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Quizá fue su tía Carmela, la primera mujer piloto de aviones del Perú, la que llegaba a su casa conduciendo una Harley Davidson y le regaló una guitarra diciéndole “tienes cara de música”, la que lo enrumbó por el camino de las cuerdas y las partituras.
Javier Echecopar tenía entonces 7 años. Siendo adolescente tocaría temas de Los Beatles y Los Doltons en algún bar de moda, antes de ingresar en el primer puesto al conservatorio para iniciar una carrera que más de un crítico ha calificado de extraordinaria.
Además de ser un apasionado por la recuperación de la música tradicional peruana y latinoamericana, Javier es tablista y observador de estrellas. De ello dan fe su tabla, siempre a la mano, y un telescopio del tamaño de un satélite espacial, un aparato tan sofisticado que tiene GPS para localizar la constelación o el planeta que se le antoje observar.
Sus horas en el mar le han enseñado a ser paciente, con el vaivén de las olas ha aprendido del tiempo y sus pausas, elementos básicos a la hora de componer, y contemplando las estrellas ha comprobado que somos uno siempre y cuando haya un otro, cerca o lejos. Una estrella solitaria no constela, hay que tomarla en cuenta.
De las constelaciones y las estrellas pasamos a los sueños. Javier ha escrito un manifiesto de 14 sueños para la música en el Perú. Se lo ha enviado a PPK, confiando en su discurso inaugural como presidente. “Es el momento propicio –nos dice–, tenemos al primer presidente músico de la historia”.
DESEOS DE CAMBIO
Vamos camino al bicentenario de la independencia del Perú (Javier prepara actualmente una presentación inspirada en este tema), 200 años han transcurrido y la situación de la música en nuestro país es un solo de carencias. Para muestra, un botón: la única entidad pública que otorga licenciaturas musicales en el Perú es el Conservatorio Nacional de Música, y esto desde hace apenas unos meses. Mientras tanto, países vecinos como Bolivia, Chile y Ecuador llevan años entregando no solo licenciaturas, sino maestrías y doctorados.
La música tradicional y popular no encuentra acogida en los pocos centros oficiales de enseñanza. Muy lejos están los tiempos del Taller de Música Popular en el Conservatorio Nacional, brillante iniciativa de Celso Garrido Lecca.
Poco se sabe del extraordinario pasado musical barroco y republicano, un pasado que Javier ha remontado para recuperar, dentro y fuera del país, obras extraordinarias de compositores peruanos que muchas veces han recibido más reconocimientos fuera que aquí. Suena familiar, ¿no?
Echecopar sueña con el día en que desaparezcan las fronteras entre lo clásico y lo tradicional para formar profesionales que ejecuten cualquier género con excelencia. Sugiere que se convoque a los músicos populares más significativos del país para que, en conjunto con los académicos, elaboren planes de estudios, mallas curriculares y conciban una nueva educación musical.
Su paso como director de la Escuela de Música de la PUCP y su trayectoria personal le han abierto los ojos. Sus sueños incluyen un local nuevo y en condiciones para el Conservatorio Nacional, infraestructura mejorada para la Escuela Nacional de Folklore, formación de calidad para los maestros de música, un museo de instrumentos musicales, un festival de música barroca latinoamericana, la fundación de un taller de restauración y construcción de instrumentos antiguos, pequeñas escuelas de música en cada municipio del Perú y varios proyectos más.
¿Sueños imposibles? No si se asume que la música es una herramienta que debiera estar al alcance de todos y no un privilegio de pocos, y que es fundamental en el desarrollo cognitivo de los niños. Si a esto se suma reconocer la importancia de nuestro patrimonio sonoro y sus inmensas posibilidades, estaremos ante un panorama tan sugerente como el gastronómico.
Javier no sabe si su manifiesto recibirá una respuesta positiva. Sueña con que así sea. Sueñan él y, probablemente, todos los músicos del Perú.
BICENTENARIO MUSICAL
Echecopar presentará Concierto de Gala del Bicentenario el 30 de marzo en el Gran Teatro Nacional, un viaje por el Perú a través de las distintas etapas de su historia musical con una selección que incluye composiciones desde el barroco temprano hasta nuestros días y música popular andina, criolla y afroperuana.
Con la participación de la Orquesta Sinfónica Nacional y bajo la batuta de Fernando Valcárcel, ofrecerá la Suite Barroca Peruana para guitarra y cuarteto de cuerdas, inspirada en dos manuscritos anónimos del siglo XVIII, y el Divertimento Concertante Opus 43 del músico arequipeño Pedro Ximénez Abril (1780-1856), extraordinario compositor peruano e iniciador del mestizaje musical ilustrado.