Henry Gates, Christopher Farfán y Antonio Zelada experimentan electrónicamente con el palo de lluvia para lograr el “sonido dream pop peruano”.
Henry Gates, Christopher Farfán y Antonio Zelada experimentan electrónicamente con el palo de lluvia para lograr el “sonido dream pop peruano”.
Czar Gutiérrez

La marea de sonido salió espesa, casi impenetrable. Perfectamente licuada en ese juego de pedaleras múltiples. Entonces la melancolía terminó electrocutando el aire. Era el otoño de 1997 cuando los parlantes de la Q.E.P.D. discoteca Bauhaus —entrañable antro miraflorino para sobrevivientes ochenteros— empezaron a bombear un ruido inédito: canciones lentas y profundas, idiosincrásicas, texturadas por el noise ambiental y la experimentación antes que la electrónica pop que saturaría la década. “Era nuestro primer show, veníamos de grabar el demo ‘Sol de hiel’ y querían vernos en vivo. Yo tocaba desde el 94, pero nada en serio hasta que puse un aviso buscando baterista. Así llegó Carlos Mariño y debutamos. En Bauhaus fue una rara noche de vanguardia en Lima”, dice Toño Zelada (43), cantante y sonante de Resplandor.

Pleamar y orilla
Prolongando aullidos y murmullos provenientes de Salón Dadá, Col Corazón y Silvania, precursores del género, Resplandor inscribe su nombre junto a actos más o menos contemporáneos como Electro-Z, Transparente u Orquídea. El toque de distinción ocurre al desplegar los soportes de su edificio. Cuando delays, reverbs, chorus y flangers corporeizan el disco debut, “Elipse” (2000), percutor de un primoroso colchón de teclados (Wilmer Ruiz) y violines (Lucía Vivanco) que colorean ensoñaciones y vuelos introspectivos: “Y hoy solo aquí / bajo la triste / luz del sol / halo en mí”.

Con el mismo hardware y un mayor ancho de banda que distorsiona guitarras aparece “Ámbar” (2002) y el ansiado sonido propio. Entonces es fichado por la alemana Alison Records y empieza a girar por Estados Unidos con grupos de la disquera. La alineación crece y el horizonte se llena de estrellas: Andrew Prinz de Mahogany, Ana Breton de Dead Leaf Echo y Scott Cortez de Lovesliescrushing, para empezar. Con el ingreso de Chris en batería el ruido se hace más secuenciado. Así llega “Pleamar” (2008) bajo la producción de Robin Guthrie, paquidermo sagrado de esa catedral llamada Cocteau Twins.

“Robin estaba en su camerino el día que nos escuchó tocar, le gustaron nuestros temas y allí mismo nació la propuesta para producir el disco”, dice Zelada. Una maraña de cables en el piso de su departamento de Miraflores. Aquí estuvieron de copas los Ocean Blue antes de irse al Cusco. Aquí fue el ‘after’ con Radio Dept antes de ir al aeropuerto a recoger a Andy Fletcher de Depeche Mode. Aquí se juntaron con Ulrich Schnauss para el show privado en honor a Gustavo Cerati. ¿Aquí también trajiste a Robert Smith? “No, pero fue increíble que él se acercara a nuestro camerino para obsequiarnos una botella de champán”.

Arco voltaico
Ocurre que Resplandor ha alternado con cuanta estrella se precipitó desde el cielo de Lima: The Cure, Jesus & Mary Chain, Radio Dept, House of Love, Ocean Blue, Mahogany, Airiel, Lovesliescrushing, Asobi Seksu, Soundpool, Elika y siguen firmas. De pronto, hace 4 años, dejaron de tocar. Lo cual nunca significó el fin de un arco temporal de dos décadas: en el 2013 Saint Marie Records editó “Feel”, en el 2014 apareció “Morningrise” en un disco tributo a Slowdive y en noviembre pasado Static Waves 5 editó “Bocanada”.

Con un nuevo disco previsto para marzo del 2018, todo indica que su intensidad atmosférica ha crecido. Que a las cortinas de sonido existencial le han añadido una climática que los dispara a otros espacios celestes. Sonido sólido, experimental, hambriento de cielo. Porque si con Silvania ocurre el primer momento de una banda peruana contemporánea de todos los hombres, Resplandor nos deja brillando allí.

Más información
Slowdive y Resplandor. Lugar: C.C. Barranco. Dirección: Av. República de Panamá 220, Barranco. Hora: 9:30 p.m. Entradas: Joinnus.

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