Inolvidable sonrisa del cantante trujillano. Desde la década del 40, Luis Abanto Morales fue un ídolo popular tanto del criollismo como de la música andina. (Foto: Richard Hirano/ El Comercio)
Inolvidable sonrisa del cantante trujillano. Desde la década del 40, Luis Abanto Morales fue un ídolo popular tanto del criollismo como de la música andina. (Foto: Richard Hirano/ El Comercio)
Enrique Planas

Le cantó a la añoranza, al desengaño, al amor que endulza y a la vez atormenta. Interpretaba los temas mirando al cielo, pues decía que, si no se podía aludir directamente a los culpables de la injusticia, nadie le prohibía conversar con las alturas. Su circunstancia vital lo define: su padre murió en la revolución de Trujillo, y su abuela paterna Melchora lo llevó de niño a vivir a Cajabamba, precioso pueblo cajamarquino. Recién a los 12 años su madre lo trajo a Lima para continuar sus estudios secundarios. Por eso el canto de fue esencialmente mestizo: un ídolo tanto del criollismo como del folclor andino.

El cantor del pueblo falleció la madrugada del miércoles a los 93 años, víctima de un paro respiratorio tras ser internado en el hospital Edgardo Rebagliati a causa de una infección generalizada. Asimismo, en los últimos meses venía enfrentando un cáncer de vejiga.La triste noticia la anunció su familia a través de la cuenta en Facebook del artista. “Lo amamos mucho y lo extrañaremos cada día. Además, queremos agradecer por todo el cariño recibido de cada uno de ustedes a lo largo de los años”, escribieron. El velorio se lleva a cabo desde ayer por la tarde en el salón Paracas del Museo de la Nación en San Borja.

NO ME COMPADEZCAS
En impecable terno, o enfundado en inmaculado poncho de chalán, el popular intérprete trujillano sumaba al sentimiento la elegancia. Un estilo forjado desde 1941, cuando en radio Goycochea interpretó por primera vez el vals “Desesperación” de Pedro Miguel Arrese. Al año siguiente despegó su carrera al ganar el concurso La Canción de los Barrios, que organizaba radio Callao.

En ese sentido, memorable resulta la imitación que a inicios de los años 80 le hiciera Román Gámez en “Risas y salsa” (el video se encuentra en You Tube). Cargado de relojes brillantes, anillos en cada dedo y colgando del poncho un tejido de billetes de alta denominación. Repartía dinero entre sus músicos y alistaba poses ampulosas mientras cantaba “Nunca podrán”.Detrás de la broma, es palpable el real éxito del músico. Ya entonces con su música se identificaban millones de peruanos provincianos y sus hijos que, desde pequeños, escuchaban sus canciones. Luis Abanto Morales recorría el mundo cantando y conmoviendo a las colonias peruanas en Estados Unidos. Tanto temas fundamentales como “Cielo serrano”, “Mal paso”, “Cholo soy” y “El provinciano” como su imagen de peruano exitoso que no temía denunciar la injusticia contra sus hermanos contribuyeron a la construcción de una identidad popular y reivindicativa.

Él mismo era ejemplo de ese peruano emprendedor, honesto y sensible que cambiaría el país, que había encontrado un lugar amable en una ciudad hostil, sin olvidar su pueblo natal.

“Cuando era muchacho, yo veía en el norte que a veces los hacendados vendían sus haciendas con peonada y todo. Esas cosas a uno se le van quedando”, decía el músico a los periodistas que lo visitaban en su vivienda chorrillana, admirados todos por las paredes tapizadas con medallas y diplomas, premios y condecoraciones. En una de ellas,al centro, está el diploma de honor donde la OEA lo declaró en 1983 Patrimonio Artístico de las Américas. Nadie puede negar tal verdad.

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