Fue un día de 1999, tal vez del 2000, cuando Pedro Suárez-Vértiz llama por teléfono a su amigo, el productor musical Cucho Peñaloza. Quería que lo acompañe a una clínica. Ya en la Maison de Santé encuentran al fan, un adolescente con cáncer; los padres andaban cerca, emocionados ellos. El músico se le acerca; “Oye compadre, ¿cómo te llamas? ¿De verdad que te gusta mi música? Me tienes que decir tus tres [canciones] que más te gustan”. Entonces el cantante, sentado en la cama clínica y con su guitarra acústica en mano, canta “Me estoy enamorando”, también “Es Que Sucede Así” y una tercera cuyo nombre el tiempo ya no permite recordar. Así era Pedro Suárez-Vértiz, músico, pero antes que eso un ser humano.
Nacido el 13 de febrero de 1969, Pedro Suárez Vértiz venía de una familia de artistas. Su carrera musical empezó con sus amigos del colegio María Reina Marianistas, con los que formó Arena Hash en 1984 y con los que se mantuvo unido musicalmente hasta 1993: Arturo Pomar Jr., Christian Meier y su hermano menor, Patricio Suárez-Vértiz. En ese lapso conoció a Cynthia Martínez, quien se convirtió en su esposa y que lo acompañó hasta el final de sus días: falleció este jueves a los 54 años, producto de un presunto infarto.
“Recuerdo que siempre todo me resultó fácil. Aprendí piano solo, sin profesor. Sacaba melodías de mi cabeza o las que escuchaba por la radio. Mis hermanos sufrieron mucho con el colegio, mis amigos repetían de año; yo jamás. Aprendí la guitarra a los doce, también solo, y fui el primero de mis amigos que usaba afinaciones distintas”, contó el artista en su autobiografía “Yo, Pedro” (2013), donde habló tanto de sus orígenes musicales como de la parálisis bulbar, enfermedad de la neurona motora que le quitó el habla, pero no las ganas ni la voluntad de escribir por medio de su iPad, de comunicarse digitalmente con sus fans y con su familia.
Su etapa de solista empezó en el mismo 1993, cuando sacó su primer álbum, “(No existen) Técnicas para olvidar”, del que sale su icónico tema “Cuéntame”; continuó en 1996 con “Póntelo en la lengua”; luego en 1999 con “Degeneración actual”. En 2004, a poco más de 20 años de empezar su carrera, le regaló al Perú la canción “Cuando pienses en volver”, tema que abrió su álbum “Play” y que se convirtió en un himno para los miles de peruanos que dejaron el país en los años 80 y 90. “Creo que la identidad nacional se apoderó de mí y actuó sin que yo me diera cuenta. Puedo afirmar que el Perú como patria fue la musa. (...) La letra le dio un toque épico a la instrumentación. Fue una simbiosis involuntaria de sonido nacionalista con letra patriótica. Jamás lo calculé”, contó el artista en 2020 a este diario, en marco del renacimiento que tuvo la canción en el contexto del Covid-19.
“Era un gran amigo, con gran humor, muy inteligente. Filosofaba de todo, tenía teorías rarísimas, buenísimas. Y enganchamos. La amistad es una frecuencia”, cuenta Peñaloza, que además de su amigo, fue su mánager internacional. También le produjo sus primeros dos álbumes en solitario.
"Ser feliz es una decisión. Y yo ya la tomé".
La obra de Suárez-Vértiz ha sido la banda sonora de generaciones. Siempre un hit tras otro, con un sonido muy característico. Sus amigos indican, además, que nunca fumó, ni consumió o bebió alcohol. Y nuevamente, antes que toda la fama, estaba él como persona. Por ejemplo, la vez que participó el mismo día junto artistas nacionales como Eva Ayllón, Marcelo Motta, Gian Marco; y los internacionales Fonseca, Juan Luis Guerra, Raphael, Fito Páez, entre otros; a beneficio de los damnificados por el terremoto de Ica en 2007. Ya años después, cuando no podía volver a subirse a un escenario, sus canciones vivieron en boca de Pedro Suárez-Vértiz: la banda, agrupación autorizada para difundir su música.
La anécdota del inicio no termina con el concierto privado. Pedro sacó un plumón de su canguro, firmó su guitarra y se la regaló al muchacho. “Sigue para adelante”, le escribió. Y desde la puerta de la habitación, Peñaloza lloró, conmovido por la escena. “Yo creo que el Perú ha ganado hoy día un ícono”, nos dice el productor, 20 años después de ser testigo de ese momento. Palabra de amigo.
En octubre último, en marco de una campaña publicitaria, Pedro Suárez-Vértiz lanzó una canción nueva. Con el nombre de “Amor yo te perdí la fe”, es un tema cuya voz fue generada por inteligencia artificial, al igual que el videoclip, que al cierre de este artículo lleva miles de reproducciones.
“Yo estuve cuando llegó el video, estaba su cuñado y estaba su cuñada, estaba su esposa”, los cuenta Peñaloza. “No le gustó el video. (…) Pero hay otra versión, que es más [con el estilo de los] Doltons, más Elvis, que es sin inteligencia artificial, que la grabó cuando tenía voz y eso me imagino que saldrá de acá a uno o dos meses. Es mucho mejor que la que han escuchado ustedes. Yo la tengo”, agregó el productor musical.
En vida, Suárez-Vértiz tenía la intención de que el tema que sí tendría su voz incluya una colaboración, en coros, hecha por su hijo Tomás, el menor, quien no solo es músico, sino que físicamente es muy parecido a su padre en sus épocas de Arena Hash.
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