No es coincidencia que Waze marque de rojo las inmediaciones del Arena 1 a las 9:00 p.m. Aunque el cronograma indica el inicio a las 5:30 p.m., el evento cobra vida en las tres últimas presentaciones. Las tres bandas más esperadas del Indie Rock Fest representaron lo mejor de sus géneros musicales durante la noche del sábado con shows únicos que fueron recibidos por coros energéticos y espacios vacíos.
A estas alturas del 2023, ya se hace costumbre ver indicios de alopecia en varios shows que ocurren en la capital, dejando a los sold outs más como una meta con la que solo artistas de moda o gran renombre pueden soñar. A pocos días luego del concierto de The Cure y a puertas de la despedida de Roger Waters de los escenarios, el espacio para la música indie se encuentra de cara con una apremiante realidad: se acaba el año, los grandes conciertos y el interés por lo que no sea navideño.
A pesar de los dos islotes formados en el Campo A y Campo B, la acústica del lugar llenó los espacios faltantes en uno de los eventos que no necesitó de grandes ensambles o la parafernalia de otros locales, sino de la presencia de artistas que resolvieran rápidamente la inquietante pregunta que aparece al ver un evento de música indie: ¿Cómo bailar al compás de ritmos tan cambiantes?
Metric entra y responde con música electrónica que genera pogos y saltos eufóricos que se detienen en momentos clave, para luego continuar con más fuerza. Pero el tema que espera el público llega casi al final: “Black Sheep”, canción que recuerda a los centennials y millennials que ya han pasado más de 10 años desde el estreno de “Scott Pilgrim vs The World”, película de la cual formó parte del soundtrack. Las luces se apagan y un “nos veremos pronto” es suficiente para concluir su turno.
La magia de los festivales recae en los tiempos exactos y en éxitos continuos debido a la brevedad de las presentaciones. No importa si eres Green Day o Pearl Jam, si te excedes de los minutos (que aparecen en una pantalla al lado del escenario recuerda a los músicos), debes retirarte. Metric deja un espacio de 5 minutos antes de su cierre formal, parte del espíritu de precaución que se espera de una banda canadiense.
Los islotes se convierten en islas en el intermedio, hasta que un rasgueo de guitarra trae a todos a todos de regreso al escenario, con más personas que van llenando el lugar. Airbag llega al escenario para ofrecer lo mejor de su repertorio, con una canción que el público no puede seguir debido a los agudos casi imposibles del guitarrista, baterista y vocalista Guido Armido Sardelli.
Al mejor estilo de conciertos de rock, la cerveza vuela y los puños se alzan mientras la guitarra hace lo suyo. No es necesario saber bailar; solo las cabezas se mueven al compás mientras los pogos que dejó Metric se vuelven a armar. En las breves pausas, una cerveza hace de agua para los rockeros argentinos, mientras el vocalista Patricio Sardelli proclama a la Pilsen como la mejor cerveza peruana.
Por si no quedó claro el mensaje, se posiciona solo frente al escenario y comienza un solo de guitarra en el que reemplaza su mano izquierda por una Pilsen helada, mientras el público acompaña comprando la cerveza o alzando su vaso. El solo continúa y empiezan acordes conocidos; el tema “Johnny B. Goode” despide a Airbag, quienes alzan la bandera peruana y dejan el ambiente listo para los showmans por excelencia: The Hives.
Música fúnebre aparece como un guiño a su nuevo álbum “The Death of Randy Fitzsimmons”. Un golpe de batería, un parpadeo de luces, y comienza “Bogus Operandi”. A pesar de tener más de 30 años, la energía es la misma. El rock cambió, llenar conciertos es más difícil, pero Pelle Almqvist canta con la misma energía que lo haría para un concierto de miles de asistentes. Lo suyo es punk rock sin fecha de caducidad.
“¿Cómo se sienten, mis causitas?”, menciona con naturalidad el vocalista, antes de decir más palabras que confunden número y genero o que a veces no tienen sentido, pero que demuestran el compromiso de la banda sueca por conectar con su público, algo que se agradece después de escuchar bandas que memorizan “gracias”, “Perú”, “adiós”. Tampoco siguen la pauta normal de esperar al final para lanzar sus éxitos, colocando como segundo tema “Walk Idiot Walk”.
Las maniobras arriesgadas de Almqvist, que durante su concierto en Manchester a mediados de este año le costaron una herida en la cabeza al darse un golpe con el micrófono, también forman parte del encanto de The Hives. Micrófonos lanzados al aire para luego ser agarrados con pericia, patadas voladoras al filo del escenario y hacer equilibrio en un parlante volteado mientras lanza nuevamente el micrófono. Nada es demasiado para conseguir un show irrepetible en el Arena 1.
Aunque, a pesar de la entrega y de muchas púas de guitarra lanzadas al público por parte de guitarrista Mikael Karlsson, las letras de los temas del nuevo álbum aún no estaban aprendidas por el público, lo que paralizó el concierto con un gran silencio, mientras Almqvist salvaba el show con su limitado español. “Ya no habrá más silencio” y continuaron con la misma energía con la que comenzaron, reemplazando los pedidos de coros textuales por onomatopeyas más fáciles de acompañar.
A pocos minutos de concluir el espectáculo, el público pedía más, algo a lo que la banda no pudo resistirse, ofreciendo un tema adicional. Luego, desaparecieron en la oscuridad y regresaron una vez más para cerrar uno de los mejores conciertos de rock de este año. Aunque parece que se está perdiendo la costumbre de recordar el coro de las canciones o de escuchar la música nueva que ofrecen las pocas grandes bandas que apuestan todo en sus presentaciones en vivo.
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