Pachito Nalmy: el adiós a una leyenda de la salsa en el Perú
Pachito Nalmy: el adiós a una leyenda de la salsa en el Perú

ANTONIO ALVAREZ FERRANDO   

Pedro Claver Nalmy Cabrera,  o simplemente Pachito Nalmy, una de las voces históricas del Callao antiguo, falleció hace dos días a los 80 años de edad. El deceso se dio por muerte natural en su casa ubicada en la urbanización Good Year en Los Olivos, contó a El Comercio su hijo Pedro.

Pachito, su nombre artístico, fue llamado así en los años 50 cuando deleitaba al público en el entonces concurrido Club Bilis del jirón Colón del Primer Puerto. Cantaba tan parecido a Panchito Riset que la gente que no llegaba a entrar al local se trepaba los muros pensando que era el cubano quien lo hacía.

Se cuenta que uno de los temas preferidos de Nalmy era “Pachito E’ché”, del compositor colombiano Álex Tovar, y por ello quedó con ese apelativo. Sus primeros temas los grabó con una orquesta del colegio Dos de Mayo del Callao, donde estudió, integrada por destacados músicos como el trompetista Félix Limo Buendía y el pianista Charlie Palomares.

Luego de adquirir experiencia en otras agrupaciones chalacas, da el gran paso en su carrera en 1962 cuando conforma la orquesta Papo y su Combo Sabroso, de Ernesto Menéndez Lema. Dicha agrupación, integrada toda por músicos chalacos, revolucionó el movimiento de ese entonces al incluir trombones de vara como parte de su estructura.

“Fue la primera orquesta de del Perú. Su repertorio incluían los éxitos de Eddie Palmieri, Mon Rivera y Ricardo Ray. Ya no era el sonido tradicional, sino algo distinto, muy agradable para el oído del bailador, del conocedor”, destaca Jorge Eduardo Bancayán, animador y locutor del recordado programa Hit Parade Latino de Radio Libertad.

Yolvi Traverso, colega y amigo de Bancayán, recuerda a Nalmy como un cantante de voz fuerte pero afinada. “Lo que hizo junto a Papo y su Combo fue una revolución. La fuerza de los metales y es voz le dio un giro al movimiento tropical de esos tiempos, gobernado por la matancera y la nueva ola, marcando la pauta de orquestas que saldrían más adelante”.

En plena época de los pantalones palazo, locales, bares y auditorios de las radios se rebalsaban de gente que iba en busca de ese sabroso ritmo. Paralelamente grandes bailarines de barrio como “Rulo”, “Payaso” y Sixto Urrutia reinaban el escenario chalaco con sus novedosos pasos.

El trabajo de esta agrupación chalaca queda registrado en la producción “Papo y su Combo Sabroso”, grabada bajo el sello Virrey y apadrinada por don Luis Rospigliosi Carranza, dueño del mítico bar "El Sabroso" y el más importante coleccionista de discos, a tal punto que abastecía a los programas radiales de aquel entonces.

Los recortes periodísticos de la época dan cuenta de este álbum que dejó verdaderas joyas de la salsa como “Estamos chao”, “Melina”, “El Rey” y “Tirándote Flores”, entre otros.

La calidad de su voz y dominio de escenario llevó a Pachito a participar en los años 60 en el recordado programa de talentos “La escalera del triunfo”, animado por Augusto Ferrando quien quedó admirado de su talento. Años después Ferrando encontraría a Nalmy imitando al cubano Rolando LaSerie, en un show en Miami Beach.

Se cuenta que luego de ese encuentro, “El Negro”, al pasar a Panamericana Tv, envió a su producción a buscar a Pachito casa por casa en jirón Zepita en el Callao, para que participe en la reconocida “Peña Ferrando”. Tiempo después se reencontrarían en el programa “Trampolín a la fama” para repetir la magnífica imitación..

Además de estar en Papo y su Combo Sabroso, Nalmy fue parte de agrupaciones muy importantes como la Sonora de Nelson Ferreyra, Sonora Casino de Hugo Macedo, Sonora Callao, Sonora Mocambo, la orquesta de Andres de Colbert, la agrupación del pianista Alfredo Linares, solo por contar algunas. Posteriormente desarrolló una carrera como solista.

Pachito era el último integrante con vida de Papo y su Combo Sabroso y uno de los testigos presenciales de toda esa movida musical desde la llegada de la salsa al Perú, a través de los buques que anclaban en el puerto del Callao. Con su muerte se cierra un capítulo que ya no podrá ser contado en primera persona. Solo quedan los discos como registro sonoro de una época de oro.

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