Lucha Reyes: hallan audios poco difundidos de la cantante
Diana Mery Quiroz Galvan

La suya era una voz con alma. Cada palabra que pronunciaba al cantar transmitía una emoción, un dolor. Lo demostró a los 20 años cuando se presentó en radio Victoria para entonar el vals “Abandonada”, de Sixto Carrera. Fue aclamada, pero su verdadero descubrimiento llegaría cuatro años después en el teatro Pizarro de Barrios Altos. En 1960, un conmovedor canto erizó la piel del cazatalentos Gonzalo Toledo. La prodigiosa voz pertenecía a una joven que lavaba platos en el club El Sentir de los Barrios. Era Lucila Sarcines Reyes, quien por entonces hacía su debut en el mundo artístico con el nombre de .

Reconstruir con imágenes y testimonios la vida de la cantante criolla no fue sencillo. El hermetismo y el desdén con los que se topó el escritor Javier Ponce Gambirazio fueron los mayores obstáculos. Sin embargo, en tres años de investigación logró armar el rompecabezas y grabar el documental “Carta al cielo”, estrenado durante el Festival de Lima del 2010 y difundido después en la televisión peruana.

El aporte de ese trabajo fue valioso, pues confirma hechos y aclara mitos sobre la intérprete, además de haber hallado un verdadero tesoro: docenas de fotos y 80 canciones poco difundidas de la también conocida 'Morena de Oro del Perú'. “En medio de una conversación con el hijo de Augusto Ferrando, Juan Carlos, este me dijo que tenía algunas cintas en las que su padre bromeaba con Lucha”, recuerda. Se trataba, en realidad, de seis cajas repletas de cintas de carrete en las que ella canta boleros, rancheras y hasta temas en inglés. “Esos audios son invaluables. Es como hacer resucitar a Edith Piaf o María Callas y hacerlas cantar temas que están fuera de su repertorio habitual”.

En 1961 el cazatalentos Toledo llevó a Lucha al programa radial “La Peña Ferrando”. Allí trabajó hasta 1969, cantando, imitando y contando chistes. Esos audios poco conocidos pertenecen a esa época. La intención, según Ponce, no era registrar a Lucha, pues “los programas se grababan para ser repetidos y se hicieron más necesarios a partir de 1963, cuando se iniciaron las giras por el Perú”.

A finales de los años 60, Lucha –quien ya trabajaba en siete u ocho peñas por noche– se alejó definitivamente de Ferrando y al poco tiempo la diabetes le jugó una mala pasada. En 1969 fue internada en el hospital Bravo Chico de El Agustino, de donde es desalojada al no poder pagar los costos médicos.

La vida de Lucha siempre estuvo llena de carencias económicas y afectivas. La detallada investigación de Ponce lo confirma: a los seis meses de haber nacido murió su padre, lo que agudizó la pobreza de su numerosa familia. La necesidad era tanta que obligó a su madre a repartir a sus hijos a familiares y amigos cercanos. La primera vez que sucedió tenía 4 años y terminó en casa de su abuela Matilda, en el Callao. En el puerto la miseria campeaba. Mucho antes de aprender a leer y escribir, la pequeña Lucha ya cantaba en los bares chalacos.

Lucha Reyes representa la victoria del talento ante la adversidad. Triunfó en una época en la que ser mujer, negra y tener un origen pobre eran estigmas imperdonables. Su voz rompió todas las barreras, pero la fama le llegó tarde. En 1970, “Regresa”, de su primera placa, se convirtió en himno de multitudes. El éxito se repitió con los discos “Carta al cielo” y “Siempre criolla”, grabados bajo cuidados médicos.

“Cuando ella se quitaba la peluca, su cabello era completamente canoso. Tenía 37 años, pero proyectaba la imagen de una anciana”, comenta Ponce. En 1973 el diagnóstico fue rotundo: padecía de diabetes juvenil, arteriosclerosis y enfermedades coronarias. Cantar en su frágil condición equivalía casi al suicidio. Aun así quiso grabar el premonitorio disco “Mi última canción”. El 31 de octubre murió en brazos del único hombre que no la abandonó, Ausberto Mendoza, su última pareja.

¿Cuál hubiese sido el destino de Lucha si estuviera viva? Para el documentalista la respuesta es sencilla. “Se habría convertido en la Celia Cruz o Aretha Franklin peruana. Su calidad es indiscutible”.

Hoy Lucha Reyes cumpliría 80 años. Salvar su legado musical es una obligación para Ponce, quien a pesar de los portazos recibidos sigue bregando contra la corriente. Mientras escucha “Cuando llora mi guitarra” en una versión poco oída de Lucha, el escritor deja al descubierto su más caro anhelo. “No pierdo la esperanza de que alguna institución se interese en sacar este material inédito y hasta a publicar su biografía”. Ese sería el mejor de los regalos.

Puedes escuchar algunos de estos audios en la parte superior de esta nota.

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