Nito Mestre y los 40 años del Adiós Sui Generis
Giacomo Roncagliolo

Hace exactamente 40 años, el estadio Luna Park de Buenos Aires le dijo adiós al dueto más recordado del rock argentino. Aquella larga noche, frente a las casi treinta mil personas que acudieron al recinto en dos turnos, Sui Generis ofreció un recital que marcaría un hito en la historia de la música latinoamericana. Tres discos en vivo y una película se encargaron de conservar el recuerdo para las generaciones posteriores. La magia del encuentro, sin embargo, solo la conocen quienes estuvieron presentes.

Para celebrar el aniversario de este suceso, dio ayer un cálido concierto en el L’Anfiteatro Antica. Con el local lleno y en medio de una ovación, su figura delgada y rejuvenecida subió al escenario, dio las gracias y entonó las primeras notas de “Aprendizaje”. Le siguió “Distinto tiempo”, una de las canciones que marcó el inicio de su etapa solista, en 1980. Luego de ello, anunció que seguiría con algunas producciones nuevas, pero que pronto volvería a enfilar las más viejas y conocidas. Así, continuó con “Hay formas de llegar”, de su disco “Mestre” (2005), y con “Trato hecho”, de su última producción, “Trip de Agosto” (2014).

Nito tiene una relación muy cercana con el Perú. Desde sus primeras visitas, allá por 1985, podría decirse que ha encontrado en nuestro país, y más precisamente en Lima, a un amplio grupo de seguidores que lo incita a volver de forma muy seguida. La noche de ayer contó que ha sido nombrado “visitante ilustre” de Barranco. En ese sentido, sus colaboraciones con músicos peruanos no han sido pocas. Esta vez, al igual que en su presentación del 2013, incluyó en su repertorio “Misterio”, una canción de autoría de José Tam, líder del proyecto peruano Chino. Asimismo, en dos ocasiones, llamó al escenario a otro cantautor peruano con el que ya antes ha compartido escenario, Pepe Alva.

Pasado este tramo, el formato de la banda se redujo y quedó Nito acompañado solamente por el guitarrista y el tecladista, con quienes dio paso a “Vida”, “Barco quieto” (pieza de María Elena Walsh que tantas veces interpretó junto a Mercedes Sosa) y “Canción para mi muerte”, la cual fue presentada como si se tratara de una canción poco conocida. El tiempo ha hecho de Nito un personaje ciertamente encantador. Anoche vivió el concierto entre bromas, risas y juegos. Cuando un joven le gritó: “!Dime quién me lo robó!”, él respondió: “No sé. Eso lo tenés que preguntar en caja”. A continuación, siguió con “Confesiones de invierno”, “Necesito” y “Mariel y el capitán”, en la que hizo participar al público con aplausos que representaron el “toc toc” distintivo de aquella canción. Para finalizar el bloque, “Estación” y su pegajoso ritmo generaron un ambiente de fiesta entre los presentes.

Llegó el turno de “Un hada, un cisne”, y luego, ya con las revoluciones más calmadas, Nito se mandó con una versión en español de la canción de Dominic Miller (guitarrista de Sting), “Shape of My Heart”. Luego, “Quizás por qué” y “Cuando ya me empiece a quedar solo”. Le siguió “Nadie”, de su nuevo disco, una balada muy afín con el género folk que ha caracterizado su música desde Nito Mestre y Los Desconocidos de Siempre. Al igual que con Sui Generis, en sus nuevas producciones el cantautor argentino utiliza relatos y personajes como una forma de ilustrar distintos mensajes. En este caso, su desconfianza hacia las nuevas tecnologías de la comunicación. Aunque, a decir por el tablet que utilizó para leer algunas letras, se entiende muy bien con ellas.

Antes de tocar la siguiente canción, “El fabricante de mentiras”, aprovechó para contar una anécdota: quisieron estrenarla en 1975 durante la despedida, pero al final solo llegaron a tocar los primeros versos. Esta vez sí la interpretó completa. Le siguieron “Bienvenidos al tren” y “El fantasma de Canterville”, con un blues rockero, lleno de solos muy oportunos de teclado y guitarra. Luego de eso, al mejor estilo irreverente de su eterno compañero, Charly García, anunció: “Ahora vamos a hacer de cuenta que nos vamos”, y seguidamente bajo del escenario y se unió al coro que solicitaba: “¡Otra, otra, otra!”.

El show concluyó con “Mr. Jones” y “Lunes otra vez”, también de corte blues, y la siempre esperada “Rasguña las piedras”, que dio fin a la velada con ese hilo de voz tan acertado del que Nito siempre ha hecho gala. Según cuenta, él piensa que hoy canta mejor que antes. Y aunque algunos quieran debatirlo, la verdad es que, en más de un aspecto, Nito parece más joven que nunca. Por momentos, al verlo cantar, resulta inevitable reconocer en sus facciones a ese joven de 23 años que hace cuatro décadas quedó inmortalizado sobre un escenario en Buenos Aires. Él no vive sus conciertos con nostalgia, pero es difícil para nosotros no hacerlo. Quienes no lo vieron ayer, pueden aprovechar que el plato se repetirá hoy sábado, tal como sucedió en 1975: dividido en dos funciones.

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