Desde hace 20 años no es más el hombre que gustaba de los excesos. De aquel “trapo viejo y apolillado”, como define su existencia en la época más oscura de su vida, queda solo su amor por la música. La fe le ha curado heridas que ni la fama ni el dinero pudieron aliviar.
Los 12 discos de oro y los 15 de plata que Iván Cruz ha obtenido a lo largo de 50 años de trayectoria hablan por sí mismos de su éxito. Algunos de ellos adornan las paredes de su casa en la Av. Colonial, donde los muestra con el mismo entusiasmo con el que nos habla de su conversión al cristianismo evangélico y de sus primeros pasos en el arte. De raíces ayacuchanas ‘El rey del bolero’ es enfermero naval de profesión, fue cuando aún vestía ese uniforme que su voz y su nombre artístico empezaron a convertirse en leyenda.
Usted nació con el nombre de Víctor Francisco de la Cruz Dávila ¿quién lo bautiza como Iván?
Es jocosa la forma cómo obtuve el nombre de Iván. Tengo un tío, Américo, que tenía una farmacia y en verano mi papá me llevaba allí para que no esté en la calle. Antes se preparaban las famosas cucharadas en las farmacias, en un mortero se hacían las mezclas según las receta del médico, tantos gramos de esto y de aquello. Yo me encargaba de limpiar las cosas que quedaban después de ese trabajo, pero a veces iba al mostrador. Tenía 11 añitos más o menos. Un día una chiquita pregunta por mí y mi tío le dice que me llamo Iván. Ella me llamaba así y yo no le hacía caso porque no es mi nombre, pues. Hasta que ella se acerca y me dice “¿tú no te llamas Iván?” Yo miro a mi tío y él se hace el loco. Él es el culpable, que dios me lo bendiga. Me hice amigo de la chica y empezó casi una amistad romántica.
¿Fue su primer amor?
Se podría decir, éramos niños. Ella tenía que pasar un puente de madera sobre un río para llegar a mi barrio. Y lo hacía siempre.
Pero, ¿por qué su tío elije el nombre de Iván?
Cuando se lo pregunté me dijo “averigua quién fue Iván”. Fue por Iván El terrible, un zar ruso. Sucede que mi abuelo había sido terrible con las mujeres, recontra mujeriego, mi papá también. Y cuando la niña pregunta por mí, mi tío pensó que yo también iba a ser terrible como ellos (risas).
Mientras otros niños jugaban, usted prefería cantar. Cuéntenos sobre esa etapa.
De muy pequeño, una tía llamada Dora se dio cuenta que yo cantaba. Los domingos siempre habían reuniones de la familia. Yo procedo de Cora Cora, Parinacochas, Ayacucho. Se reunían y todos eran músicos. Mi abuela, mis tíos, uno tocaba guitarra y otro cantaba. Y yo siempre estaba al lado de ellos. Un día mi tía me dijo, “chinito, ¿quieres cantar?”. El problema fue que yo quería cantar un vals y los músicos folclóricos no acompañan bien ese género.
¿Cuál fue el tema puso en aprietos a su familia?
“Lejano estoy de un gran amor del cual soy dueño….” Y se quedaron sorprendidos cuando canté. Mi tía me dijo que los sábados había un programa en Radio Central que se llamaba “Fantasía infantil”, dirigido Lucerito y Gloria del Valle. Me llevan, paso la prueba con 20 de nota y me convierto en un artista de 10 años. Ahí empecé.
Luego ganó diversos concursos en radio y televisión.
Sí, pero ya había empezado a cantar en orquestas. Yo vengo al Callao a los 15 años, conozco a muchos músicos y me convierto en cantante de salsa. Empecé con la orquesta Latinos de Félix Navarro, que era marino como yo. Me presenté en Radioprogramas y en canal 5. En “Domingo Gigante”, que conducía Meche Solaeche, Hugo Gallegos y un chileno. En ese concurso tendría 22 o 23 años. Eliminé a un montón. Para ese entonces ya toda la Marina estaba pendientes de mí, era enfermero naval y tenía el grado de oficial de tercera. En Radioprogramas el concurso era a nivel nacional. Se traían a los mejores de provincias y, al final, los mejores nos enfrentábamos en el Teatro Segura, yo representaba a Lima. Era 1970 más o menos.
¿Con las orquestas chalacas donde empezó solo cantaba salsa?
De todo. Eran orquestas pequeñas y tocábamos en casas familiares. Me acuerdo que las chicas volteaban a mirarme, dejaban a sus chicos y me hacían así (se muerde los labios). Yo creo que no era necesariamente por la pinta sino por la forma en que cantaba los temas de la Sonora Matancera. Siempre canté con sentimiento.
¿Cómo se anima a grabar?
Muchos me preguntaban por qué, si yo había ganado varios concursos, no grababa un disco. Así que empecé a tocar las puertas de todas las disqueras. Sonoradio, MAG, Virrey, Iemsa, todas me hacían las pruebas. Yo llevaba mis recortes de periódico, pero no me daban bola. Dicen que quien no llora no mama y que el que no tiene padrino no se bautiza. Son dichos populares, pero muy ciertos.
¿Quién le dio el espaldarazo que necesitaba?
En aquel tiempo yo era enfermero de la clínica del hospital naval. Allí conozco a la hija del almirante Salmón, a Francisca. Una noche, ella se quedó a acompañar a su mamita y las enfermeras que estaban de guardia le comentan que yo había sido finalista, que cantaba. Ella ya sabía. Eran como las dos de la mañana y me pidieron que cantara. Le conté que había ido a varias disqueras, pero que no había tenido suerte. “Tengo una amiga que tiene un novio que tiene algo que ver con discos”, me dice. Voy a hablar con ella. A los tres días su mamita me entrega una tarjeta para hablar con un señor. Cuando voy me recibe el gerente general de Sono Radio, ese había sido el novio de la amiga. Me acuerdo que le decían ‘Bolo’. Llaman al maestro Enrique Lynch, a quien ya conocía, y grabé dos 45, pero no pasó gran cosa.
Esas primeras canciones no fueron boleros.
Grabé “Odio tus besos” y “Dime la verdad”, en versión balada.
¿Y cuándo pasa de las baladas a los boleros?
Hablé con Rully Rendo y le dije triste que en la disquera no pasaba nada conmigo. Le pedí que me llevara a otra. Rully era productor de Homero, que en ese tiempo estaba de moda. Le doy los discos que grabé y él va a FTA a hablar con Marco Antonio Collazos, director artístico del sello. Él le dice que como baladista yo iba a tener que luchar mucho porque en la disquera ya estaban Camilo Sesto, Leo Dan, y una serie de estrellas más. Y en el sello estaban primero los extranjeros. Yo me iba quedar en el camino si competía con esos monstruos. Fue él quien le dice a Rulli que yo debía grabar boleros, él se da cuenta que mis canciones eran cantineras.
¿Cuál fue su primera reacción al oír ese consejo?
Cuando me dicen eso, yo digo que no. Yo quería ser baladista. La balada estaba de moda y el bolero estaba desapareciendo. Todo era balada. Nino Bravo, Leonardo Fabio, Los Iracundos, estaban desapareciendo a Johnny Farfán, a Lucho Barrios, a Pedro Otiniano, a Linda Lorenz, a Anamelba, a todos nuestros boleristas. Pero si el bolero ya no se está escuchando, decía yo.
Pero competir con grandes estrellas internacionales era un suicidio musical.
Tal vez. Con el tiempo me di cuenta, cuando todavía cantaba en las orquestas del Callao, que lo que mejor cantaba eran los boleros. Era con esos temas que las chicas volteaban y me guiñaban el ojo. Le dije a FTA que lo iba a pensar, mientras tanto seguía tocando puertas. Luego regresé abatido a FTA, decepcionado de hacer algo que no me gustaba mucho. Llegué derrotado. Los temas que había grabado eran míos, pero me preguntaron si tenía más. Llevé cuatro temas y escogieron “Me dices que te vas” y “Mozo, deme otra copa”. Con Lucho Silva grabé el primer 45 de boleros. Y fue un golazo. Era el año 75 y mi carrera empezó a subir.
Con el éxito llega también el desenfreno. ¿Cómo se involucra en esta vida?
La plata y la fama sin dios te conducen al hoyo. Eso es lo que le está sucediendo a muchos artistas. Y hay otros tantos que han encontrado la salvación precisamente en Dios. Uno es el salsero Ismael Miranda, José Luis Rodríguez, el ‘Puma’, Yuri. Ellos y muchos más han estado metidos en esto, pero cuando ya estaban en las últimas, metidos hasta el fondo, les dijeron que alguien los podía sacar del fango.
¿Cuándo se da cuenta que debe cambiar?
El 7 de enero del 2000, cuando ya vivía solo, sin familia y todo estaba destruido en mi vida, llorando desesperadamente le pido desesperadamente a Dios que me recoja. Ya no quería vivir porque la vida que tenía nadie la debería vivir: drogadicto, alcohólico. Mi vida era un asco. No había paz en mí, así que pensé que lo mejor era la muerte. Pero dios no quería eso. El 8 de enero él me conduce a una iglesia y me salva.
¿Cómo llega a ese lugar?
Estaba haciendo ciclismo, eran como las 9 de la mañana, y se rompen los piñones de mi bicicleta frente a una iglesia evangélica. No era a las que acostumbraba ingresar. Pedí hablar con el encargado y solo había sillas blancas, sin imágenes. Era chiquita. Apenas ingreso me pongo a llorar. Como si el espíritu santo me tocara. No podía parar de llorar. Ese día cambió mi vida, el día de tu santo como me has dicho. Así empecé a ir dos o tres veces por semana.
¿Y no lo asalto alguna duda al frecuentar esa iglesia?
Nunca. Me di cuenta que ese era mi lugar. Yo mismo empecé a notar los cambios, pero había que estar ahí. Fue muy difícil. El cristianismo no es para cobardes, es para valientes. Esa es la verdad. En el mundo hay de todo. Las mujeres bellas, voluptuosas, están ahí, él diablo te las pone. Pero yo me pongo de rodillas y le digo al señor que no quiero eso para mí. Y lucho.
¿Alejarse de las mujeres fue lo más difícil para usted?
La palabra dice que la lucha es contra huestes espirituales malignas, satanás y todos sus príncipes de maldad. Drogas, alcoholismo, agresión, lujuria. A mí me costó más alejarme de las mujeres y del alcohol. La droga la deje más rápido. Pero no podía dejar la cerveza y las mujeres siempre me han rondado.
¿No siente que su vida artística colisiona con sus creencias?
No soy un santito, ah. Pero tengo que tener mucho cuidado. Por eso a veces voy acompañado de mi esposa. Donde voy siempre ronda la cervecita y puedo de repente aceptar una copita. Lo que sí tomo después de algunas comidas es una copita de vino. Incluso cuando me piden alguna foto, yo pido que retiren las botellas y demás, porque no vayan a tomar una foto y digan equivocadamente que Iván Cruz sigue siendo un borracho.
Revisando su biografía, leí que usted sufría de pancreatitis crónica. ¿Ya superó esa enfermedad?
Dios me salvó. La tuve mucho tiempo. Cuando el médico descubre que tenía esa enfermedad me dijo que si seguía tomando no pasaba de seis meses. Ahí es cuando yo empiezo a buscar a Dios, cuando veo cerca el final. Poco a poco, desde que entregué mi vida Dios, dejé de sentir los síntomas de la pancreatitis. Me hice un chequeo y ya no había nada. Jesucristo con su sangre bendita me bañó y me hizo puro, limpio
¿Es verdad que usted grabó un disco en Venezuela?
Parece ser que soy el único artista peruano que grabó allá. En la disquera Top Hit, donde estaba Dimensión Latina, Óscar D’León, José Luis Rodríguez ‘El Puma’, todos esos monstruos. Y el dueño llevó al monstruo de Perú (risas). Recuerdo que con lo que gané di la cuota para un departamento en Orlando, Miami, pero me gasté toda la plata y no cumplí en enviar más dinero. Y lo perdí por borracho.
Si pudiera cambiar algo de su vida, ¿qué sería?
Ayudaría más al prójimo. Siempre me he caracterizado por ayudar a mis amigos artistas, pero ahora es difícil. Veo la situación de muchos, cómo están falleciendo, sin seguro, en la pobreza, muchos sin trabajo. Lo que le estoy pidiendo al señor es que me ayude a vender este edificio de seis pisos donde ahora vivo y con esa platita hacer el teatro Iván Cruz, que será el teatro del artista peruano. Donde no solo se va a presentar uno sino todos los géneros musicales, de lunes sábado. Cada día tendrá un género en especial.
Después de haber tocado fondo y cambiado su vida. ¿A qué aspira Iván Cruz?
He viajado demasiado y a veces siento ese cansancio. Quiero quedarme en Lima, no quiero viajar más. Cuando tenga el teatro la gente va a saber que todos los viernes va a poder verme cantar, por ejemplo. Ese es mi proyecto de vida. Hay que seguir adelante y con fe. Yo no era nada, era un trapo viejo, apolillado. Humanamente eso era yo. Y ahora soy otro, eso se lo debo a papa Dios. Sé que él me va a conceder lo que le estoy pidiendo.
Este año cumple 50 años de trayectoria. ¿Qué tiene planeado?
Tengo una propuesta para celebrarlo en cinco estadios del Perú y también en Chile. Pero, por ahora me voy a quedar en el Maracaná. Y voy a grabar con la disquera Récord los discos de plata que tengo para que se conviertan en discos de oro (risas).
¿Cree que en los tiempos actuales hay espacio para el amor romántico?
Yo soy fanático de la línea romántica. El rock y otros géneros populares, no me agradan por que las letras son muchas veces morbosas. Cuando a Camilo Sesto le hicieron una pregunta parecida, él dijo que esa música era una “m”. Yo como evangélico cristiano no puedo decirlo, solo diré que él tenía razón.
Algunos medios han publicado que su presentación del 29 de febrero es el inicio de su despedida de los escenarios. ¿Es cierto?
Quiero aclarar eso. Yo voy a seguir pidiéndole al señor fortaleza para mis cuerdas vocales. Es mi deseo morir en el escenario cantando. Cuantos años pasarán, no lo sé. Mientras tanto yo seguiré cantando y encantando.
Más información
Lugar: Auditorio de la Derrama Magisterial.
Dirección: Av. Gregorio Escobedo 598, Jesús María.
Fecha: El 29 de febrero.
Hora: 8 p.m.
Entradas: Teleticket.