Hace menos de un mes, Jesús Adrián Romero lanzó en YouTube el video de “Princesas mágicas”, un emotivo tema que canta al lado de su hija Melissa. Acaba de superar el millón 300 mil vistas. Una vez más, el cantautor, pastor, escritor y empresario mexicano –fundador de la exitosa Vástago producciones- ha comprobado la popularidad de la que goza su música de raigambre cristiana, en un mundo que suele prestar más atención a los géneros urbanos o a seductoras y coloridas estrellas pop. Lo suyo es también pop, pero con matices góspel y balada. Sus conciertos, llenos totales allí donde se presente, son otra demostración del poder de convocatoria que tiene en Latinoamérica y entre el público latino de Estados Unidos. Pasó dos años sin conciertos, producto de la pandemia, pero el Tour de la Esperanza 2022 lo trae de vuelta al ruedo. “Creo que la gente necesitaba, de alguna manera, escuchar algo que les traiga esperanza y fe en medio de la incertidumbre que hemos vivido en estos dos años de pandemia, con mucho temor. Sentimos que eso ha contribuido a que de nuevo las giras y los conciertos tengan una acogida muy especial, diferente, de parte de la gente”, nos dice desde su casa en Monterrey.
En la siguiente conversación nos habla sobre el hecho de cantar y ser pastor, del arte como milagro, y sobre cómo es ser un artista exitoso en un mundo que no ve a la fe como una prioridad.
—Tu gira se llama “Tour de la esperanza”. ¿Qué mensajes sientes que son los más importantes que darle a la gente en un contexto como el que hemos vivido los últimos 2 años y medio?
He leído acerca de la crisis de salud mental que la epidemia del Covid nos ha provocado. Encontré que 8 de cada 10 personas sufren algún tipo de problema emocional. Unos a un nivel superficial, pero otros a un nivel mucho más profundo. Especialmente en el área de la depresión o de la ansiedad, donde el uso de ansiolíticos o antidepresivos ha crecido de manera sorprendente y, curiosamente, también el consumo de alcohol. Algunos tratan de ahogar un poco sus sentimientos de temor. Entonces, la gira de alguna manera trata de inyectar un poco de vida, un poco de esperanza, “soplar vida”, digo yo, para que, a través de las canciones, de los mensajes que se dan en cada tema, de las melodías, la gente vuelva a recuperar la esperanza. Finalmente, la esperanza es lo que nos mantiene vivos como seres humanos y como humanidad entera. Si perdemos eso, lo perdemos todo. Por eso el nombre del tour. La intención es que se recupere la fe perdida.
—A partir de comentarios que leí en tus videos de YouTube o redes sociales, entiendo que muchos de tus seguidores califican tus canciones como “bendiciones”. ¿Cómo lo tomas?
Creo que lo veo como una confirmación a la vocación o al llamado que sentí desde muy joven. El tomar el talento que yo siento que Dios me dio de escribir, de cantar y traducirlo a algo que tenga efectos positivos en el corazón de las personas. Y lo vemos. La retroalimentación después de un concierto tiene que ver con eso: cómo la gente fue tocada o se conectó con ciertos temas. Por ejemplo, la reconciliación de parejas o reconciliación también entre padres e hijos. Ver que la gente sigue conectándose, que mis canciones siguen haciendo eco en el corazón de las personas, es algo muy satisfactorio para mí.
—Muchas veces se ha dicho que el arte es una especie de milagro. ¿Cómo lo ves en tu propio contexto?
Sí, definitivamente. El arte tiene que ver con trascendencia, con algo que va más allá de las cifras de los datos, de los números, de las pruebas. Tiene que ver con el alma, con el corazón de un artista y no solo en el tema de la música, pues lo que está haciendo trasciende y va al espíritu, al corazón, al alma de las personas. En ese sentido, para mí el arte es magia, espiritualidad. Todos hemos experimentado esto a través de una canción, un poema, una pintura o una película. Y, obviamente, a través de melodías que tocan partes de nosotros. Definitivamente, creo que si no tuviéramos arte o música el mundo se hubiera acabado, porque los seres humanos tenemos necesidad de trascendencia. De hecho, seria para mí como el aire que respiramos, el tratar de conseguir esa conexión con lo trascendente, y el arte nos da esa posibilidad. Es por eso que los poetas, artistas o músicos son de alguna manera los profetas de hoy, los que comunican un mensaje que provoca cambios, porque no solamente conectan el área emocional, sino que provoca acción en las personas, cosas que queremos hacer diferentes o para mejorar en el planeta. Todo eso tiene que ver con esta trascendencia del arte que, para mí, está muy conectada con la fe. Cualquier persona que está haciendo arte, sin saberlo, de alguna manera está conectado con la fe y la trascendencia.
—Como pastor, artista y creyente, ¿Qué significa para ti tener el don de la música? Te ha hecho capaz de convocar a miles de personas en países diferentes con culturas e idiosincrasia diferente…
Creo que todas las personas nacemos con una llamado, con un don, inclinación, talento. Muchos de esos talentos no son necesariamente públicos, no son visibles a veces, no atraen a las masas, peo todos tenemos un llamado a algo. Algunos lo descubrimos pronto en la vida. A mí me tocó descubrir eso a los 16 años, que tenía la capacidad de escribir canciones y comunicar ideas y sentimientos de una manera un poquito elemental al principio. Pero el descubrir eso y vivirlo creo que es la realización más importante que un ser humano puede tener. En mi caso fue una gran satisfacción descubrir mi vocación siendo tan joven, considerando que uno muchas veces se encuentra con personas que no saben cuál es su destino, propósito o vocación.
—¿Alguna vez has considerado que es Dios quien canta a través de ti?
Mira, no solo creo que Dios canta a través de mí, sino que creo que Dios canta a través de todos, si nos dejamos. La vida tiene dos fuerzas que nos dirigen y una es eso que tiene que ver con vida, energía, amor, bondad, tolerancia, deferencia. Y luego está el otro lado de lo que la vida nos ofrece: muerte, negatividad, crítica, destrucción, etc. Cuando los seres humanos optamos por el lado de la vida, el amor y todas esas cosas, estamos hablando por Dios, porque Dios es amor, es vida. Jesús dijo “Yo soy la vida”. Y esa declaración tiene grandes implicaciones. Respondiendo a tu pregunta, creo que todos, si queremos, podemos ser la boca de Dios. De hecho, hay un profeta que habla acerca de eso, que se puede ser la boca de Dios.
—¿Eso significa que Dios puede hablar a través de, por ejemplo, los Rolling Stones? ¿Dios puede hablar a través de J Balvin? Suena descabellado, pero me ciño a tus palabras…
Todo lo que hace bien, lo que causa bien en la humanidad, por eso mencionaba el amor, la armonía, la deferencia el respeto, la edificación mutua. Toda canción, película, poema, disco que empuja en esa dirección, definitivamente, para mí, es el soplo de Dios inspirando a las personas para que actúen de esa manera. Entonces, mencionas un par de artistas sobre quienes sería para mi muy difícil responder, porque no sé si todo lo que están haciendo lleva esa dirección de edificar, de amor, de bondad. Creo que cada uno de nosotros tenemos que ser los jueces de nuestra vida personal, de las cosas que nos edifican y ayudan a hacer el bien. Hay canciones de amor que edifican, canciones de la familia, de los amigos, canciones hacia la naturaleza. Entonces, todo aquello que lleva a destruir a la humanidad, a destruir a las personas, a hacer daño, yo diría que no es la voz de Dios. Allí entraríamos en un embudo en el que tendríamos que meter todo el arte, las películas, y tomar esa decisión. Por eso hay un consejo de San Pablo que dice que lo escuchemos todo, pero que retengamos lo bueno, lo amable, lo justo, lo de buen nombre, lo que es digno de alabanza. Todos podemos ser boca de Dios o ser lo opuesto.
—¿Qué tan difícil sientes que es para ti capturar a un público no cristiano?
Para mí no hay diferencia entre un cristiano o no. Todos somos seres con alma, con deseos de conexión, de trascendencia. Por eso, volviendo al tema del arte en todas sus vertientes, no es exclusivo de una religión, país o civilización. Es algo que el mundo entero posee. Entonces, para mí, el pararme en una plataforma y cantar enfrente de un público con diversas formas de pensar o gente que realmente no acepta la religión como institución, se me hace lo mismo. No creo que haya ninguna diferencia. No estamos hablando con marcianos, sino con seres humanos, y todos compartimos esta necesidad de conexión, de esa mirada introspectiva que echamos en falta casi siempre. Los seres humanos, todos, compartimos esta conciencia, que es casi universal, en la que nos toca lo mismo a todos.
—Entiendo que prefieres desligar un tema del otro, pero cantar en un concierto y dirigirte a miles de personas en el público, ¿No es también una manera de pastorear?
(Lo piensa un momento en silencio) Si ves el pastoreo dentro de la imagen literal de un pastor que lleva a las ovejas a un lugar de reposo, donde van a ser alimentadas, sí, un concierto hace eso, trae alimento espiritual, al alma, al corazón, da reposo. Hay personas que pueden llegar a un concierto afligidos por diferentes situaciones que están pasando y esas dos horas de estar escuchando música los llevan a lugares de reposo. Entonces, sí. Me estoy repitiendo, pero sería lo mismo con la pregunta que me hiciste sobre si siento que Dios canta a través de mí. Creo que es lo mismo en el tema del pastoreo. Hay mucha gente que, sin saberlo, sin darse cuenta, están trayendo reposo. Cuando sonreímos a una persona en la calle, en vez de fruncir el ceño en medio de una situación que nos incomoda, o cuando le damos una palabra de ánimo a alguien que nos necesita, cuando nos sentamos al lado de un amigo que perdió a un ser querido o cuando vamos a un hospital a estar al lado de la cama de un enfermo desahuciado. Hay tantas cosas en la vida que hacemos en las que estamos pastoreando y no nos damos cuenta. Obviamente, existe la profesión de pastor o sacerdote, de quienes lo hacen como una vocación, un llamado, pero creo que todos los seres humanos actuamos en muchos momentos de nuestra vida como pastores que hacemos bien a los demás.
—¿Qué sensación te deja ser un cantante exitoso en un mundo en el que se dice que la religión, la fe o la espiritualidad no son ya temas prioritarios?
Mira, en inglés hay una frase: “It humbles me”. No es “me humilla”, sino “me aterriza” el ver eso. En vez de que se le suban a uno los humos o pienses que eres muy especial, te aterriza esto y te ayuda a ver cómo, a pesar de las deficiencias que uno puede tener en el mismo arte de la música o como persona, tienes ese privilegio de ser escuchado por mucha gente. Entonces, a mí siempre me aterriza eso, me hace muy agradecido el terminar un concierto, regresar al hotel y tener ese sentimiento muy a flor de piel de lo que pasó esa noche. El ver gente llorando también, porque sucede con mucha frecuencia. Eso me hace estar muy agradecido, más que cualquier otra cosa.
—“Adornando tumbas (y matando profetas)” es tu más reciente libro, una crítica a la situación actual de la iglesia. ¿Cómo se conjuga este espíritu crítico con ser también pastor?
Ese libro es una crítica desde adentro a algo que amo profundamente y es la iglesia. Criticar desde afuera no es justo, porque no sabes lo que está pasando adentro, pero cuando eres parte de la institución de la iglesia y empiezas a ver ciertos vicios que te incomodan y que sabes que no van con el mensaje de Jesús, siendo alguien que ama y cree en la iglesia tienes el “derecho” de criticar. Y cuando digo “criticar” no hablo de hacer un juicio, sino de tener un pensamiento crítico acerca de cómo está la iglesia. Entonces, el libro trata de hacer eso con un corazón paternal, de amor, no con un corazón que condena. Eso lo llevo a la vez a la música. Creo que la música debe reflejar todas estas virtudes que te decía hace algún momento: amor, tolerancia, paciencia, el fruto del espíritu, amor, gozo, paz, paciencia, bondad, mansedumbre, templanza. Todas estas cosas creo que son parte de lo que la música debe comunicar, hablando en particular de la música que yo hago. Y en ese libro y otras cosas que he escrito, trato de empujar que, como iglesia o religión, sino apunta en esa dirección, nos hemos perdido y necesitamos regresar. Para mí los conciertos son también una forma de indicar el camino que debemos tomar, no solo a nivel personal, sino inclusive a nivel de iglesia.
Día: sábado 12 de noviembre
Hora: 8.00 p.m.
Lugar: Arena Perú
Dirección: Av. Javier Prado Este 4406, Santiago de Surco.
Entradas: Teleticket https://teleticket.com.pe/jesus-adrian-romero-2022