Si había un día propicio para que Pedro Suárez Vértiz dejara este mundo, ese es, en palabras de Julio Andrade, el 28 de diciembre; una fecha en la que en muchos partes del mundo se celebra el Día de los Inocentes, una efeméride en la que se suelen hacer bromas muy pesadas a familiares o amigos.
Sin embargo, para pesar de muchos, lo que en un principio se creía “una joda” de mal gusto resultó siendo cierto: ‘Pedrito’ como muchos llamaban de cariño al autor de “Me elevé” había partido físicamente producto de un paro cardíaco.
“Hoy es un día triste pero también un día que va a pasar a la historia, porque Pedro era un tipo que conseguía una ironía muy fina, alguien muy chistoso. Quien iba a pensar que cuando nos enteramos en la mañana de la noticia, por la que todos dijimos: ¡No, hoy es 28 de diciembre, nos están hueveando! iba a resultar siendo cierta. Ya entre risas, le digo a mi esposa: ‘Qué desgraciado este Pedro, con su característica forma de actuar, escogió este día para dejarnos...”, nos dice Julio vía telefónica.
Más allá de la broma, el autor de “Jugo de Tamarindo” recuerda un sinfín de momentos al lado de Pedro y trata se asimilarlos uno por uno. Uno de estas anécdotas es aquella que une la muerte del padre de Julio con el ahora fallecido cantante.
“Siempre era rico cuando nos encontrábamos después de algunos años en un avión, ya sea para una gira en Trujillo o en Miami o en Los Ángeles y recordar tantos parajes de nuestros inicios. Eso es algo muy grato y la forma como tenía Pedro de recordarlos era única. Por ejemplo, él siempre recordaba el velorio de mi papá y me decía: ‘Oye, nunca me olvido del velorio de tu viejo!’. Él murió cuando nosotros éramos bastante jóvenes (junio de 1989) y vino mucha gente relacionada a la música, al rock y Pedro chapó la guitarra de mi papá y se sentó en mi colchón, porque yo dormía en un colchón en un cuarto, y se puso a tocar las dos horas que estuvo en el velorio una lista de canciones de todos los tiempos. Recuerdo que los amigos mayores de mi viejo, todos músicos, decían: ‘¿Y este enano de dónde sabe tantas canciones de los 50′s de los 60′s?. Eso fue muy impactante y entendimos que más allá de la locura de Pedro, esa era su forma de expresarnos cómo compartía nuestro dolor y ese era él, un tipo muy original, muy auténtico y al que nunca vamos a olvidar”.
Amigos desde el verano de 1986 y que tuvo como punto de encuentro una soleada playa Waikiki, Julio recuerda así sus primeras impresiones de Pedro.
“Conocí a Pedro por Armando Pattroni, que en aquel entonces era el baterista de una banda llamada Praga y muy amigo de Pedro y Patricio. Pedro era un flaquito, todo loco que bajaba a la playa con su pantalón de jean cortado con tijeras y me hablaba mucho de música y había escuchado ya mi canción “Las Rucas” que saqué con el grupo Paradero y entonces me da una serie de tips. Él era un tipo que siempre estaba un paso adelante, que intuía lo que le ibas a preguntar y con una agilidad mental alucinante”.
A la espera de lo que decida la familia de Pedro sobre el velatorio del querido músico, Julio finaliza la conversación destacando, además, la fuerza del cantante peruano para sobrellevar su dura enfermedad degenerativa que lo alejó de los escenarios así como lo importante que significó este para la internacionalización de otros artistas peruanos.
“Les guste a muchos o no, hay que reconocer que Pedro fue el primer rockero peruano en triunfar internacionalmente y el que nos abrió las puertas de cadenas como HTV, Ritmoson Latino, etcétera, a los que veníamos ahí junto con él. Pedro es un tipo que no va a morir nunca. Físicamente ha partido y vamos a extrañarlo muchísimo”.
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