Después de medio siglo surcando los cielos del mundo con su melodioso canto, Paloma San Basilio (Madrid, 1950), cual ave majestuosa, decidió alzar vuelo desde los escenarios en un discreto retiro, sin despedidas ni ovaciones. Pero su hija Ivana, le recordó que no podía irse en silencio, que debía desplegar sus alas una última vez y agradecer a quienes la habían acompañado en su travesía artística, dejando claro cuán significativos habían sido estos años para ella. Así nació “Gracias Tour”, su gira de despedida, que el próximo 5 de diciembre la traerá de regreso al Perú.
“Perú me cautivó desde el primer momento. Me enamoré de su cultura precolombina y tuve el privilegio de presentar ‘Evita’ durante dos semanas en el majestuoso Teatro Nacional. Amo profundamente su música, su comida y, sobre todo, su gente. Después de mi show en Lima, viajaré con mi hija al Cuzco, para que conozca Machu Picchu”, destaca la célebre artista madrileña, ganadora del Grammy Latino a la Excelencia Musical (2006) e intérprete de grandes éxitos como “Juntos”, “Cariño”, “Por qué me abandonaste”, entre otros muchos más.
—¿Ivana te acompañará en esta gira?
Así es, ella estará en los coros. Quise tenerla cerca porque antes hubo muchos momentos en los que no pudimos estar juntas. Fue un gran sacrificio estar lejos de Ivana cuando era pequeña. Empecé a cantar siendo mamá, y lo más difícil era verla triste cada vez que hacía mis maletas. Me iba de gira con el corazón encogido, y cuando lloraba en “No llores por mí Argentina”, lo hacía pensando en ella.
"Cada vez que lloraba en “No llores por mí Argentina”, lo hacía pensando en mi hija"
—Entre los temas peruanos que interpretas destacan “La flor de la canela” y “Alma, corazón y vida”. ¿Cómo llegaste a ellos?
Era la música que escuchaban mis padres. Aunque mi generación fue más influenciada por Los Beatles y la música anglosajona, al empezar a viajar descubrí la belleza de estas canciones. Interpretarlas es mi manera de agradecer a los autores que nos han regalado melodías tan hermosas y atemporales. La música peruana, al igual que su gente, es educada, tranquila, noble, y te hace sentir en casa.
—Y esa gente peruana que mencionas te recuerda con mucho cariño. En Perú tienes una gran legión de fans, y se decía que Alfonso Barrantes, el alcalde de Lima, era uno de tus mayores admiradores. ¿Qué recuerdos tienes de él?
Era una persona muy tierna y culta. Recuerdo que en una ocasión salimos a comer, disfruté mucho conversar con él. Alguna vez, me obsequió una toquilla que había hecho su madre, un gesto que atesoro profundamente. Creo que estaba agradecido porque participé en el programa Vaso de Leche, apoyando a los niños.
—Volviendo al tema de la gira de despedida, ¿en qué momento surgió la idea de hacerla? ¿Hubo algún punto de quiebre que motivara esta decisión?
Con el tiempo, uno empieza a notar que su energía intelectual, emocional y vital se dirige hacia otros horizontes. A mi edad (73) aún tengo muchas cosas por descubrir y hacer. No quiero perder la oportunidad de explorar todo lo que la vida todavía tiene para ofrecerme. La música ha sido una parte fundamental de mi vida, pero llega un momento en el que sientes que 50 años en este maravilloso ciclo es suficiente. Quiero irme estando bien, cuando todavía puedo cantar y comunicarme.
—¿Qué nuevos proyectos o desafíos personales se vienen tras esta despedida?
Volveré a pintar, una pasión que dejé de lado por algunos años. También tengo un hermoso proyecto teatral que se estrenará en octubre del 2025 y un libro que saldrá en abril. Además, junto a mi hija, lanzaremos una marca de ropa deportiva.
—En el teatro has interpretado a mujeres fuertes como Evita Perón y Victoria Grant, entre otras. ¿Qué lecciones te dejaron esos personajes?
Siempre me atrajo interpretar a mujeres así porque, desde pequeña, he sido rebelde. Nunca me sometí a los dictados de la sociedad; siempre tuve pensamientos propios y creí en la independencia y en defender quién soy. Evita, por ejemplo, combinaba ambición y resentimiento de clase por lo que había sufrido. Aunque su estética no coincidiera con su discurso, sentía la necesidad de defender al débil. La ambición por aprender, mejorar y superarse es fundamental para la mujer. Estas mujeres luchan por un espacio propio de dignidad y respeto, no para ser más fuertes que el hombre, sino para ser fieles a sí mismas.
—Siempre has dicho que eres un pajarito libre. ¿Alguna vez intentaron cortarte las alas?
Muchas veces. Hubo una época en la que estuve dos o tres años censurada por mi compañía de discos por ser rebelde; no me dejaban grabar con otra compañía ni salir adelante. Tuve que luchar con todas mis fuerzas porque tenía una hija que mantener. En una emisora de radio, también viví algo similar por defender la dignidad de la mujer.
—En “La niña que bailaba bajo la lluvia”, hablas con devoción de compañeros como José Luis Perales, y en un momento afirmas: “Creo que la capacidad de admirar a otros nos hace mejores.” En esta etapa de tu vida, ¿a quién admiras?
Ahora mismo me cuesta mucho señalar nombres específicos. Admiro a personas como Celine Dion, quien ha hecho cosas extraordinarias después de superar una enfermedad terrible. Admiro a quienes son valientes para compartir lo que les ocurre y encuentran la fuerza para superar las dificultades. También admiro a seres anónimos que, aunque no sean reconocidos por nadie más, logran hacer de su vida algo mejor, aunque sea solo para ellos mismos. Eso es lo que me parece más valioso.
—¿A los 73 años hay espacio para el amor de pareja?
Mi vida está llena de personas a las que amo y de espacios que ahora están llenos. El amor en su forma exclusiva, donde todo gira en torno a una persona, no es algo que hoy me resulte posible. Soy muy independiente, muy libre. Siempre he sabido que no estoy hecha para tener una pareja, y creo que eso se debe a mi lado romántico, a mi personalidad compleja. Mantener una relación de pareja durante mucho tiempo sería difícil para mí.
—En una ocasión mencionaste que el tiempo te dio ligereza y te ayudó a despojarte de lo innecesario. ¿De qué te liberaste?
En parte, de la idea de que necesitas estar en pareja para sentirte completo. El mito de la media naranja no existe. También aprendí a no preocuparme por cosas sin importancia, a no obsesionarme con lo que otros piensen de mí, y a valorar las pequeñas cosas y a las personas que realmente merecen la pena. En el fondo, también he perdido un poco el miedo.
—¿A qué le temes? ¿Al paso de los años?
Eso no me da miedo, porque creo que los años te aportan más de lo que te quitan. Claro, tus facultades físicas cambian, tu voz no es la misma, y tu cabello ya no es tan abundante como a los 30, pero lo más importante es que te vas enriqueciendo con el tiempo. Es un gran aliado. Tendría miedo de no tenerlo (ríe).
—¿Cómo describirías esta etapa de tu vida, marcada por despedidas, cambios y nuevos comienzos?
Como una etapa emocionante y llena de ilusión. No miro atrás con nostalgia, sino con paz y felicidad, enfocada en lo que puedo lograr ahora. Estoy lista para ver qué me depara la vida y qué puedo extraer de los años que tengo por delante.
Fecha: 5 de diciembre
Lugar: Anfiteatro del Parque de la Exposición.
Entradas: plataforma de Joinnus.
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