RAFAEL VALDIZÁN (@rvalmat)
En 1973, Gram Parsons ya era solista. Pero sus pergaminos incluían un paso decisivo por The Byrds, la legendaria banda de country rock estadounidense, y por los Flying Burrito Brothers. Tenía 26 años. Antes de salir de gira, en octubre de ese año, el cantautor quiso visitar una vez más un lugar que lo traía loco: una estancia desértica conocida hoy como Joshua Tree National Park, en California. Y fue junto con su mánager Phil Kaufman, su asistente personal Michael Martin y la novia de este, Dale McElroy. A los dos días de su llegada, Gram Parsons fue hallado inconsciente en su dormitorio. Todo intento por reanimarlo fracasó. Fue declarado oficialmente muerto a las 12:15 a.m. del 19 de setiembre. Se dijo que la causa fue el consumo desmedido de morfina y alcohol.
Hasta ahí, la desaparición de Parsons no sería muy distinta a la de otras figuras del rock. Lo extraño llegó luego. Por un lado, el padrastro de Gram Parsons presionaba para enterrarlo en Nueva Orleans. Por otro, Kaufman quería cumplir el último deseo de Parsons: esparcir sus cenizas en Joshua Tree. El padrastro se impuso. Sin embargo, una vez los restos de Parsons en el aeropuerto rumbo a Nueva Orleans, Kaufman se valió de mucha maña para, junto con un amigo, hacerse del cajón y llevárselo. Para hacer corta la larga historia, Kaufman y compañero se detuvieron en una gasolinera para cargar una lata con combustible, cuando a lo lejos divisaron unas luces. Asumiendo que la policía iba tras ellos, se apuraron en incinerar el cuerpo de Parsons rociándole gasolina, a cajón abierto, y arrojándole un fósforo encendido. Las cenizas volaron al viento.
Como no todo el cuerpo de Parsons logró ser incinerado, la parte restante fue sepultada en Louisiana. Kaufman y su amigo fueron arrestados días después, pero como no había delito tipificado por robo de un cadáver, solo fueron obligados al pago de 750 dólares por haberse llevado el ataúd.
Inmediatamente después, surgieron rumores sobre una supuesta maniobra ritual, incluso satánica, de parte de Kaufman y su amigo. Pero eso ya forma parte de la leyenda urbana.
No es la única muerte de una figura del rock que ha dejado algo de cebo para la insaciable curiosidad humana. Además de casos como los de Jim Morrison y Elvis Presley, que no vamos a repetir en esta nota por ser harto conocidos, hay otros tantos que revelan cierta peculiaridad. Acá unos pocos botones de muestra.
Michael Hutchence (vocalista de INXS)
El líder de la banda australiana se colgó en 1997. Al menos, esa es la conclusión oficial de las autoridades. Dicen que lo hizo tras haber consumido cocaína, alcohol y Prozac. ¿Por qué? Afirman que el crooner andaba muy bajoneado por la ruptura con su pareja Paula Yates. Lo extraño es que alguna gente de su entorno reveló que el cantante estaba aparentemente bien de ánimo. Y, para mayor extrañeza, Yates salió a decir, ya en 1999, en un par de entrevistas, que Hutchence no se suicidó, sino que murió por asfixia provocada por una autoestimulación sexual. A pesar de que no hay mayor evidencia de lo dicho por Yates, aquello ha quedado como una de las leyendas de la cultura pop.
Cliff Burton (bajista de Metallica)
La muerte del bajista de Metallica parece una broma negra del destino. Durante la gira de 1986, los integrantes del cuarteto no estaban conformes con los espacios destinados a dormir en el ómnibus que los transportaba. Entonces, Cliff Burton y el guitarrista Kirk Hammett jugaron a las cartas para decidir quién elegía primero su litera. Ganó Burton con un as de espadas. El bajista eligió: “Quiero tu litera”, le dijo a Hammett. Y este, respetando su deseo, accedió. Muy temprano en la mañana siguiente, el bus derrapó. Burton salió disparado por la ventana y el vehículo cayó encima de él. Todos trataron de levantarlo para sacar a Burton, y lo lograron por un lapso, pero no pudieron evitar que el bus resbalara y cayera de nuevo. El conductor aseguró haber chocado con una zona de hielo negro. James Hetfield (vocalista de la banda) no pensó lo mismo. Su teoría fue que el chofer estaba tomado y se quedó dormido. De hecho, buscaron hielo negro por todo el lugar y no lo encontraron. Sin embargo, no se levantaron cargos contra el conductor.
Marvin Gaye
El más grande cantante de soul y R&B no pasaba por un buen momento emocional, allá por 1984. Había recaído en el consumo de cocaína y se volvió paranoico. Aquello lo llevó a regalarle a su padre una Smith & Wesson calibre .38 Special para que se protegiera. Él mismo solía vestir un chaleco antibalas. Desafortunadamente, surgió un conflicto de intereses por una propiedad que Marvin había comprado y revendido a su padre. Paralelamente, su madre estaba convaleciente de una operación al riñón. Una mañana, el padre de Marvin discutió fuertemente con ella. El cantante le advirtió que la dejara en paz, pero las cosas siguieron su curso. Así que Marvin la emprendió a golpes contra su padre hasta que este se retiró. Más tarde, a las 11:38 a.m., el padre volvió, esta vez con la pistola que su propio hijo le había dado, y le disparó directo al corazón. No contento con eso, se acercó y volvió a dispararle. El cantante murió en la ambulancia, camino al hospital. Los estudios posteriores arrojaron que Gaye tenía cocaína en la sangre. Debido a ello y a las múltiples lesiones sufridas por su padre, este recibió como sentencia seis años de prisión suspendida.
Randy Rhoads (guitarrista de Ozzy Osbourne)
El extraordinario guitarrista de Ozzy perdió la vida de una manera absurda. En una gira de 1982, toda la banda viajaba en bus y se detuvo en la propiedad de un amigo del cantante en Florida, donde había varias aeronaves y una pequeña pista de aterrizaje. Rhoads se animó a dar un paseo en avioneta, con el conductor del bus al timón, y la compañía de la peluquera de la banda. El plan era volar tranquilamente, pues la mujer tenía un problema cardíaco. Pero el plan cambió: al chofer (convertido en piloto) se le ocurrió sobrevolar bajo y pasar zumbando cerca del bus, para molestar al resto de la banda que dormía ahí. Al tercer intento, la nave enganchó la parte trasera del vehículo y cayó, dibujando espirales, en el garaje de un vecino. Los tres ocupantes murieron. Más adelante, las investigaciones revelaron que el conductor/piloto había consumido cocaína. Randy Rhoads solo tenía rastros de nicotina.
Elliott Smith (cantante solista)
Muerte misteriosa la del cantautor. En vida lanzó un buen puñado de discos en los que trataba de reflejar su atormentada vida. Vida en la que no faltaron las drogas y eventos depresivos. Un día de octubre del 2003, cuando tenía 34 años, Elliott Smith supuestamente se suicidó clavándose un puñal en el pecho. Pero no solo estaban sus huellas dactilares en el arma, sino también las de su novia de entonces, una chica llamada Jennifer. ¿Qué había pasado? Según Jennifer, ambos habían discutido en el departamento. Acto seguido, ella se metió al baño para ducharse. Al salir, encontró a Smith con el puñal en el pecho. Dice ella que logró extraérselo. Pero ya era demasiado tarde. Y si bien el cantante dejó una nota en un post-it que decía: “Lo siento, mi amor, Elliott. Dios, perdóname”, hay quienes afirman que el hombre no tenía por qué haber provocado su propia muerte: tenía planes para un nuevo disco y llevaba tiempo fuera de rehabilitación. Estaba limpio. ¿Misterio sin resolver?
Mama Cass (cantante de Mamas and the Papas)
Una de las cantantes de la exitosa banda sesentera Mamas and the Papas construía una buena etapa como solista tras la ruptura del grupo. Había lanzado cinco discos en solitario y llenaba locales donde la aplaudían hasta rabiar. Desafortunadamente, ya en 1974, luego de uno de sus conciertos, la voluminosa artista fue hallada muerta en una habitación del departamento de Harry Nilsson. La causa oficial del deceso fue: degeneración miocárdica debido a obesidad. Comprensible. Sin embargo, el hallazgo de un sándwich de jamón, a medio comer, a un lado de la cama, empezó a generar el rumor de que la cantante había fallecido por atragantamiento. Para cuando los estudios revelaron que no había restos de comida en su tráquea, ya el chisme había volado. Ya mucha gente había imaginado a Mama Cass comiendo hasta morir.
Darrell 'Dimebag' Abbott (guitarrista de Pantera)
Nunca entenderemos la mente de un fanático que acaba con la vida de su ídolo. Pasó con Mark Chapman y John Lennon. En el caso de 'Dimebag', guitarrista de Pantera, el asunto se desbordó aun más. Fue durante un concierto de Damageplan, el proyecto alterno de 'Dimebag'. Un sujeto llamado Nathan Gale, que estaba entre el público, le disparó tres veces con una 9 mm. ¡Y el tipo siguió disparando! Mató a tres personas más. Primero se especuló que Gale acometió contra el guitarrista porque estaba enloquecido por la ruptura de Pantera y por las disputas públicas entre 'Dimebag' y Phil Anselmo (cantante de Pantera). Sin embargo, apareció otra razón: aparentemente Gale asesinó al guitarrista porque este le habría 'robado' una canción.
Ronnie Van Zant, Steve Gaines, Cassie Gaines (Lynyrd Skynyrd)
Una de las peores tragedias en el mundo del rock ocurrió en 1977. La banda Lynyrd Skynyrd, luego de tocar en Greenville, volaba a Louisiana. Pero el avión empezó a perder combustible. Al quedar con el tanque vacío, el piloto intentó un aterrizaje de emergencia en una zona boscosa. Lamentablemente, el impacto costó la vida de tres miembros del grupo de rock sureño: Ronnie Van Zant (vocalista), Steve Gaines (guitarrista) y su hermana Cassie Gaines (coros). También murieron otros tripulantes. El resto de la banda sufrió lesiones serias pero conservaron la vida. Solo tres días antes, Lynyrd Skynyrd había lanzado su disco "Street Survivors", cuya portada mostraba a los miembros del grupo envueltos en una llamarada de fuego. Obviamente, tras el accidente, la tapa fue modificada. Treinta años después, para la edición deluxe del CD, la portada original del álbum fue restituida.