Queen sin Freddie Mercury… ¿es Queen?
Queen sin Freddie Mercury… ¿es Queen?

FRANCISCO MELGAR WONG

La actuación que realizó el viernes pasado como vocalista de me hizo pensar que existen hechos tras los cuales se le debería prohibir a una banda de rock seguir llevando el mismo nombre. O para decirlo de otra manera, la actuación de Lambert no hizo sino dejarme bien claro que no podemos reducir la personalidad de una banda de rock a la mera suma de sus partes. Una banda es algo más que eso. Y más aún si una de las partes involucradas es .

Digo esto porque Queen –o Brian May y Roger Taylor, para ser más exactos- han decidido volver a los escenarios con Adam Lambert –el andrógino cantante recordado por las masas como el finalista de la octava temporada de “American Idol”- ocupando el lugar dejado por el fallecido Freddie Mercury. Parafraseando a Dylan, la pregunta que sopla en el viento es…

¿Puede haber Queen sin Freddie Mercury?

La respuesta, para mí, es no. Mercury es irremplazable. Y esto va más allá de si Lambert canta bien o canta mal. ¿Por qué? Porque las canciones de Queen no son un musical que valerse de diferentes intérpretes según convenga. Las canciones de Queen son indesligables de una personalidad única que emergía cada vez que los cuatro miembros de la banda subían juntos a un mismo escenario.

Y como dije, en especial si uno de los integrantes es Freddie Mercury.

No basta con mandar traer a un cantante eficiente y andrógino que alcance todas las notas y “represente” la ambigüedad sexualidad del fallecido bigotón. Mercury nunca fue literal, ni con su sexualidad ni con su rango vocal. Su impresionante manejo del escenario, las aliteraciones vocales con las que domaba a su público y su natural ambigüedad sexual siempre parecieron algo casual, que emanaban de su forma de ser sin que el mismo se diera cuenta. Y cuando lo hacía, cuando se daba cuenta de quién era –algo que generalmente ocurría sobre el escenario- no podía sino soltar una sincera sonrisa de sorpresa que acababa conmoviendo al público y volviéndolo participe de su propio drama vital.

Al final, el renovado Queen corre el riesgo de convertirse en la banda de apoyo de Lambert en una versión ambulante de “American Idol”. El problema es que el juez cuya sombra permanece detrás de este concurso musical es el propio Freddie Mercury. Y el público no puede seguir esperando que un día se levante de una vez por todas de su sitio y vuelva a cantar. 

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