Bien dicen que lo bueno se hace esperar, que la esperanza es lo último que se pierde y que qué son 10 minutos más de espera, si ya esperaste cinco, 10 o casi 20 años. Veo las caras de varios jóvenes de 30 —algunos más, algunos menos— y la emoción que desbordan solo es comprensible porque Libido está a minutos de salir al escenario en el imponente Estadio Nacional. Ya no tienen que esperar más, ya no tienen que ir a YouTube a ve presentaciones de hace varios años. Ahora es aquí, en vivo y en directo.
Han escuchado a Los Outsaiders como teloneros y ahora esperan. Algunos vienen por la nostalgia de esos tres discos nacidos entre el nuevo milenio (”Libido” de 1998, “Hembra” del 2000 y “Pop*Porn” del 2002), otros por el morbo que genera el junte de Salim Vera y Toño Jáuregui, distanciados durante los últimos 10 años, y algunos otros porque si siempre fueron fans del rock peruano, cómo se van a perder el que quizá es el hito más importante de este género en la historia: llenar un Estadio Nacional. Que el recinto deportivo más importante del país, que ha albergado los mejores conciertos que se han hecho en el Perú, tenga por fin a una banda de rock peruana tocando en él. Debemos decir entonces, que Libido lo hizo. Cumplió con creces.
Habían tocado a fines de los 90 en la Feria del Hogar, en el Campo de Marte de manera gratuita para más de 60 mil almas, en el Jardín de la Cerveza en Arequipa, en la Plaza de armas de Cusco para 25 mil personas, pero faltaba la cereza del pastel. Por eso es que a inicios de año, cuando en las redes sociales de la banda comenzaban los amagos de un reencuentro, la gente solo podía imaginarse algo grande. Esta era una reivindicación para el rock peruano. Porque Mar de Copas, TK, Zen, Amen y Cementerio Club (bandas que crecieron con Libido) nunca pudieron hacerlo, y aunque lo merecieron, seguramente, había que dar ese paso adelante.
Se apagan las luces del Nacional, y yo que algo sé de calcular gente en estadios, creo que estamos en más de 30 mil personas. La mayoría de ellos, impacientes y expectantes, comienza a gritar “¡Libido, Libido, Libido!”. Y Libido hace caso.
“Tres” es el tema elegido para comenzar el show.
“Hoy que empiezo a extrañar, dónde estarás
Hoy que busqué en tu lugar
Amiga no supe entender
Perdóname
Volveremos a intentar”.
La potencia vocal de Salim Vera resalta y retumba en el estadio con el “Ámame, miénteme, tócame. Piensa en mí”. Vibra, emociona. Como les dicen a los futbolistas, “si Salim hubiese querido…”. Hoy que casi todos pasan los 50 años (Salim, Toño y Manolo, Jeffry tiene 48) el sonido es el mismo y hasta aún mejor que hace 25 años. Son mejores músicos, sin duda, y el público disfruta y siente eso.
“Invencible”, “Néctar” y “Sal” son los temas que continúan sonando en el arranque del show, que inició minutos después de las 9 de la noche. Y ahora sí Salim Vera saluda y conversa con sus fans:
“Buenas noches Lima. ¿Cómo vamos? Este concierto es para todos ustedes. Ha sido diseñado con mucho cariño y amor. Gracias a todos y todas, en el interior del país, banderas internacionales. Gracias a todos por gustar de la música de Libido”.
A continuación dos temas del Pop*Porn: uno de mis favoritos, “No será lo mismo sin ti”; también “Estoy tan gris”. Y ahora toma la palabra Toño Jáuregui:
“Ya estamos acá juntos, gracias a ustedes. Estamos muy emocionados, espero que estén disfrutando con nosotros”.
El show que navega por los tres álbumes creados durante la etapa de los cuatro miembros originales de la banda no tiene pausas. Del “Pop*Porn” suenan “Esther Fe” (cantada por Manolo Hidalgo y con Salim Vera en la percusión) y “Espermato”. Del “Libido” suena el himno “Como un perro”, con diferencia, el tema más coreado de la noche. Y del “Hembra” suena “No voy a verte más”, una simbólica balada que es cantada en un segundo escenario armado en el medio de la cancha, al que acuden Salim y compañía caminando por los bordes del campo de fútbol.
Allí, en ese escenario acondicionado para la parte feeling del concierto, suena “Sed”, primero en una pista versión del álbum “Rarezas”, que es interpretada por Pedro Suárez-Vértiz, mientras se proyecta en las pantallas una foto gigante del cantautor fallecido a fines del año pasado. Luego de este breve extracto, Salim agradece a PSV “por toda la música que nos ha dejado. Gracias a su familia también”. Emotividad a flor de piel.
“Hembra” y “Cicuta” son los temas que suenan ya de vuelta en el escenario principal. Comienza a asomarse el final de un concierto único a inolvidable. Esperemos que no irrepetible, porque juntos, Jeffry, Manolo, Toño y Salim han sido parte del soundtrack de la vida de mucha gente y aunque quizá ellos no lo dimensionen, con este reencuentro han hecho felices a miles de fanáticos. No solo a los que se dieron cita en el Nacional, sino a aquellos que aún esperan verlos de vuelta en sus ciudades, en el norte, centro o sur del país. Ellos también se lo merecen.
“En esta habitación” y “Ojos de ángel” nos dicen que el show está por terminar. En este viaje musical de más de dos horas, donde Salim y compañía han cantado casi 30 canciones, los más afortunados fuimos aquellos que estuvimos esta noche en el estadio. La química puede haberse perdido, pero la magia aún sigue allí, lo demuestra el bajo de Toño, la guitarra de Manolo o la batería de Jeffry. Todo esto, sumado a la voz de Salim, que aún emociona y conmueve, hacen que Libido sea el mismo de hace 25 años. “Libido” es la canción elegida para cerrar el concierto y la fuerza del tema hace poguear, saltar y cantar a casi todos. La pregunta es, y va para los cuatro miembros y los organizadores de este concierto: ¿Querrán seguir?