El cantante colombiano Camilo ha tenido un meteórico ascenso en el mundo de la música. Pero su mayor conquista ha sido su romance con Evaluna, hija de Ricardo Montaner. (Foto: Alonso Chero/El Comercio)
El cantante colombiano Camilo ha tenido un meteórico ascenso en el mundo de la música. Pero su mayor conquista ha sido su romance con Evaluna, hija de Ricardo Montaner. (Foto: Alonso Chero/El Comercio)
/ ALONSO CHERO
Czar Gutiérrez

ama a Evaluna con devastadora potencia mediática. Superlativa. Millonaria en likes de Instagram, que parece ser la manera como últimamente se miden las cosas. Y le canta: “Mi mundo da vueltas / como si estuviera colgado del ventilador / aquí estoy enamorado de ti”. Antioqueño, 26 años, 1.78 de estatura y 72 kg., de peso, Camilo es piscis y por eso se ha tatuado un barco de papel en el brazo. A bordo de esa nave navega una larguísima declaración de amor a Evaluna.

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Él es mi barquito de papel, mi pochito. Y yo puedo decir que soy la mujer más feliz del mundo. Qué emoción saber que el resto de mi vida es al ladito tuyo”, le responde, miles de ‘likes’ mediante, Evaluna. Ella es hija de que quiere mucho a Camilo y le invita a cantar en sus videos. No menos amorosa resultó la esposa de Montaner y, claro, suegra de Camilo. Tanto que se deshace de sus joyas para que sean parte del outfit de su yerno, holgado y rico en pedrería: anillos en los dedos, nariz y oreja. El cuello poblado de eslabones. “Quiero volverme viejito y que se me arruguen los tatuajes a tu lado. Tú eres mis vacaciones, mi lugar feliz, mi isla en el caribe, mi cobija con Netflix, mi café con medialunas, mi primer traguito de cerveza”, le dice a Evaluna. Cuando habla, su ‘moustache’ a lo Dalí pugna inútilmente por marcar las 10 y 10.

Fabricar petróleo

Desde pequeño tuve complejo de inferioridad, pensando que las cosas grandes le pasan a la gente grande, no a mí... y mientras más me comparaba, más enano me sentía. Y ojo, que no fue que descubrí que soy grande, sino que las cosas grandes le pasan a personas pequeñitas e insignificantes como yo”, le dijo a Instagram, el confesionario de estos tiempos. Seguro se refería al niño que fue. Ese que nació en Medellín y a los 5 años tuvo que marcharse con sus padres a Montería, poblado de atmósfera caribe que invita a sacudir el esqueleto a punta de vallenato, cumbia y guaracha. Tenía una guitarra vieja en la que replicaba a Mercedes Sosa, Ñico Saquito y Guillermo Portobales. Hasta que a los 12 años creyó estar preparado para un ‘reality’ show de música.

No se equivocó. Un primer mixtape como Camilo Echeverry —”Regálame tu corazón”, 2008— premiarían la persistente presencia del niño en los sets de televisión junto a su hermana Manuela. Fue el trampolín perfecto para que apareciera en series, programas infantiles y generara sus primeras giras. Y luego ese incesante tocar las puertas de las disqueras hasta que le abran. Ocurrió con Sony, que terminó asignándole un laboratorista con el oído entrenado para encontrar petróleo en tierra eriaza, tarea que recayó en el mexicano Fernando Chávez Fernández ‘Fech’, ex pianista de Thalía y culpable tanto de extraer estrellas de Latin American Idol, Pequeños Gigantes y High School Musical como de la proliferación de Reikis y Ha-ashes,

Será este aprovechado alumno del productor italiano Emanuele Ruffinengo —especie de Midas italiano que manipuló las perillas del estudio Excalibur de Milán para que Alejandro Sanz vendiese 6 millones de ejemplares del disco “Más”— quien hará lo propio con el colombiano. Hasta fabricarle una meteórica trayectoria que lo ha transportado desde las silenciosas praderas ganaderas del llano hasta las marquesinas del showbiz lanzando, en abril del año pasado, su primer álbum de estudio titulado “Por primera vez”. Entre sus 10 sencillos está “Tutu”, en dueto con el portorriqueño Pedro Capó remezclando a Shakira. Pero su proeza mayor fue desposar a Evaluna en una concurrida ceremonia sin barbijos que terminaría con la novia de hinojos lavándole los pies al marido.

Atusando el bigote

Y para cerrar el 2020, Camilo se paseó por la alfombra roja a causa de sus 6 nominaciones al Grammy Latino por “Tutu”, “El mismo aire” y “Por primera vez”. Al final, se llevó la presea a mejor canción pop gracias a su fluctuante talento para la lírica: “Tú, tú / nadie como tú, tú / no hay un sustitutu / pa’ ese cuerpo tuyo que a mí ya me tiene cucu / en un rato te buscu / voy y te acurrucu yeah eh”. Lo cual solo puede hablar de una oreja que ha triunfado en el difícil mundo de la publicidad: Fech es el creativo de jingles para cervezas, tostadas y buñuelos. El soporte audiovisual quedó en manos de Evaluna, cuya madre es dueña de la discográfica venezolana Sonorodven, la cadena FM Center y productora de los primeros videos de Ricardo Montaner.

Trabajar con Fech fue como mezclar ají con miel”, ha dicho Camilo de su productor, sin especificar quién es el ají. Pero por lo que segrega en Instagram cada vez que ve a Evaluna —las 24 horas del día—, ya sabemos quién es el inagotable surtidor de azúcar: en ese contexto lanzó “Ropa cara”, tercer sencillo de su nuevo álbum cuya letra —”Balenciaga, Gucci, Prada”— guarda asombrosa similitud con el tema “Gucci Prada Balenciaga” que los alemanes TRaSh Boyz editaron en junio del año pasado y solo cuentan con 19 mil vistas. Considerando los 17 millones de reproducciones de “Ropa cara” en YouTube —más los 2 millones de likes de su challenge con Evaluna—, el bigote doblado del colombiano es una flagrante amenaza al cielo.

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