como un guiño de la artista estadounidense a la realidad nacional. En el escenario, asimismo, Perry tocó la guitarra, hizo un aspa de molino, coqueteó con un tiburón antropoformo, se puso una camiseta de la selección peruana, hizo subir a un fan y le pidió que dijera en español que ella visitó Ica. En suma: encantó.

Memorable también fue el concierto de Radiohead en el Estadio Nacional. Quizás fue el mejor del 2018. El quinteto británico varía su 'setlist' en cada ciudad para generar sorpresas. En Lima, tocaron "No Surprises" y "Exit Music (For a Film)", hermosos cantos que evitan la resignación en medio de la debacle mundana, emocional o política, y que, a fines de los 90, parecían la banda sonora ideal para despedir el milenio y viajar al fin del mundo. Pero se extrañó que no hayan interpretado "My Iron Lung".

La velada fue la confirmación en vivo del talento de Radiohead para conjugar estilos: krautrock (sonidos repetitivos, mutantes, libres y maravillosos), exploraciones intimistas y ensoñadoras, o electrónica abrasiva y rupturista. El cierre del concierto llegó con "Creep", "Paranoid Android" y "Karma Police". Algunos de los que crecimos en los 90, evocamos irremediablemente esa época. Estos himnos sonaron vigentes, electrizantes o punzocortantes: la magia de la música para ser atemporal y seguir proyectándose al futuro.

Otras jornadas destacadas del año fueron la inagotable poesía melódica de Morrissey, la magia pop de The Pretenders, el rock ilustre de Phil Collins, la versatilidad e intensidad elegíaca de Arcade Fire o la espectacularidad de The Killers.

Entre los festivales, sobresalió Vivo x el Rock 10 con un cartel que incluyó a los armónicamente bulliciosos The Offspring, Deftones o Ataque 77.

RITMOS OMNIPRESENTES
Reguetón y K-pop son dos fenómenos que arrasan en el mundo. Hay una amplia fanaticada en el Perú de ambos géneros.

Valga aquí una digresión. Abundan las teorías musicales debatibles. Una hipótesis discutible afirma que, en el ámbito musical, cada 10 años se produce una irrupción. Pero a veces no pasa nada, o todo sigue igual. Hace 11 años, cuando Roger Waters cambió el curso de los conciertos en el Perú, el reguetón ya mandaba. Más de una década después, los ritmos urbanos siguen ampliando su reinado. En el 2018, Maluma agitó el estadio Monumental. Y en esa noche en que Waters tocó por segunda vez en Lima, en otros puntos de la capital Daddy Yankee, Bad Bunny y J Balvin movilizaron a las masas (estos dos últimos lo hicieron en el festival Barrio Latino III). Balvin, por cierto, publicó este año "Vibras", disco de reguetón o de pop electrónico latino urbano –caben otras etiquetas– tan exitoso como elogiado, para horror de los puristas.

En cuanto a la fiebre coreana del K-pop, la banda Super Junior provocó histeria. Ha sido un año cumbre para este género, cuyo máximo referente se llama BTS, grupo que aún no se ha presentado en el Perú.

REFUGIO DE LA EXCELENCIA
Y el Gran Teatro Nacional, como es habitual, acogió más de una propuesta admirable. Ahí se lucieron la pianista china Yuja Wang, la soprano Anna Netrebko y el tenor Yusif Eyvazov, o la peruana Susana Baca junto a la cubana Argelia Fragoso. Las dos últimas brindaron un show basado en "Quiéreme", el sentido y cálido disco que ambas grabaron en el 2016.

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